Aguijoneado por su vocación: breves apuntes sobre Altamira y Sanz de Sautuola

En 1880 Marcelino Sanz de Sautuola publicó un pequeño libro titulado Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander, donde describió sus descubrimientos en cinco cuevas de la región, con particular foco en las pinturas de Altamira.

… me resolví a practicar algunas investigaciones… que ya que no tuvieran el valor científico, como hechas por un mero aficionado, desprovisto de los conocimientos necesarios, aunque no de fuerza de voluntad, sirvieran al menos de noticia primera y punto de partida, para que personas más competentes tratasen de rasgar el tupido velo que nos oculta aún el origen y costumbres de los primitivos habitantes de estas montañas.

Sautuola era consciente de la trascendencia de su trabajo y de la antigüedad de sus hallazgos, entre los que había útiles líticos (cuchillos, punzones, puntas…), conchas, huesos, algunos como tratados como herramienta, «muchos de ellos partidos longitudinalmente, como para sacar, según opinión admitida, la médula que servía de alimento al hombre en aquella época», dientes y mandíbulas de distintas especies… En Altamira, identificó las especies animales que estaban pintadas, su técnica de realización, sugirió su origen paleolítico, y planteó acertadamente la contemporaneidad de las pinturas con el depósito arqueológico. 

Lámina 4ª de Breves apuntes… de Sanz de Sautuola (1880). Fotos: Roberto Sáez.

Además, entendiendo la importancia de divulgar correctamente los hitos científicos como estos, Sautuola supo darlos a conocer con gran rigor. Por ejemplo, son admirables las cuatro láminas con ilustraciones del techo de los bisontes y de algunos artefactos líticos y óseos que cierran el librito. 

El hallazgo de Altamira no fue un golpe de suerte, sino el fruto de la constancia y el estudio. Licenciado en Derecho, Sautuola tuvo siempre una gran vocación científica que le llevó a explorar la naturaleza de la entonces llamada provincia de Santander (hoy Cantabria), cultivar numerosas especies vegetales, coleccionar muchísimos minerales, fósiles y objetos antiguos, y proponer mejoras para la gestión de recursos naturales en la región. Por ejemplo, Sautuola importó y aclimató en su casona de Puente San Miguel el primer eucalipto plantado en la región, un árbol extensamente explotado en la actualidad allí, y publicó el libro Apuntes sobre la aclimatación del Eucaliptus globulus en la provincia de Santander (1866).

Sautuola era realmente un adelantado a su tiempo, pionero en sus conclusiones, y riguroso en sus planteamientos científicos, teniendo en cuenta además que no era científico ni prehistoriador de carrera. Aunque lamentablemente no vio en vida el reconocimiento internacional a su trabajo. Veamos por qué.

Breve historia

Hacia 1870-1872 un labrador llamado Modesto Cubillas fue el primero (que se sepa) que entró en Altamira. Probablemente conociendo las aficiones de Sautuola, le dio a conocer la cueva. En sus primeras visitas en 1876, Sautuola ya observó trazos negros pintados, pero no les dio importancia por entonces.

El punto de inflexión fue la Exposición Universal de París de 1878. Allí Sautuola conoció los objetos prehistóricos que se habían descubierto en cuevas francesas y estaban expuestos en el pabellón de Antropología. «Aguijoneado por [su] afición a estos estudios y excitado [por su contemplación]», tal como él mismo describe en Breves apuntes, Sautuola intensificó la búsqueda en Altamira y El Cuco (Santillana del Mar), El Pendo y Peña del Mazo (Camargo) y Covalejos (Velo, Piélagos) . En 1879, mientras excavaba en Altamira, su hija María de ocho años, que le acompañaba en una de las visitas, fue la primera en ver las pinturas del techo de bisontes, y ya conocemos su famosa frase: «¡papá, bueyes!».

Sautuola comunicó el hallazgo y envío muestras de objetos a Juan de Vilanova, catedrático de la Universidad Central, mientras escribía Breves apuntes, que publicó al año siguiente (1880). En este librito detalla cómo recuperó abundantes conchas, caracoles marinos, dientes, cuernos y útiles líticos y óseos trabajados, tales como agujas, punzones y posibles objetos de adorno. Y en la sala de los policromos de Altamira, documenta la mayoría de animales representados como bisontes, caballos y la gran cierva. Mirad qué delicia de párrafo:

Se conoce que su autor estaba muy práctico en hacerlas, pues se observa que debió ser su mano firme y que no andaba titubeando, sino por el contrario, cada rasgo se hacía de un golpe con toda la limpieza posible, dado un plano tan desigual como el de la bóveda… no siendo menos dignas de tomarse en cuenta las infinitas posturas que el autor hubo de tomar…; aumentándose la extrañeza al considerar que todo hubo que hacerlo con luz artificial…. Una gran parte de las figuras están colocadas de manera que las protuberancias convexas de la bóveda están aprovechadas… lo que demuestra que su autor no carecía de instinto artístico.

Vilanova comprendió la importancia de este trabajo, y lo defendió en el Congreso Internacional de Antropología y Arqueología Prehistórica de Lisboa en 1880. Pero varios académicos europeos y algunos españoles negaban que las pinturas pudieran tener esa antigüedad. La defensa insistente por algunos partidarios de Sautuola motivó el estudio de la cueva por geólogos, biólogos y prehistoriadores, y la realización de varias reproducciones de sus pinturas. Sautuola falleció en 1888 a los 56 años. Por aquellos años, en Francia se descubrían nuevas cavernas con pinturas que veían reconocidas su antigüedad. Finalmente, en 1902 el prehistoriador francés Émile Cartailhac, uno de los primeros que negaron Altamira, rectificaba su postura con la carta La grotte d’Altamira, Espagne. «Mea culpa» d’un sceptique: «es necesario inclinarse ante la realidad de un hecho y, por lo que a mí concierne, tengo que hacer justicia a M. de Sautuola».

En 1906, el propio Cartailhac publicó, junto con Henri Breuil y Herminio Alcalde del Río, la monografía La Caverne de Altamira à Santillana del Mar, prés de Santander (Espagne)¸ que supuso definitivamente la difusión internacional de Altamira.

Ortofoto del gran techo de la cueva de Altamira (Museo de Altamira/IGN) vs. Lámina 3ª de Breves apuntes… (M. Sanz de Sautuola)

Bibliografía:

  • Lasheras, J. A., de las Heras, C. (2004). El descubrimiento del primer Arte. Comentario sobre los Breves apuntes… de Marcelino Sanz de Sautuola. Turner
  • Escritos de Marcelino Sanz de Sautuola y primeras noticias sobre la Cueva de Altamira (2002). Benito Madariaga
  • Biografía de Marcelino Sanz de Sautuola y Pedrueca, por Martín Almagro Gorbea. Real Academia de la Historia

3 pensamientos en “Aguijoneado por su vocación: breves apuntes sobre Altamira y Sanz de Sautuola

    • Muchas gracias. He aprovechado para añadir Covalejos, que no estaba. La edad de María la tomé de la biografía de Martín Almagro Gorbea, pero pasé por alto que Benito Madariaga ya menciona la edad correcta de 8 años. Un saludo.

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