Reflexiones sobre el origen del Achelense: entrevista a Eduardo Méndez Quintas

Recientemente tuve la oportunidad de entrevistar a Eduardo Méndez Quintas, investigador principal del conjunto de LCTs (large cutting tools) del yacimiento de Porto Maior (sobre este sitio escribí recientemente aquí). Eduardo es experto en el estudio del origen de la industria achelense en África y de su extensión por Europa, periodos apasionantes en la evolución humana. En relación con este tema, nos comparte para este blog las últimas novedades en su investigación actual.

En 2018 tuvo gran repercusión vuestra publicación en Scientific Reports sobre las LCTs de Porto Maior. ¿Cuál es la importancia de este trabajo?

Porto Maior tiene fundamentalmente dos niveles con evidencias de ocupación humana: el PM3 y el PM4. Por encima de estos, hay un depósito muy reciente, del Último Máximo Glacial, que tiene material retrabajado, que viene arrastrado y erosionado. El más conocido es PM4 porque tiene el conjunto de LCTs (Large Cutting Tools). Se trata de un tapiz increíble de piezas, con 10-12 bifaces por m2, en los 40 m2 que hemos excavado. Son materiales con talla muy parecida: muestran gestos que son iguales, pero también los bifaces resultantes son idénticos en varios casos. Pensamos que pueden estar hechos en un periodo relativamente corto y por un número limitado de personas.

Lo más interesante es que casi todas las piezas están acabadas. Las lascas y núcleos que se encuentran son material que está rodado, viene arrastrado con el sedimento. Lo que vemos es una acumulación de piezas acabadas, una especialización. Las piezas en sí mismas son aparentemente toscas y elementales, con un nivel de configuración bajo: pocos levantamientos, grandes y hechos con percutor duro. Fuera de África, salvo en Gesher (Israel), no hay ningún otro conjunto con una acumulación tal de LCTs achelense.

En África los yacimientos con grandes acumulaciones de bifaces son normalmente excluyentes con la presencia de fauna. Por ejemplo, colaboramos en la investigación del yacimiento Garba I en Melka Kunture (Etiopía), que fue excavado por Jean Chavaillon en los años 1960. Tiene una antigüedad de ~600 miles de años (ka) y en 240 m2 aparecieron más de 7000 herramientas, sobre todo bifaces. En este yacimiento se conservan restos de hipopótamo y otra fauna, pero son muy minoritarios en comparación con la industria lítica. Otro ejemplo lo tenemos en el sitio TK, que está en el Lecho II de Olduvai y tiene 1,3 millones de años (Ma): en el nivel llamado Lower Ocupation hay una acumulación muy densa de grandes configurados, más grandes que los de Porto Maior, mientras que en el nivel Upper Occupation hay restos de fauna (elefante, Sivaterio, etc.) junto con bifaces, pero éstos ya son de un tamaño más «normal».

Si los bifaces no se empleaban para el procesado de animales, ¿cuál pensáis que era el objetivo de esta acumulación?

Vamos a realizar estudios de traceología para intentar buscar respuestas. En los primeros que hemos iniciado, ya hemos visto que muchas piezas muestran un uso que sería compatible con el procesado de materiales duros, como la madera y el hueso, lo que nos hace pensar en el aprovechamiento de estos materiales.

Otra cuestión interesante a estudiar es que los bifaces no aparecen de forma homogénea en el sedimento, sino agrupados por clusters. En África, muchas veces los yacimientos tienen procesos sedimentarios que tienden a acumular las piezas. Aquí no tenemos un medio tractivo, así que las piezas están más o menos como se dejaron, lo cual ayuda a estudiar el trasfondo de ese comportamiento y utilización del espacio.

Hay quien propone una explicación para la acumulación de piezas en sitios africanos, planteando que las herramientas de formatos grandes y apuntados ayudarían para acceder a los conductos de termiteros en el suelo. Pero esta hipótesis es difícil de plantear en Europa, ya que no consta la existencia de termiteros en el Pleistoceno medio europeo. Otra idea de Richard Potts propone que los homininos usarían escondrijos en determinados puntos del paisaje africano, como remanente de piezas finalizadas para ser utilizadas en sus desplazamientos.

En cualquier caso, primero debemos validar la presencia de huellas de uso en todas las herramientas y, si el resultado es positivo, plantearnos el motivo. La hipótesis del taller para el procesado de madera podría funcionar, ya que conocemos herramientas en este tipo de material casos de esa antigüedad (Schöningen, Clacton…), que son puntuales porque la madera apenas se conserva, pero estamos seguros de que sería un material usado muy habitualmente.

Foto: LCT de Porto Maior PM4. Crédito: Roberto Sáez 

En el paper planteáis la posible coexistencia de diferentes especies humanas en el suroeste de Europa durante el Pleistoceno medio. ¿Cómo habéis llegado a este argumento?

Este es otro tema interesante que aporta Porto Maior gracias a que está bien fechado. Tradicionalmente siempre hemos considerado que, cuando hablamos del paso del Paleolítico inferior al medio europeo, se dio un proceso de transición. Es decir, durante muchos años ha funcionado bien una visión lineal desde las primeras ocupaciones humanas con industria Olduvayense, pasando al Achelense, y que evoluciona progresivamente durante el Pleistoceno medio hacia lo que conocemos como el Paleolítico medio, con el Musteriense.

Pero ahora que tenemos bien fechados muchos yacimientos del sur de Europa manejamos otro escenario. Vemos que en la península ibérica y parte de Francia evoluciona un mundo achelense de tipo africano, no antes de los 400 o 500 ka (el más antiguo lo tendríamos por ahora en la Gruta de Aroeira, además con posibles evidencias de dominio del fuego) y que puede llegar como mucho al MIS 6 (como en el yacimiento de Arbo -Pontevedra-, de una edad mínima de 120 ka). En paralelo a esas mismas cronologías, vemos otros yacimientos que tienen una tecnología completamente distinta, correspondientes al Paleolítico medio antiguo, que aparece en torno al MIS 9 en el suroeste de Europa, como en Gran Dolina TD10 en Atapuerca, Cueva de Bolomor, algunos niveles de Ambrona…

Es decir, pasamos de hablar de una transición a una coexistencia de dos grupos tecnológicos distintos. Tenemos dos mundos coexistiendo en paralelo: el Paleolítico medio antiguo, donde abunda la técnica Levallois y los retocados pequeños con morfologías repetitivas, y el Achelense de estilo africano, donde tenemos los bifaces y otros LCTs sobre grandes lascas. En este último también hay lascas, que suelen ser grandes, y algunos denticulados y raederas (sin la configuración intensiva que observamos en los conjuntos de Paleolítico medio antiguo)

Más hacia el norte también se da la aparición del Paleolítico medio antiguo hacia el MIS 9, pero no vemos un Achelense que continúe de forma paralela. Por ejemplo, en los valles del Somme en Francia y en el sur de Inglaterra el Achelense no está basado en el concepto de grandes lascas, sino en placas de sílex. En Italia el Achelense es muy distinto también: por ejemplo, en Castel di Guido se realizan herramientas en hueso de elefante. Mientras tanto, en Centroeuropa no hay Achelense, vemos directamente el Paleolítico medio con unos 300 ka, como en Schöningen y Bilzingsleben.

¿Por dónde entra y quién trae el Achelense a Europa?

En primer lugar, vemos una fase antigua de unos 700-800 ka en Notarchirico (Italia), los yacimientos del Valle de Somme y Le Noira (Francia), y otros yacimientos de más de 600 ka que posiblemente corresponden a una primera irrupción del Achelense en el continente por vía mediterránea. De hecho, hay un sitio del Pleistoceno medio llamado Rodafnidia en la isla de Lesbos (Grecia).

En la península ibérica es posible que la irrupción del Achelense fuera vía estrecho de Gibraltar, ya que las herramientas son muy similares a las que encontramos en distintos sitios del norte (Marruecos) y este de África, aunque hay un lapso cronológico que tendríamos que explicar, ya que en la cronología de 300 ka en África está ya la MSA.

Ahora bien, se nos plantean otros problemas, como determinar quiénes serían los autores de estos distintos mundos dentro del Achelense, si Homo ergaster, Homo heidelbergensis… Aunque sí podríamos asociar el Paleolítico medio incipiente con más seguridad a homininos como los de la Sima de los Huesos.

¿Qué novedades se están planteando respecto al origen del Achelense en África?

La tecnología lítica durante el Paleolítico antiguo en África ha suscitado mucho menos interés que los restos humanos, especialmente en el caso del Achelense. Afortunadamente, esta situación esta siendo corregida en los últimos años. Nosotros tenemos algunas contribuciones en este ámbito. Estamos trabajando en la secuencia de Melka Kunture (Etiopía), que cubre desde todo el rango desde 1,7-1,8 Ma hasta la LSA (Late Stone Age, a partir de unos 50 ka). Jean Chavaillon hizo un gran trabajo de campo allí durante años, con excavaciones grandes, en algún caso de más de 200 m2, que documentó con buenísimas planimetrías, pero quedó mucho trabajo por publicar. Estos estudios lo estamos retomando desde un equipo italo-español, y por ejemplo vamos a publicar la secuencia de un yacimiento llamado Gombore, que tiene un nivel con restos humanos (un húmero de Homo erectus de 1,6 Ma) e industria achelense con formatos grandes. Tenemos una secuencia de 1,6 a 1,2 Ma, y estamos viendo también otros yacimientos en esas cronologías que muestran un desarrollo incipiente del Achelense.

Otro trabajo que vamos a publicar es espectacular: el yacimiento de Simbiro, también de la secuencia de Melka, con una datación mínima de 0,9 Ma. Allí tenemos fauna similar a la del Lecho II de Olduvai, como restos de Pelorovis de unos 1,2 Ma. Hay un nivel lleno de bifaces de gran formato, y en otro hemos encontrado el primer sitio achelense africano con un uso intensivo de herramientas de obsidiana, que tienen en torno al 1,2 Ma y son preciosas. Melka es una zona muy interesante a partir de hace 1 Ma, con excavaciones en superficies grandes, como Gombore II y Garba I. Éste último tiene LCTs muy similares entre sí, en lo que parece una producción estandarizada.

Allí pasa lo mismo que en Porto Maior: no están las lascas de configurar, sino que las piezas se fabrican en el entorno y se introducen allí. De nuevo, debemos preguntarnos por qué hacían acumulaciones tan grandes de herramientas, que no correspondían a talleres. ¿Tendrían relación con la caza, o con una demostración de competencia, o…? Además, hemos de observar la capacidad cognitiva y el concepto de predeterminación que están implicados en sus acciones, tales como la elección de un sitio para llevar las herramientas, la recurrencia y predicción de la acción, etc.

Más información: Large Cutting Tools y el yacimiento de Porto Maior / (English available) Large Cutting Tools and the Porto Maior site | Nutcracker Man

Foto: bien acompañado por Eduardo Méndez-Quintas y varios LCTs de Porto Maior PM4. Crédito: Roberto Sáez

Eduardo Méndez Quintas es doctor en Evolución Humana, Paleoecología del Cuaternario y técnicas geofísicas aplicadas a la investigación. Es investigador postdoctoral Xunta de Galicia en el Grupo de Estudos de Arqueoloxía, Antigüidade e Territorio (GEAAT) de la Universidad de Vigo. Su investigación se centra en los aspectos tecnológicos de las industrias achelenses del Pleistoceno inferior y medio de la península ibérica y de África, así como en el estudio de los procesos de formación que afectan a estos depósitos. Desarrolla su labor en distintos yacimientos achelenses peninsulares, especialmente en la cuenca del río Miño, donde es investigador del proyecto “Minho / Miño. Ocupações Pleistocénicas do Baixo Minho», y ha dirigido excavaciones en yacimientos como Arbo, Porto Maior y Gándaras de Budiño. Participa en varios proyectos en el este de África como Melka Kunture (Etiopía) y la Garganta de Olduvai, como miembro de TOPPP.

 

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