¿Sobrevivieron los humanos a la supererupción de Toba?

Un nuevo estudio sobre la supervivencia de los humanos a la erupción de Toba, me ha animado a escribir sobre este evento y lo que conocemos hasta ahora sobre él. Ocurrió hace unos 74.000 años en la isla de Sumatra, Indonesia. Fue posiblemente una de las erupciones volcánicas más violentas sucedidas en el planeta, la mayor en el Pleistoceno. El actual lago Toba se localiza en la caldera que dejó la explosión, de 100×30 km de tamaño. La cantidad de lava expulsada fue de unos 2800 km3, de los que 800 km3 fueron ceniza depositada en capas de hasta 15 cm en el sur de Asia.

Según la hipótesis de la catástrofe de Toba, detallada en 1998 por Stanley H. Ambrose, este evento redujo notablemente la temperatura en el hemisferio norte, provocó un «invierno» de unos 6 años de duración, y afectó a los ecosistemas tal vez durante centenares de años. Se describió un gran impacto sobre las especies animales y vegetales de una región muy amplia alrededor de la erupción, con deforestación en el sur de Asia y un cuello de botella que dejó al borde de la extinción a los homininos que habitaban por entonces desde el sur de Asia hasta África, así como a otros primates, felinos, etc. Se llegó a plantear que los humanos actuales provendrían de una rama superviviente de aquel momento de unos 10.000 individuos.

(Izq) Foto de Sumatra y el lago Toba. Crédito: NASA Landsat, vía Wikimedia. (Dcha) Comparación de tamaño de erupciones según el volumen de lava. Crédito: USGS

Esta hipótesis ha generado dudas y apasionados debates y, en los siguientes veinte años, distintos estudios han ido descartando o reduciendo algunos de los impactos planteados:

  • Las concentraciones altas de partículas de sulfuro no duraron tiempo suficiente como para provocar una huella climática tan grande, sino que corresponden a un enfriamiento local de 3-5 ºC durante 2-3 años, y 1-2 años en África e India (Lubick, 2010).
  • El enfriamiento rápido en el hemisferio norte en realidad había comenzado unos centenares de años antes que la supererupción de Toba (Yost et al, 2018).
  • No se ha identificado impacto sobre la vegetación del Valle del Rift en el este de África (Lane et al, 2013; Jackson et al, 2015).
  • Hoy en día sabemos que en aquel momento existían varias especies humanas contemporáneas además de la nuestra, que siguieron dejando evidencia en el registro fósil tras la erupción (denisovanos, neandertales, ¿Homo erectus?…), y también existieron eventos de hibridación que han dejado rastro en los humanos actuales (lo que indica, por ejemplo, que los denisovanos también sobrevivieron).
  • Estudios genéticos no identifican un cuello de botella hace 74 ka en nuestra especie, sino un decrecimiento paulatino que había comenzado hace 150 ka y se extendió hasta hace 60 ka, cuando se comienza a observar un incremento posterior a distintas dispersiones de Homo sapiens en Arabia (85 ka), China (80 ka) y el sudeste Asiático (70 ka).
  • Se han hallado cristales microscópicos procedentes de la supererupción en dos yacimientos de Sudáfrica, a 9000 km de distancia de la caldera de Toba (Smith E.I. et al., 2018), y no se observa variación en el registro arqueológico dejado por las poblaciones humanas en esos lugares en las capas por encima y por debajo de dichos cristales.
  • Tampoco se aprecia una interrupción en la industria lítica de otros sitios en Asia. Por ejemplo, en el sitio de Dhaba (norte de India) se han encontrado herramientas del mismo tipo antes y después de la erupción (Clarkson et al, 2020), sugiriendo una continuidad de la población. Además, la similitud de la industria de Dhaba con conjuntos de la Península Arábiga, Australia y la MSA, sugiere que los autores corresponden a dispersiones de humanos modernos desde el este de África.

Por tanto, aunque es innegable que la supererupción de Toba provocaría un fuerte cambio ecológico, también hay distintas evidencias de que los humanos se pudieron adaptar a los cambios.

¿Cómo nos adaptaríamos los humanos actuales a un evento catastrófico similar? La erupción en 2010 del volcán Eyjafjallajökull (Islandia) nos alertó sobre el escenario potencial de un desastre natural con impactos importantes no solo sobre el clima sino sobre otros elementos de la sociedad: la presencia en la atmósfera de las cenizas de aquel volcán provocaron el cierre del espacio aéreo en el Atlántico Norte, e inicialmente varios científicos llegaron a avisar de que aquello podría durar años y motivar una transformación en el modelo económico occidental. Finalmente no sucedió, y la interrupción no pasó de unos pocos días, pero el riesgo de que se repita algo parecido en los sistemas volcánicos de Islandia, o en otras partes del mundo, es permanente.

Más información:

  • Smith E. I. et al. (2018). Humans thrived in South Africa through the Toba eruption about 74,000 years ago. Nature
  • Clarkson C. et al. (2020). Human occupation of northern India spans the Toba super-eruption ~74,000 years ago. Nature
  • Yost C. L. et al. (2018). Subdecadal phytolith and charcoal records from Lake Malawi, East Africa imply minimal effects on human evolution from the ∼74 ka Toba supereruption. Journal of Human Evolution
  • Ambrose S. H. (1998). Late Pleistocene human population bottlenecks, volcanic winter, and differentiation of modern humans. Journal of Human Evolution
  • Lubick N. (2010). Giant eruption cut down to size. Science

Un pensamiento en “¿Sobrevivieron los humanos a la supererupción de Toba?

  1. Hola Roberto, me parece una entrada interesante, como nos tienes acostumbrados.
    Parece que las deducciones iniciales magnificaron en exceso las consecuencias de la supererupción de Toba.
    Saludos. Eduardo.

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