El dominio de la producción de fuego hace unos 400.000 años: Barnham, Reino Unido

La producción deliberada del fuego constituye una innovación humana distintiva, en el plano de otras capacidades cognitivas avanzadas como la fabricación de herramientas, la comunicación social o la cultura simbólica. Ese dominio tecnológico abrió oportunidades adaptativas importantes: proporcionó calor, protección, espacios iluminados para la interacción social y, especialmente, la posibilidad de cocinar alimentos a demanda, aumentando de forma significativa la digestibilidad y la disponibilidad energética, motor de la evolución de cerebros grandes.

Sin embargo, tras las posibles evidencias de aprovechamiento (por ejemplo, Koobi Fora hace ~1,5 Ma, millones de años) y mantenimiento (por ejemplo, 1-0.8 Ma en Wonderwerk y Gesher), es difícil determinar cuándo y cómo surgió la fase de producción deliberada de fuego. En ocasiones, los signos de combustión de origen natural y humano pueden ser indistinguibles. Muchas evidencias sólidas de fabricación intencional permanecen ocultas.

El yacimiento de Barnham, en Suffolk (Reino Unido), ha proporcionado el hallazgo más antiguo y mejor documentado de producción de fuego por grupos humanos (Davis et al., 2025). Se trata de hogares fechados en la primera mitad del Hoxniano (MIS 11c, ~427-415 ka, miles de años) que documentan un uso y mantenimiento recurrente del fuego, asociados a herramientas calentadas y, de manera destacada, a dos fragmentos de pirita con huellas microscópicas de uso. Estos fragmentos se interpretan como parte de un sistema de encendido destinado a la producción deliberada de chispas mediante percusión contra sílex. La pirita es muy rara en la zona (más de 121.000 clastos analizados en depósitos pleistocenos sin hallazgos), lo que indica el transporte intencional desde otras fuentes.

Esta es la clave para entender los titulares de estos días sobre «el fuego más antiguo», ya que hay otros sitios con presencia de hogueras con un origen anterior, pero esta es la evidencia más antigua bien documentada y contextualizada de fabricación de fuego, en contraste con otras evidencias más ambiguas o indirectas. Esta es la última etapa evolutiva de la tecnología humana de uso del fuego, compuesta en primer lugar por el aprovechamiento de fuego natural, posteriormente su conservación y, finalmente, la habilidad cognitiva y técnica de generarlo bajo demanda.

Barnham hoy es una antigua cantera de arcilla, pero hace 400 ka fue un lago alimentado por manantiales, rodeado de un mosaico de pastizales y bosques abiertos que albergaban una fauna muy diversa, incluyendo elefantes, bisontes, ciervos, ranas, peces e incluso macacos. Este ecosistema estable convirtió el entorno en un lugar óptimo para asentamientos repetidos de grupos humanos.

En el yacimiento se han identificado dos industrias líticas distintas. En los niveles inferiores aparecen útiles clactonienses, sin presencia de bifaces, probablemente vinculados a grupos humanos del Pleistoceno medio tradicionalmente asignados a Homo heidelbergensis. En los niveles superiores hay bifaces elaborados, de una tecnología con más planificación, simetría y capacidad de abstracción. El calentamiento se asocia a este segundo conjunto.

Los conjuntos de sílex muestran patrones no aleatorios, con fragmentos enrojecidos y agrietados por calor, en hogares repetidos. El análisis sedimentario confirma que ocurrieron distintos episodios sucesivos de combustión en los mismos espacios, asociados a zonas de fabricación de herramientas y a la pirita usada. Las lascas de sílex alrededor de las zonas quemadas indican que la fabricación de herramientas se llevaría a cabo en torno a los hogares.

La transición entre las dos industrias identificadas en Barnham coincide con la antigüedad del yacimiento cercano de Swanscombe, donde se recuperó un cráneo atribuido a un preneandertal u otro hominino de finales del Pleistoceno medio. Esto sugiere (indirectamente) que los grupos responsables de los hogares de Barnham podrían haber pertenecido a poblaciones de preneandertales que ocuparon Europa tras la retirada de los hielos del MIS 12 que cubrían gran parte de las islas británicas y del norte europeo.

El registro estratigráfico de Barnham indica una ocupación escalonada del sitio durante miles de años, con episodios sucesivos de asentamiento y uso del espacio por parte de distintas poblaciones humanas en procesos de reemplazo y superposición cultural, reflejados en la alternancia de industrias líticas. Cuando Homo sapiens llegó a Europa, el continente era un «reino neandertal» donde ya existían homininos técnicamente sofisticados, capaces de fabricar herramientas complejas y, al menos en algunos contextos, de producir y controlar el fuego. En mi opinión, estas capacidades cognitivas invitan también a especular (razonablemente) sobre la existencia de algún tipo de habla o comunicación avanzada en estos grupos.

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