La Garma es un sitio espectacular ubicado en Ribamontán al Monte, en Cantabria (norte de España). Se trata de un complejo sistema kárstico que cuenta con varios yacimientos paleontológicos y arqueológicos en distintas galerías y también al aire libre, que abarcan desde hace unos 400.000 años (las evidencias más antiguas de presencia humana en el cantábrico) hasta la Alta Edad Media.
Un ejemplo de la riqueza que atesora La Garma: se estima que más de 76.000 objetos siguen estando a la vista, ya que las técnicas de estudio no son invasivas y se han extraído muy pocos, como veremos a continuación. Este es un rápido inventario de hallazgos solo de la Galería Inferior [más información sobre los distintos yacimientos de La Garma en este otro artículo que mantengo actualizado]:
- Restos de 9 construcciones, posibles cabañas de material perecedero utilizadas como viviendas y/o espacios rituales.
- Un impresionante conjunto de arte rupestre paleolítico, con pinturas y grabados: unos 100 animales (ciervos, caballos, bisontes, cabras, uros, megaceros, carnívoros…), 40 manos en negativo, 3 «máscaras», unos 100 signos…
- Una de las más importantes colecciones de arte mueble que se conocen, en la que sobresalen 30 objetos de primer orden, por ejemplo: una espátula de hueso con una cabra montés grabada, una falange de uro con los grabados de un uro, un signo y una cabeza humana, un contorno recortado en forma de cabeza de cabra montés, y un contorno recortado en forma de oso.
- Huellas humanas, tanto de adulto como de un niño de 6-7 años.
El proyecto «La Montaña del tiempo. Exploración de un campamento paleolítico en La Garma» ha sido galardonado con el II Premio Nacional de Arqueología y Paleontología de la Fundación Palarq. Por este motivo, he querido entrevistar a Pablo Arias y a Roberto Ontañón, del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC), quienes han recibido el premio en nombre del equipo hoy en el Museo Arqueológico Nacional. Y comienzo preguntándoles sobre estos 26 años de trabajo, ¿de qué estáis más orgullosos?
[Pablo Arias] Estamos orgullosos de haber antepuesto siempre la conservación del patrimonio al avance rápido de la investigación y del conocimiento. Cuando comenzamos allí, algunos nos aconsejaron hacer una excavación convencional, incluso abrir la entrada original de la cueva. Nosotros siempre nos hemos resistido a eso y hemos considerado que lo prioritario era conservar los suelos, dejarlos lo más cerca posible de su estado original que nos encontramos, dado que es nuestra responsabilidad para futuras generaciones, tanto de ciudadanos en general como de arqueólogos. Para ello, hemos hecho un esfuerzo grande y nos ha costado mucho tiempo y el sacrificio de artículos en revistas de alto impacto. Pero nos ha permitido el desarrollo de muchas técnicas de tipo no invasivo y enfoques metodológicos nuevos. Esperamos que de nuestro trabajo quede esa actitud de defensa del patrimonio, y de intentar compatibilizar la conservación con el avance del conocimiento, y que ayudemos así a romper esa «maldición» que se asocia a una arqueología del tipo destructivo.
[Roberto Ontañón] Estamos muy contentos de haber salido triunfantes de ese reto. La Garma es la gloria del arqueólogo, pero al mismo tiempo su pesadilla. Es un sitio donde a la vista tienes unos restos absolutamente excepcionales, pero no los puedes estudiar con metodologías convencionales. Hubo un momento muy importante en este proyecto, que fue el descubrimiento de la Galería Inferior, tras el que tuvimos que parar durante años para hacernos conscientes y reflexionar sobre la enorme complejidad de ese patrimonio arqueológico, y sobre la forma en que podíamos «hincarle el diente» sin destruirlo. Cuando tienes en tus manos la responsabilidad de gestionar un bien de esta naturaleza, y en mi caso también de conservarlas, como responsable de las cuevas prehistóricas de Cantabria, no es fácil resistirse a ir recogiendo materiales empleando técnicas destructivas. Por ejemplo, hay piezas a la vista como un bastón perforado con dos ranuras que no hemos levantado de su sitio. Esto puede sorprender a mucha gente, y efectivamente no es fácil gestionar la tensión continua entre conservación y generación del conocimiento, incluyendo el estudio del karst, de sus condiciones ambientales y del efecto de nuestra presencia, para ayudar a mantenerlo con el menor impacto posible al sistema.
Aunque la entrega de un premio en ocasiones suena a reconocer una historia que llega a su fin, en La Garma se está más cerca del inicio que del fin de su estudio y de su entendimiento. ¿Qué viene ahora, cuál es el futuro inmediato?
[PA] Efectivamente, en el conjunto de La Garma hay trabajo para más de un siglo. Por ejemplo, de los suelos de la Galería Inferior hemos explorado solo un 10%. Una cosa es ver los objetos, y otra es luego ir interpretando hueso a hueso, lasca a lasca. Otro privilegio de La Garma, que al mismo tiempo es un problema, es que tenemos muchos frentes abiertos. La «joya de la corona» son los suelos de la Galería Inferior, con su colección extraordinaria tanto de arte mueble como de arte rupestre, pero en La Garma también tenemos la ocupación más antigua del Cantábrico, una magnífica secuencia del Paleolítico, un castro de la Edad del Hierro excelentemente conservado, depósitos paleontológicos muy valiosos, ocupaciones visigóticas increíbles, un registro paleoambiental de primer orden…
[RO] Por poner un ejemplo y ahondar sobre esto: el arte rupestre es uno de los elementos más conocidos de La Garma, pero en realidad el conocimiento que tenemos de este arte todavía es general. En la Galería Inferior hubo una serie de trabajos a principios de este siglo, pero está pendiente el estudio detallado de cada panel decorado. De hecho, en cuanto nos hemos detenido en algunos sitios concretos, como la zona 4, y ahora estamos comenzando en la zona 1, hemos descubierto muchas más representaciones de las que conocíamos. Antes no eran visibles, ya que no nos habíamos acercado: entre la zona de trabajo de los investigadores y las paredes decoradas hay metros con miles y miles de huesos, utensilios y restos de arte mobiliar tapizando el suelo. Ahora solo estamos empezando a aproximarnos a las paredes de forma discreta, y prevemos tomar velocidad en los próximos años. Nuestro resultado consiste en haber establecido las bases y definir unas metodologías innovadoras y adecuadas al objeto tan inaudito como es este campamento magdaleniense dentro de la cueva, y lanzar las líneas de trabajo y criterios generales de conservación e investigación para los colegas que nos sucedan.
Mirando el yacimiento de La Garma A, donde habéis encontrado herramientas achelenses asociadas a restos de fauna de rinoceronte, elefante y ciervo, con una asombrosa datación de 400 ka [miles de años], quería conocer vuestra opinión sobre qué humanos pudieron llegar a la región cantábrica por entonces, y cuál es su encaje en el «lío del Pleistoceno medio» [traducción de Muddle in the Middle, un juego de palabras en inglés para referirse a la complejidad del estudio de los distintos grupos humanos que fueron poblando, extinguiéndose y mezclándose, en distintas regiones en Eurasia y en África hace entre 774-129 ka].
[PA] Todavía no tenemos información directa porque no hemos encontrado restos humanos, aunque tenemos dudas con algunos fragmentos de partes anatómicas que no son fáciles de distinguir. Un estudio que estamos haciendo, gracias al apoyo de la Fundación Palarq, es el análisis de un conjunto amplio de huesos no determinables, usando la técnica de ZooMS [espectrometría de masa de péptidos del colágeno óseo], y es posible que identifiquemos alguno de ellos como humano. Por ahora, podemos pensar que, por la cronología, el tipo de industria y el contexto paleoambiental, los humanos serían similares a los de la Sima de los Huesos de Atapuerca. Y su actividad era realmente interesante. Por una parte, tenemos una industria achelense muy rica compuesta por bifaces y hendedores, entre los que destacan una pieza realmente llamativa: un bifaz de limonita. De hecho, al recuperarla pensábamos que su color rojo se debía a que estaba teñida, y, tras limpiar la arcilla, fue una gran sorpresa ver que era roja, porque era limonita y no cuarcita como podía ser nuestra sospecha. Por otra parte, hay un gran registro faunístico, con muchos huesos de ciervo, elefante, rinoceronte, macaco, león, hiena… y abundantes marcas de procesado en ellos.
[RO] Lo que tenemos en La Garma A realmente es una alfombra de huesos que llega a ser comparable a la de la Galería Inferior. Es un contexto donde hemos visto fracturas de algunas piezas in situ junto con los instrumentos líticos, prácticamente sin desplazamiento, lo que confirma el origen antropogénico de este depósito paleontológico, y sin procesos tafonómicos reseñables que hayan alterado después los restos de fauna. Esto no abunda en el norte de la península ibérica. Pero hasta el momento, lo que aporta La Garma al estudio de la evolución humana es una aproximación tecnológica a través de la arqueología, por las industrias encontradas y a través de la fauna que los humanos consumían. Por ahora, asumimos que estos humanos podrían ser anteneandertales o neandertales antiguos, una vez descartado Homo heidelbergensis.
Para terminar, de los 76.000 objetos de La Garma, ¿cuál es vuestro favorito?
[PA] El mío es la falange de uro, sin duda.

Arte mueble de La Garma. Izda: falange de uro con representaciones en relieve de uro, signo y antropomorfo. Dcha: espátula con representación de cabra montés en relieve. Crédito: Roberto Sáez
[RO] El mío es el contorno recortado en forma de oso, que es un posible fragmento de espátula. Aunque hay numerosos contornos recortados, pensamos que es el único con forma de oso que se conoce en el Magdaleniense. Este y la falange de uro son las dos piezas que más nos piden en préstamo [al Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria] desde otros museos.
Saludos a todos los interesado, La Garma es un sitio espectacular ubicado en Ribamontán al Monte, en Cantabria (norte de España). Se trata de un complejo sistema kárstico que cuenta con varios yacimientos pareciera que sitio sagrado hombre paleolítico donde veneran a los muertos tanto a los animales como el hombre en la pintura rupestre lo que muestra a los animales caminando a un nivel que no podían tocar ni mirar en su imaginación iban a un largo camino y paz he aquí punto de partida inicio de la religión que ayudó muchos ha unirse nacio
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Todo un viaje en el tiempo!
Enhorabuena por su tesón y paciencia a los investigadores! Respetar el
Entorno y hallazgos está pagando!
La miel en los labios: qué ganas de visitarla.
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