Covalejos: la evolución de los neandertales y la transición a los primeros humanos modernos en el cantábrico

Se acaba de publicar la monografía de Covalejos, uno de los estudios más amplios de cuevas de la región cantábrica, en el que participan 21 autores de distintas disciplinas (paleontología, antracología, palinología, arqueología, geología…). Un trabajo complejo bajo la coordinación de Ramón Montes, quien amablemente me atendió para comentar los resultados.

El estudio abarca una secuencia de casi 5 m de espesor, por encima de la cual solo quedan mogotes de los niveles de finales del Paleolítico que fueron excavados en el siglo XIX, que sumarían otro metro y medio. La conservación de los materiales es extraordinaria, lo que se aprecia sobre todo en las piezas arqueológicas de pequeño tamaño y en sus retoques (en total aproximadamente 8000 útiles líticos y 50.000 debrises), y en la excelente conservación del registro faunístico (43.080 fragmentos óseos, piezas dentarias y fragmentos de asta, que suman 156 kg de material, el 18% con identificación anatómica y taxonómica). Esto ha permitido una gran riqueza de los estudios de tafonomía en el lugar y, con todo, se ha obtenido un enorme volumen de información sobre las estrategias de subsistencia de las poblaciones de neandertales primero, y de sapiens después.

Covalejos fue la primera cueva que se excava en España. En 1879 practicó los primeros sondeos Eduardo de la Pedraja, erudito local y pionero de la Arqueología. De la Pedraja era amigo de Marcelino Sanz de Sautuola, y con él colaboró. De hecho, el propio Sautuola estuvo en Covalejos, según menciona en su obra Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander, por insistencia de su amigo de la Pedraja, antes del hallazgo de las pinturas en Altamira. Detrás de ellos, visitaron o trabajaron en la cueva todos los pioneros de la Arqueología prehistórica cantábrica: Vilanova, Carthailac, Breuil, Harlé, Obermaier…

«La cueva que está lejos» se halla en el extremo occidental de la pequeña sierra del Peñajorao, de tan solo unos 200 metros sobre el nivel del mar, que cierra por el oeste la bahía de Santander. Tiene cerca la desembocadura del río Pas, y la cueva de El Pendo a tan solo 4 km en la misma sierra. Pero su acceso no es fácil, y tampoco lo es encontrarla debido a la densa vegetación que la rodea. Por ello, aunque fue un referente cultural y científico a lo largo del siglo XX, la cueva se fue perdiendo, casi literalmente, hasta que en los años 60 el Seminario Sautuola vuelve a encontrarla; Alfonso Moure realiza entonces unos sondeos y la cueva de nuevo gana otra publicación. Pero después vuelve a quedar olvidada hasta que en los años 80 el CAEAP (Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica) la investiga y publica nueva información.

Por otra parte, entre 1994 y 1997 Montes y equipo estaban excavando en El Pendo pero, ante los problemas deposicionales que no conseguían ayudar a su proyecto científico para reconstruir las primeras poblaciones neandertales de la región, decidieron intentarlo en Covalejos, que se encontraba en el mismo ámbito biogeográfico. Como veremos, ambas son zonas refugio para momentos fríos. Allí excavaron en 1997, 1998, 1999 y 2002, que es el alcance de la monografía ahora publicada.

Covalejos es un extraordinario yacimiento para entender mejor la evolución de los neandertales a lo largo de casi 80 miles de años (ka), y para ilustrar los problemas de intentar evidenciar la transición a los primeros humanos modernos en el cantábrico.

Entrada a Covalejos

Entrada a Covalejos. Fuente: Montes Barquín R y Sanguino González J (2021)

Mismas estrategias de neandertales y sapiens

Covalejos se ubica al fondo de una amplia dolina de 25 hectáreas, una de la serie de depresiones que conforman el centro de la sierra de Peñajorao, con áreas colapsadas en forma de uvalas y campos de dolinas que ofrecen resguardo de los vientos húmedos y fríos de la cornisa cantábrica. Orientada al sur, con abundante luz, Covalejos tiene un microclima en el que persisten las especies templadas de vegetación, y además cuenta con el agua corriente del río que se sume en la cueva. Durante todo el Pleistoceno superior este fue un hábitat perfecto para una gran diversidad de recursos y, sobre todo, para una especie clave que es el ciervo, especialmente en momentos fríos, ya que el impacto en esta zona boscosa era más atenuado, en contraste a los páramos de los alrededores de la sierra del Peñajorao.

Esto lo supieron aprovechar muy bien tanto los neandertales como los sapiens. Covalejos ha permitido comprobar por primera vez que los neandertales tienen iguales patrones de subsistencia a los de los sapiens en el mismo territorio. Con las mismas condiciones, especies disponibles para la caza, y materias primas para la talla, las respuestas de ambos grupos humanos son iguales a lo largo de casi 100.000 años. Desde el primer momento en que ocupan Covalejos, ambos grupos humanos se especializan en la caza del ciervo (90% de la fauna consumida, superior en algunos niveles), aunque se diferencian en las cadenas operativas empleadas. La aparición de bóvidos, équidos o rinoceronte de estepa es anecdótica. También es muy similar el aprovechamiento de materias primas: distintos sílex, cuarcitas, areniscas y algunas de origen magmático como ofitas.

Así, el estudio de Yravedra-Sainz de los Terreros et al. (2016) demuestra que en Covalejos ambas especies humanas seleccionaban adultos jóvenes, explotando su piel, carne y tuétano, y aprovechando las mismas partes esqueléticas. Todo esto se da de forma destacada en los momentos más fríos, mientras que en los más cálidos se nota la presencia tanto de los neandertales como de los primeros sapiens en zonas más altas, donde cazan cabras (por ejemplo, en la cueva del Esquilléu, junto a los Picos de Europa).

A pesar de que Covalejos está cercana a la costa (a unos 15 km), en la zona no se aprecia apenas registro de explotación de recursos marinos hasta el Magdaleniense. En cambio, en El Cuco (en Castro Urdiales, sobre la costa) los neandertales sí explotaban el medio marítimo en las fases más templadas del Würm I y II.

Sí que hay restos de explotación fluvial en Covalejos, en particular trucha y salmón consumidos por los neandertales, aunque más por los sapiens. Además, en un nivel musteriense también se ha encontrado evidencia de consumo de cuervo y de gallo lira, el único documentado en España.

Más de 80.000 años de secuencia

Los 15 niveles de la cueva se pueden dividir en dos grandes paquetes estratigráficos que abarcan los MIS 5, 4 y 3 (todo el Würm I, el II y el primer tercio del III), es decir entre 115 ka y 31 ka aproximadamente.

Un gran paquete corresponde al Paleolítico medio, nace en la base conocida actualmente (nivel 15), atribuible al Musteriense arcaico o a un Achelense tardío (115 ka), y por encima tiene siete niveles musterienses que abarcan desde 101 ka a 40 ka.

En realidad, por debajo del nivel inferior hay al menos 2 metros más de estratigrafía, no alcanzados en el estudio actual, ya que no se trata de una excavación en extensión, sino en vertical aprovechando las catas de los trabajos anteriores, limpiando las trincheras antiguas, practicando cortes y regularizándolos. En este sentido, Montes destaca como buena práctica la utilización de nuevas técnicas para obtener información muy rica a partir de cortes antiguos, con muy poco desgaste del yacimiento, buscando el máximo aprovechamiento y rentabilidad (superficie excavada/información obtenida). De esta manera, se deja el registro intacto para futuros trabajos que puedan seguir proporcionando un retorno para el conocimiento científico.

Por encima del Paleolítico medio, se conservan dos niveles del Paleolítico superior: el Auriñaciense I (clásico) y el Auriñaciense 0 (arcaico). El sedimento desaparecido en las primeras excavaciones probablemente se compondría de un nivel gravetiense, un paquete solutrense bastante espeso, y un nivel magdaleniense superior que colmataba el yacimiento.

Secuencia de Covalejos

Secuencia tecnocultural del yacimiento arqueológico de Covalejos. Fuente: Montes Barquín R y Sanguino González J (2021)

La evolución de los neandertales en Covalejos

El nivel inferior (15) está bien datado en el Eemiense (MIS 5), con unos 115 ka. Esta primera fase se caracteriza por la confección de grandes lascas sobre arenisca y cuarcita, identificable como un Achelense final o Musteriense arcaico. Desde él, se ha encontrado toda la secuencia del Paleolítico medio hasta hace unos 40 ka, momento en que desaparecen los neandertales de esta cueva.

Esta secuencia completa permite entender la evolución de las industrias de los neandertales, que demuestran una gran capacidad adaptativa y van mejorando y perfeccionando sus tecnologías. Montes propone reflexionar sobre el gran potencial de comprensión de la inteligencia de este grupo humano que tenemos por delante, a través de la evolución de sus actividades cotidianas a lo largo del tiempo, que nos muestran sitios como este.

En concreto, en Covalejos se observa un desarrollo de sus industrias desde unos primeros usos con menor selección de materias primas, y progresivamente gracias al mayor conocimiento del territorio van seleccionando mejores materiales: desde areniscas, luego sílex, y cada vez mejores tipos de sílex de varias fuentes en la zona.

Los neandertales también produjeron en Covalejos una abundante industria sobre hueso. Son 660 restos con marcas de procesado, uso o talla, que se agrupan como «industria ósea escasamente elaborada». Es decir, no fabrican azagayas como los humanos modernos, pero sí numerosos útiles con difícil interpretación de su aplicación, a modo de cuchillos, raspadores, tensores (para ejercer presión), etc.

Si nos detenemos en la lítica, hay varias evoluciones muy interesantes. La llegada de los neandertales enseguida se refleja en la secuencia con la técnica Levallois, en el nivel 11. Después, la cadena de producción es Quina de manera muy intensa en las fases centrales de la estratigrafía. A partir de 74 ka (nivel 9) se observa un cambio, desde unas poblaciones más arcaicas hacia otras que podemos asociar a un Musteriense más clásico, que correspondería a entre 60 y 40 ka, hasta los niveles 6 (con Levallois y laminar) y 4 (con Levallois y centrípeto), cuando aparecen las hojitas pequeñas. En total, se han recuperado unas 4000 piezas y 37.000 debrises de los niveles musterienses. Previamente a la desaparición de los neandertales, hay otro cambio significativo de las industrias, en que observamos la aparición de laminillas en torno a unos 45 ka (Musteriense final).

Útiles Quina Covalejos

Sistema operativo alternante modalidad Quina. Fuente: Montes Barquín R y Sanguino González J (2021)

Dificultades: la transición a sapiens en el cantábrico

Después de los neandertales, hay un vacío de presencia antrópica entre hace 40 y 38 ka, y las primeras poblaciones sapiens aparecen hace unos 37 ka.

Sin embargo, alrededor de esa edad la cueva sufre un episodio de solifluxión en el que se pierde parte del registro: el último nivel musteriense se ve afectado por una erosión hídrica muy importante que ocurrió hace unos 38-39 ka, con un momento tremendamente húmedo y templado dentro de un gran proceso frío, que también se identifica en otras cuevas de la región como Morín y El Castillo, y que es nefasto para la conservación del registro arqueológico.

Este proceso coincide con la etapa en que ya habían desaparecido los neandertales y corresponde a los primeros vestigios de ocupaciones sapiens. Por tanto, Montes subraya que este hecho requiere especial prudencia a la hora de interpretar la transición entre neandertales y sapiens en el cantábrico.

¿Convivencia entre especies?

Sorprende la mencionada evolución tecnológica de los neandertales hacia la producción de industrias microlaminares. Aunque estas son diferentes a las de los sapiens (no se tallan núcleos laminares, sino que los neandertales usan otras cadenas operativas y metodologías de talla, como la Quina), hay autores que relacionan esta evolución con un contacto entre especies y una influencia cultural, tal vez en ambas direcciones, con posibles influjos de los neandertales en algunos aspectos de la talla auriñaciense.

Este fenómeno se observa de una forma más clara a partir de algunos yacimientos vascos y sobre todo en el sur de Francia, donde determinados grupos neandertales producen puntas de Châtelperron, que son parecidas a las puntas de dorso de los grupos sapiens. También se hallaron algunas puntas chatelperronienses en Cantabria (Morín) y en Asturias (La Güelga). Sin embargo, Montes destaca la dificultad de etiquetar como chatelperronienses las puntas de dorso encontradas en el final del Musteriense ya que, para asumir que se trata de una tecnología distinta, además de los productos han de encontrarse unas determinadas cadenas operativas, que en el cantábrico no se suelen hallar. Los últimos neandertales cantábricos tallaban Quina y producían hojitas, pero quizá esta influencia la están arrastrando desde hace milenios. En cambio, las industrias transicionales que reflejan una probable interacción neandertales-sapiens, incluso tal vez compartiendo la producción, se encuentran más claramente en el sur de Francia.

Los sapiens en Covalejos

Los primeros grupos de humanos modernos llegan a la región en torno a los 37-38 ka, con una tecnología auriñaciense arcaica, poco diversificada. Es el nivel 3 de la secuencia de Covalejos (Protoauriñaciense o Auriñaciense 0), donde se han recuperado por el momento 525 piezas, 427 chunks (elementos indiferenciados), 7 cantos y 8072 debrises (lascas pequeñas). Predominan las hojas y hojitas retocadas y Dufour, los raspadores, y los primeros elementos de arte mobiliar y de adorno personal. También aparece industria ósea desde el primer momento, hecha sobre costillas o asta y una azagaya sobre marfil.

Covalejos tiene un magnífico registro de arte mobiliar auriñaciense. En 1 m2 se hallaron cuatro plaquetas planas de arenisca, que se llevaron a la cueva para ser grabadas. Destaca la gran plaqueta con la representación de una crin, una línea cervicodorsal y una cola de caballo. Otras están grabadas con representaciones de vulvas. Con 33 ka, son la evidencia de arte mobiliar más antigua que se conoce en el cantábrico.

Plaquetas grabadas de Covalejos.

Plaquetas grabadas de Covalejos. Fuente: Montes Barquín R y Sanguino González J (2021)

Entre los objetos de adorno personal, cabe mencionar algunos colgantes de caninos atrofiados (que no se perforan, sino que se entallan) y un collar de conchas marinas que, junto con el del abrigo del Cuco, son los elementos de adorno personal hechos con conchas marinas más antiguos del cantábrico (34-37 ka).

A partir de hace 34 ka es cuando Covalejos registra una ocupación sistemática con industria auriñaciense clásica, muy diversificada y abundante en el nivel 2 de la secuencia (Auriñaciense I): 413 piezas, 298 chunks, 4 cantos y 6941 debrises, destacando las hojas auriñacienses en sílex, así como las industrias óseas características (azagaya de base hendida).

Collar conchas marinas Covalejos

Collar de conchas marinas de Covalejos. Fuente: Montes Barquín R y Sanguino González J (2021)

Restos humanos

En Covalejos se han hallado 4 dientes humanos, 3 de neandertales y 1 de humano moderno.

  • CV-1, encontrado al comienzo de la excavación moderna en la limpieza de la trinchera inferior, en un sedimento con mezcla de niveles musterienses. Es un primer molar superior derecho deciduo, con deficiente conservación. Corresponde a un individuo de 6-10 años.
  • CV-2, del nivel 2 (Auriñaciense clásico). Es un tercer molar superior derecho (muela del juicio) con poco desgaste, lo que sugiere que su dueño fue un adulto joven de 17-25 años.
  • CV-3, del nivel 8 (Musteriense tipo Quina, fechado en más de 50 ka). Es un primer molar inferior izquierdo deciduo de un niño de 2-3 años.
  • CV-4, del nivel 4 (Musteriense, de entre 44,5-39 ka), mal conservado. Parece un incisivo central superior decidual.

 

Dientes humanos de Covalejos

Dientes humanos de Covalejos CV-4, CV-2, CV-3, CV-1. Fuente: Montes Barquín R y Sanguino González J (2021)

El conjunto de dientes atribuidos a Homo neanderthalensis en la cornisa cantábrica es pequeño: en total son 231 dientes, correspondientes a un número mínimo de 27 individuos (11 adultos, 4 juveniles, 4 adolescentes, 8 infantiles), provenientes de 6 sitios: El Sidrón (211), El Castillo (9), Arrillor (1), Axlor (5), Lezetxiki (2, con dudas), sumándose ahora Covalejos (3).

En cambio, los dientes atribuidos a Homo sapiens en el Paleolítico superior de la cornisa cantábrica son menos (59, de al menos 37 individuos) pero provienen de muchos más sitios (18).

Por último, cabe destacar que en dos niveles musterienses los sedimentos tenían material genético (tanto humano como de fauna) que se ha incorporado en el proyecto en curso sobre el estudio del ADN de los suelos.

Referencia: Montes Barquín, R. y Sanguino González, J. (directores). La cueva de Covalejos (Velo de Piélagos, Cantabria). Ocupaciones neandertales y sapiens en la cuenca baja del río Pas. Actuaciones arqueológicas 1997-1999 y 2002. Monografías del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, 2021.

4 pensamientos en “Covalejos: la evolución de los neandertales y la transición a los primeros humanos modernos en el cantábrico

  1. Gracias Roberto por la claridad en la explicaciones! Estoy de acuerdo con Eduardo, sólo que añado una palabra más : palinogía 😊. Entran ganas des visitarla, ¡qué de información! Parece un sitio clave del que aún podemos esperar más datos y en especial espero que pueda descubrise más sobre la interacción Neanderthales/Sapiens muy pronto.

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