En 1880 Marcelino Sanz de Sautuola publicó un pequeño libro titulado Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander, donde describió sus descubrimientos en cinco cuevas de la región, con particular foco en las pinturas de Altamira.
… me resolví a practicar algunas investigaciones… que ya que no tuvieran el valor científico, como hechas por un mero aficionado, desprovisto de los conocimientos necesarios, aunque no de fuerza de voluntad, sirvieran al menos de noticia primera y punto de partida, para que personas más competentes tratasen de rasgar el tupido velo que nos oculta aún el origen y costumbres de los primitivos habitantes de estas montañas.
Sautuola era consciente de la trascendencia de su trabajo y de la antigüedad de sus hallazgos, entre los que había útiles líticos (cuchillos, punzones, puntas…), conchas, huesos, algunos como tratados como herramienta, «muchos de ellos partidos longitudinalmente, como para sacar, según opinión admitida, la médula que servía de alimento al hombre en aquella época», dientes y mandíbulas de distintas especies… En Altamira, identificó las especies animales que estaban pintadas, su técnica de realización, sugirió su origen paleolítico, y planteó acertadamente la contemporaneidad de las pinturas con el depósito arqueológico. Sigue leyendo