Lydia Pyne. Siete esqueletos. Editorial Crítica, 2017. 299 pp.
Recuerdo conocer a Lydia Pyne en los primeros grupos de interés sobre evolución humana que se formaron en Twitter. Así comencé a leer su blog pynecone.org, donde escribe sobre la historia de la paleoantropología de forma rigurosa y con profundidad, mostrando un trabajo exhaustivo de documentación e investigación. Además, su colección de fotografías e ilustraciones históricas es impresionante.
Seven Skeletons fue su tercer libro, publicado en 2016. Aunque lo leí en inglés, ha publicado también una edición en español a finales de 2017, así que he disfrutado de una segunda lectura más reflexiva de la obra, lo que siempre aporta una perspectiva diferente y permite captar muchos matices nuevos.
Siete Esqueletos es la historia de los especímenes más famosos en el estudio de la evolución humana. ¿Y por qué se hacen famosos? Por su valor científico, por ser los más antiguos de algo, por anécdotas o misterios alrededor de su hallazgo… En definitiva, la autora selecciona aquellos que han dejado una huella mayor en la cultura popular y científica, aquellos que se mencionan los primeros.
“Se deben contar historias sobre los fósiles. Se debe hablar de ellos, hacer ponencias sobre ellos; se deben explicar, adorar, investigar, rescatar, conmemorar, archivar, dibujar, fotografiar y representar para restablecer su significado. Se debe construir conocimiento alrededor de ellos”, Kopano Ratele, citado en Siete Esqueletos.
1) El Viejo de La Chapelle-aux-Saints, sin duda un personaje carismático. De hecho, la autora desarrolla en este capítulo porqué este individuo de alguna forma “preside” nuestra historia evolutiva. Es el primer fósil famoso de la paleoantropología y, a partir de él, se generó una imagen errónea de los neandertales hace más de un siglo. Lamentablemente esta imagen aún permanece en ocasiones, pero, sin el Viejo, el impulso que vivió la paleoantropología tal vez habría sido muy distinto.
“Más que el espécimen tipo de la especie de los neandertales, el Neandertal 1 de Alemania, el Viejo de La Chapelle se convirtió en el espécimen tipo referencial – el arquetipo – de lo que las audiencias científicas y públicas esperaban de los neandertales”, Lydia Pyne.
2) Piltdown, un fósil falso que se presentó en 1912 para contar una historia evolutiva de nuestra especie perfectamente encajada en los patrones científicos de la época. ¡El fraude perduró cuatro décadas! Lo cual le ha hecho formar parte de la propia historia de la paleoantropología.
“El enigma de Piltdown es adictivo; totalmente adictivo”, Simon Parfitt, citado en Siete Esqueletos.
3) El niño de Taung, cuyo descubrimiento, presentación y debate tienen mil anécdotas narradas en la obra. Por ejemplo, la caja de madera que guardó al fósil durante años, casi tan famosa como él. O las apasionantes conversaciones entre Dart y Broom sobre los distintos escenarios evolutivos que se presentaban a la luz de los materiales de Taung, Piltdown, Dubois y los neandertales.
“Dudo que hubiera algún padre más orgulloso de su progenie que lo que yo estaba de mi bebé Taungs [sic] en esa Navidad de 1924”, Raymond Dart, citado en Siete Esqueletos.
4) El Hombre de Pekín, una enorme colección de fósiles humanos de unos 750.000 años recuperados de Zhoukoudian en las décadas de 1920-30, que representaban hasta 40 individuos. Antes de los restos humanos, ya se habían llenado varios cientos de cajas con huesos de fauna de esos yacimientos, pero se perdieron en el hundimiento del barco sueco Peking en 1919. Y ya sabemos que los fósiles humanos también terminaron por extraviarse misteriosamente en 1941, cuando iban a ser trasladados a Estados Unidos. El libro narra la versión larga de esta triste historia, que no termina mal del todo ya que se conservaron reproducciones casi tan buenas como los originales. Aunque luego se hallaron cinco dientes y partes de un cráneo en los años 50 y 60, el Hombre de Pekín debe parte de su fama a su pérdida.
“Todas las reproducciones [del Sinanthropus pekinensis] son fabricadas y teñidas con extremo cuidado y atención al más mínimo detalle. Pueden estudiarse con confianza absoluta”, catálogo de R. F. Damon & Co., años 1930, citado en Siete Esqueletos.
5) Lucy, otro de los grandes símbolos de la paleoantropología. Su fama inicial se debe a una narrativa magistralmente construida, y esto lo cuenta la autora con todo detalle. Por ejemplo, el acierto de «Lucy» como apodo para el esqueleto, aunque se le llegó a dar inicialmente otros dos apodos: Dinkinesh (“Eres maravillosa” en lengua amhárica) y Heelomali (“Ella es especial” en lengua afar). Pyne describe de forma emotiva la historia desde el hallazgo hasta la presentación de Lucy, y luego hace foco en un punto curioso, el retrato de Lucy en Nature en 1976: una imagen plana de los fósiles, con orientación anatómica y contra un fondo negro, que desde entonces es y será una de las representaciones más utilizadas de Lucy, y que estableció un modelo para presentar otros fósiles en las siguientes décadas (por ejemplo Ardipithecus ramidus, Homo floresiensis, Australopithecus sediba, Homo naledi).
“¿Podría haber otra Lucy? ¿Podría haber un fósil que conlleve la misma distinción que ella tiene? No habrá – no puede haber – otra Lucy. Sin embargo, eso no puede y no va a impedir que otros fósiles lo intenten”, Lydia Pyne.
6) “Flo”, el alias con que fue bautizado el hobbit hominino de la cueva de Liang Bua, Homo floresiensis. En realidad, son 8 los individuos encontrados allí hasta ahora. En la isla de Flores aquellos humanos pequeños usaban útiles líticos para cazar elefantes enanos y roedores gigantes, y dominaban el fuego con maestría. En este caso, la autora destaca la asociación del fósil a un personaje literario famoso para adentrarse en la conciencia del público general.
“[El Hobbit] no llevó a nada que esté vivo en la actualidad. Sin embargo, abrió la puerta para que las personas pensaran de una manera más amplia. Sobre todo, pienso que el Hobbit cambió la forma como las personas pensaban”, Bert Roberts, citado en Siete Esqueletos.
7) Sediba, el descubrimiento más reciente (2008) de los siete esqueletos del libro. El sitio de Malapa ha dado seis individuos de Australopithecus sediba. La autora se pregunta qué expectativas culturales suscitan ahora los fósiles del siglo XXI como Sediba. Para dar respuesta, desarrolla en paralelo la historia de Sediba con la de Kadanuumuu, que es un enorme ejemplar macho de Australopithecus afarensis publicado en 2010 como Sediba. Pyne cuenta cómo Kadanuumuu se presenta a la sociedad siempre a la sombra de Lucy, con dificultades para crear un personaje propio con este fósil. Frente a él, la presentación de Sediba con información totalmente abierta y acceso inmediato a los fósiles por medios virtuales desde cualquier parte del mundo. El contraste entre estas dos historias paralelas me parece un cierre brillante de la obra.
“El mundo va a poder observar e interactuar en vivo a medida que expongamos este descubrimiento. Parte de lo divertido de este proyecto es que, tan pronto como hagamos un descubrimiento, el mundo hará el descubrimiento junto con nosotros”, Lee Berger citado en Siete Esqueletos.
Hola Roberto, otro libro que pongo en mi lista de próximas lecturas. Gracias por la información.
Saludos. Eduardo.
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Hola Eduardo. Que lo disfrutes. Un saludo.
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