Ötzi es la momia natural más antigua de Europa. Este individuo vivió en el Calcolítico hace unos 5300 años. El cuerpo fue descubierto el 19 de septiembre de 1991 en la frontera entre Italia y Austria, a una altitud de 3200 m, por unos excursionistas en los Alpes de Ötztal (de ahí viene su apodo), que se desviaron del sendero marcado y se encontraron con medio cuerpo fuera de la nieve.
Ötzi in situ. Crédito: Leopold Nekula
Probablemente murió desangrado, una flecha le atravesó el cuerpo por la espalda y además sufrió un golpe fuerte en la cabeza. El frío extremo y perpetuo causó la momificación. Se piensa que era cazador y arquero, ya que junto al cuerpo se encontraron los siguientes objetos:
Vestimenta: restos de una capa, de un chaleco y de zapatos impermeables de piel de oso, piel de ciervo y una red de corteza de árbol, tal vez en realidad la parte superior de unas raquetas.
Herramientas: un hacha de cobre, una daga, una funda (carcaj) llena de flechas pero solo dos puntas de pedernal, un raspador, un afilador, tres herramientas de piedra chert (un tipo de sílex) y un gran arco inacabado. Las herramientas estaban muy deterioradas y habían sido afiladas varias veces. Las dos puntas de flecha estaban dañadas. La talla de las piedras indica que era diestro.
Las proporciones de isótopos en el cobre del hacha indican que el origen del metal está en Toscana. No se puede saber si lo que llegó a los Alpes fue el metal en bruto o el hacha ya fabricada, pero demuestra un comercio intercambio de metal.
Restos de diversas plantas, pirita para crear chispas y dos especies de hongos, una con propiedades médicas (anti-bacterianas) y otra que se usa para producir fuego.
La rotura y pérdida de algunos de los materiales de su equipo fueron explicados inicialmente como un suceso consecuencia de un conflicto en el valle inferior o en el transcurso de la posterior huida de Ötzi a las montañas. Sin embargo, un estudio de 2022 pone de manifiesto que los artefactos dañados probablemente se rompieron por procesos posdeposicionales en los yacimientos arqueológicos glaciares, y que Ötzi no fue enterrado permanentemente en el hielo inmediatamente después de su muerte, sino que el barranco donde yacía quedó expuesto repetidamente durante los siguientes 1500 años.
Su genoma fue secuenciado en 2012 a partir de un fragmento del hueso iliaco izquierdo, y de nuevo en 2023 con nuevas tecnologías a partir del mismo hueso. Ötzi es un claro ejemplo de lo lejos que podemos llegar en el conocimiento de nuestros ancestros mediante el análisis genético en combinación con otros métodos científicos, de lo que obtenemos una información potentísima tanto en cantidad como en calidad:
Cuando murió Ötzi tenía una edad avanzada, 45 años, medía 1,60 m y pesaba 50 kg. Tenía ojos marrones, pelo castaño con canas grises y llevaba barba. Su grupo sanguíneo era el 0.
Aunque inicialmente se le había asignado una imagen de aventurero o cazador de piel clara y melenudo (véase la reproducción que acompaña a este texto), la última secuenciación de su ADN muestra que era calvo (tiene una variación genética que hace quedarse calvo mucho antes de llegar a la vejez), tenía una piel más oscura que la mayoría de los europeos (la piel clara solo se extendió masivamente en los últimos 5000 años, probablemente como una adaptación a la agricultura, pero hace 8000 años todos los europeos occidentales y centrales tenían la piel oscura) y no tenía ascendencia de pastores esteparios de Europa del Este.
Boceto de la nueva imagen asociada a Ötzi (en primer plano) en comparación con la imagen que se había recreado desde 2012 (en segundo plano). Crédito: MPI-EVA LEIPZIG
Tenía una variación genética que permitía una mejor adaptación de la digestión a la grasas vegetales, lo que generalmente es indicativo de un estilo de vida agrícola.
Tenía predisposición genética a padecer enfermedades cardíacas. De hecho padeció arteriosclerosis.
Tenía intolerancia a la lactosa, como la mayoría de europeos de la época.
Padecía periodontitis, explicada por la presencia de la bacteria Treponema denticola, que pasó de la boca al torrente sanguíneo y llegó a la cadera analizada.
Tenía problemas varios en las articulaciones, cálculos biliares y un bulto en el dedo pequeño del pie por congelación.
En su estómago había restos de cabra salvaje y de diversos pólenes, así como restos de bacterias del género Borrelia, lo que supone la evidencia más antigua de la enfermedad de Lyme o borreliosis, una infección transmitida por garrapatas de patas negras.
Tenía altos niveles de arsénico, probablemente por haber trabajado con minerales y cobre.
Le faltaban muelas del juicio y algunas costillas y tenía un diastema entre los dientes incisivos.
En su estómago se ha encontrado presencia de la bacteria Helicobacter pylori, causante de la úlcera de estómago. En la actualidad, la mitad de la población mundial porta esta bacteria, pero sólo el 10% de ellos desarrolla complicaciones. En el caso de Ötzi, la mala conservación de su estómago no permite determinar si este patógeno le produjo enfermedades. También se halló el helecho Pteridium entre los restos de comida, lo que pudo deberse a un consumo limitado, tal vez para aliviar dolor de estómago, o a que estuviera asociado a los alimentos consumidos.
Tenía 61 tatuajes de la cabeza a los pies, hechos con pequeños cortes que luego se frotaban con carbón. Tienen formas de puntos, líneas y cruces. Están localizados principalmente en zonas con heridas, en la espalda y articulaciones, por lo que se piensa que puede tratarse de una técnica ancestral de acupuntura.
Algunos marcadores genéticos de Ötzi están asociados con fertilidad reducida. ¿Tal vez los tatuajes formarían parte de algún rito de fertilidad?
En su ADN se descubrió una mutación genética que los científicos querían encontrar en personas vivas en la actualidad, por lo que compararon su ADN mitocondrial con las muestras de 7000 donantes de sangre voluntarios. Se lograron identificar a 19 personas en el Tirol con el mismo perfil genético. Un análisis más exhaustivo determinará si efectivamente son parientes directos de Ötzi.
Además se vieron posibilidades de identificar a más parientes en las región suiza de Engadina y en Italia.
Ötzi y esos 19 individuos tienen un ancestro común que posiblemente vivió hace 10.000 años.
El haplogrupo paterno de Ötzi es raro en Europa y proviene de un antiguo sustrato genético que llegó desde Oriente Próximo con las migraciones que trajeron la agricultura a Europa a través de los Alpes hace 8000 años. Las sucesivas migraciones y otros eventos demográficos en Europa sustituyeron sólo en parte su linaje paterno (excepto en zonas geográficamente aisladas como Cerdeña y Córcega) pero causaron la extinción de su linaje materno. La rama materna se originó en los Alpes orientales hace al menos 5300 años en una población que no creció demográficamente.
Aunque el estudio de 2012 creyó encontrar en Ötzi la señal genética de los pastores esteparios, el nuevo trabajo de 2023 ha determinado que la identificación se debió a la contaminación de la muestra con ADN moderno. En realidad, compartía un 92% de genoma con los primeros agricultores del Neolítico europeo que empezaron a llegar desde Anatolia hace unos 9000 años. Ese altísimo grado de ascendencia en unos tiempos donde los esteparios ya habían llegado a Europa, acabando en ocasiones con todo rastro de genético de los hombres que les precedieron, muestra un gran aislamiento genético en los grupos de los valles alpinos. A pesar de ello, Ötzi tampoco muestra reducida diversidad genética o señales de endogamia, con lo que no eran poblaciones totalmente aisladas.
Ancestros de Ötzi. Crédito: K. Wang et al. (2023)
Comparando el genoma de Ötzi con el de los grupos alpinos, un estudio (Croze, Paladin, Zingale et al., 2025) de 47 individuos alpinos datados desde el Mesolítico (6380-6107 a. C.) hasta la Edad del Bronce Medio (1601-1295 a. C.) releva: 1) Una mezcla genética entre los cazadores-recolectores occidentales y orientales que se produjo entre ~13700 y 8300 a. C. 2) La mayoría de los individuos a partir del Neolítico presentan una estructura genómica similar a la de Ötzi, lo que indica una continuidad genética. Pocos individuos presentan ascendencias diferentes, como los relacionados con la estepa que aparecieron alrededor del 2400 a. C.