Marcellin Boule, paleontólogo principal del Instituto de Paleontología Humana de París en 1911, escribió el artículo “El hombre fósil de la Chapelle-aux-Saints” en la revista Annales de Paléontologie. A partir del análisis de dicho espécimen y de “sus aptitudes corporales, su psiquismo y sus costumbres”, describe a los Neandertales como seres simiescos, brutales y renqueantes.
Por ejemplo, menciona que “La bestia había caminado con las rodillas flexionadas y arrastrando los pies con la cabeza inclinada hacia adelante, sostenida por un cuello rechoncho y con el dedo pulgar del pie extendido a un lado como los chimpancés”.
Y concluye: “No hay industria más rudimentaria y miserable que la del hombre musteriense. El uso de una sola materia prima, la piedra (aparte de la madera y puede que el hueso), la uniformidad, la simplicidad y lo grosero de su utillaje lítico, la ausencia probable de cualquier preocupación de orden estético o moral encajan bien con el aspecto brutal de su cuerpo vigoroso y pesado, de esa cabeza ósea con mandíbulas robustas en las que se manifiesta todavía la predominancia de las funciones puramente vegetativas o bestiales sobre las funciones cerebrales. Qué contraste con los hombres del periodo geológico siguiente, con los hombres del tipo de cromañón, que tenían un cuerpo más elegante, una cabeza más fina, una frente más elevada y amplia, y que dejaron, en las grutas que habitaban, tantos testimonios de su habilidad manual, de los recursos de su inventivo espíritu, de sus preocupaciones artísticas y religiosas, de su capacidad de abstracción y que fueron los primeros en merecer el glorioso título de Homo sapiens”.

Exposición temporal MEH Burgos. Foto: Roberto Sáez
Durante casi medio siglo esta fue la imagen predominante de los Neandertales, errónea en su origen dado que el espécimen de La Chapelle-aux-saints tenía numerosas lesiones y otras patologías debidas a su edad avanzada.
No fue hasta 1957 cuando un nuevo estudio del mismo esqueleto de la Chapelle-aux-Saints realizado por Straus y Cave aclaró que su postura y morfología eran modernas, y se le trató de dotar de una nueva imagen de forma que, aseado y vestido a la moda, un Neandertal no llamaría la atención en el metro de Nueva York.
En realidad, un siglo después no hemos superado del todo aquella imagen del arquetipo del hombre primitivo de las cavernas. Habíamos asociado a los Neandertales todo lo que los sapiens culturalmente habíamos ido dejando atrás, tanto que aquella imagen sigue quedando residualmente en publicidad, comics y prensa.
En el Museo de la Evolución Humana (Burgos, España) asistí a una pequeña exposición temporal llamada “Cambio de Imagen. Una nueva visión de los neandertales” con elementos muy interesantes:
- Libros sobre evolución humana de la colección particular de Juan Luis Arsuaga.
- Varias réplicas de restos fósiles de Neandertales: el cráneo de La Chapelle-aux-saints, el esqueleto completo de La Ferrassie-1 y el esqueleto de Kebara en su enterramiento.

Cráneo de La Chapelle-aux-saints (I) y enterramiento de Kebara (D). Exposición temporal MEH Burgos. Foto: Roberto Sáez

Esqueleto La Ferrassie-1. Exposición temporal MEH Burgos. Foto: Roberto Sáez
- Y una fantástica escultura del paleoartista Fabio Fogliazza, que propone una imagen del Neandertal según la ciencia del siglo XXI: la cara pintada con ocre, la cabeza adornada con plumas de aves típicas de las regiones donde habitaban: quebrantahuesos, palomas y chova piquigualda, adornos en las orejas hechos con cañones de plumas de paloma, y una piel de zorro con garras de águila como prenda para el cuello.

Exposición temporal MEH Burgos. Foto: Roberto Sáez
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