En 2016, escribí que especímenes de Homo erectus y de Paranthropus boisei coexistieron en el mismo paisaje cerca del Lago Turkana. Entonces usé el término «virtualmente» para subrayar que, aunque algunos milenios pueden parecer un lapso breve en términos geológicos, siguen siendo un periodo extenso. Restos de ambos linajes se han encontrado en capas sedimentarias cercanas en tiempo y espacio, pero esto no significa necesariamente que se hayan visto cara a cara. En todo caso, aquellos hallazgos fueron muy significativos porque demostraban un caso de simpatría entre homininos: la convivencia de dos especies muy distintas en morfología, capacidad craneal y estrategias de aprovechamiento de los recursos naturales. Estas diferencias les permitieron adaptarse a un mismo nicho ecológico minimizando la competencia directa.
Ahora, tenemos evidencia de que sí coexistieron físicamente al mismo tiempo. Hace 1,5 Ma (millones de años), individuos de ambas especies caminaron por el mismo lugar. Lo sabemos gracias a sus huellas (K. G. Hatala, N. T. Roach, A. K. Behrensmeyer, et al., 2024). Este descubrimiento realmente hace vibrar: no se trata de fósiles que ofrecen una visión estática de cómo pudieron ser sus dueños, sino de rastros que nos hacen imaginar a aquellos seres en movimiento. Podemos figurarnos a cada uno caminando e interactuando con los miembros de su grupo, aunque dudo mucho que entre especies hubiera algo más allá de la curiosidad por verse de vez en cuando. Eran radicalmente distintos en forma y en modo de vida. Los Homo erectus ya tenían una estatura cercana a la nuestra, aunque posiblemente con un cuerpo algo achaparrado, y un cerebro de unos 1000 cc. Los parántropos, en cambio, mostraban una morfología poscraneal más similar a la de los australopitecos, y un cráneo muy distinto al humano, marcado por una mandíbula y una dentición masivas, con un cerebro más pequeño.
Las primeras huellas del sitio FE22 de Koobi Fora (Kenia) aparecieron en 1978. Junto a numerosas pisadas de hipopótamo, aparecieron rastros de un Homo temprano que caminó desde un barro más blando hacia una superficie más dura y menos profunda. En 2021, se descubrió el conjunto completo de huellas, atribuidas a dos tipos distintos de homininos que pasaron por allí con una diferencia de tiempo muy estrecha, de pocos días, quizá incluso en el mismo día. Las huellas sólo se preservan de esta manera si se cubren rápidamente con barro, ceniza u otros sedimentos.
El conjunto incluye una senda de 13 pisadas hechas por un Paranthropus boisei que caminaba rápidamente hacia el este y, a menos de un metro de distancia, sobre la misma superficie, tres huellas aisladas dejadas por dos o tres individuos de Homo erectus que se dirigían hacia el norte. La identificación de las especies se basa en su asociación con los fósiles hallados en la región con esa antigüedad. Las huellas están excepcionalmente bien conservadas, permitiendo comparaciones detalladas con otras conocidas de homininos, así como con las de 340 humanos actuales. Algunas huellas son tan claras que muestran el deslizamiento de los dedos por el barro. Sigue leyendo
