Paleoantropología: novedades 4º trimestre 2021

Paleoantropología: novedades 4º trimestre 2021

Cerramos 2021 con 24 novedades en paleoantropología publicadas en este último trimestre, que recopilo por orden cronológico. En total han sido ¡112 noticias! las que he ido incluyendo en mis resúmenes trimestrales durante este año. Y creedme que he sufrido bastante para poder seleccionar.

  • Se ha definido un nuevo método para determinar el nivel de dimorfismo sexual de los dientes caninos de forma fiable en simios antropoides extinguidos. Este estudio concluye que el dimorfismo sexual de los caninos era probablemente muy bajo en los homininos ya desde Ardipithecus ramidus, hace 4,5 Ma (millones de años), así como en las especies posteriores de Australopithecus y Homo, prácticamente indistinguible al de los humanos modernos, y muy inferior al del bonobo, que es el menos dimórfico y conductualmente menos agresivo de los grandes simios actuales [+info]. Puede que todos tuviéramos más o menos este concepto en mente, pero nuevos trabajos como este con el método pdPeak (pico de densidad posterior) vienen a confirmarlo.
  • Se ha reestudiado un rastro de 5 huellas dejadas en Laetoli (sitio A) hace 3,66 Ma, descubiertas en 1976, dos años antes que el famoso rastro (sitio G) que ha perdurado en todos los textos. Aunque en su momento las del sitio A quedaron olvidadas por las dudas que despertaban sobre el tipo de animal que las hizo (tal vez un oso), el nuevo análisis concluye que los autores fueron homininos, pero distintos a los Australopithecus afarensis a los que se asocian los rastros de los sitios G y S, hallados en 1978 y 2014 respectivamente [+info].

Huellas de Laetoli, sector A. Crédito: Austin C. Hill y Catherine Miller.

Sigue leyendo

Nuevas huellas en Laetoli, pero de otro hominino diferente

Nuevas huellas en Laetoli, pero de otro hominino diferente

[English version below]

Seguramente todos hemos oído hablar de las huellas de Laetoli: un conjunto de unas 70 icnitas (huellas fosilizadas) asignadas a tres individuos de Australopithecus afarensis que caminaban hace 3,66 Ma (millones de años) sobre un suelo de ceniza volcánica, rápidamente endurecido y cubierto por nueva ceniza, lo que permitió conservar este tesoro hasta su hallazgo en 1978 por Mary Leakey y su equipo. Estas huellas dejadas a lo largo de 27 metros (denominado sitio G) permitieron confirmar el caminar totalmente bípedo de estos homininos antepasados de Lucy: pisaban apoyando bien el talón, recorriendo el arco del pie e impulsando el paso finalmente con los dedos, en concreto fuertemente con el pulgar.

Lo que tal vez no sea tan popular es que 26 años después, en 2014 se halló otro conjunto de icnitas en el sitio S, a tan solo 150 metros del anterior, compuesto por 14 huellas dejadas por otros dos individuos (13 de uno y 1 de otro), a lo largo de 32 metros. Estas son virtualmente contemporáneas a las dejadas por los australopitecos del sitio G. Comparando las características de las pisadas, parece que los autores fueron también Australopithecus afarensis. Otros muchos animales dejaron sus huellas en Laetoli (mamíferos como bóvidos, jirafas, équidos, rinocerontes, etc. además de aves e insectos), hasta en 33 sitios distintos que se venían estudiando desde principios de los años 1970s.

Así, pocos sabrán que 2 años antes del primer hallazgo, en 1976 se había excavado un camino de icnitas en otro de esos sitios, el A, entre las que había 5 seguidas que también habían levantado sospechas sobre una posible autoría de homininos. Sin embargo, su forma presentaba dudas y también se planteó que pudo hacerlas un oso joven erguido sobre sus patas traseras. Como pronto se encontraron las famosas huellas indiscutibles del sitio G, las dudosas del A quedaron un tanto olvidadas.

Por fin, un nuevo trabajo ha excavado y «rescatado» de nuevo aquellas huellas del sitio A, limpiando su relleno por completo. Gracias a su estudio y la comparativa con otras huellas humanas, de chimpancé y de osos caminando erguidos, con formas del pie similares a las huellas de Laetoli, sus investigadores confirman la autoría prehumana de las mismas. «[Los osos] no pueden caminar con una marcha similar a la de las huellas del sitio A, ya que la musculatura de su cadera y la forma de sus rodillas no permiten ese tipo de movimiento y equilibrio», indica Jeremy DeSilva, coautor de este estudio. Los talones de los osos se estrechan y sus dedos y pies tienen forma de abanico, mientras que los pies homininos tienen una forma más rectangular y un dedo pulgar prominente. Por tanto, no fueron osos sino homininos bípedos los que dejaron ese rastro. Curiosamente, ese individuo estaba cruzando una pierna sobre la otra al caminar, lo que se ha identificado como una acción para restablecer el paso balanceado, tal vez por una irregularidad del terreno.

Huellas de Laetoli

Huellas de Laetoli A3 (izda, por Jeremy DeSilva) y G1 (dcha, por Eli Burakian/Dartmouth).

Sigue leyendo

Paleoantropología: novedades 3er trimestre 2021

Paleoantropología: novedades 3er trimestre 2021

33 es un bonito número, y son las noticias que he recopilado sobre publicaciones en paleoantropología en el tercer trimestre de 2021 que acabamos de dejar atrás. Por orden cronológico, como de costumbre:

  • Una nueva revisión de la dentición de Paranthropus robustus cuestiona la vieja hipótesis de la megadontia de los parántropos adaptada a la masticación de alimentos duros (semillas, frutos secos), ya que los dientes analizados no presentan las mismas fracturas y marcas en el esmalte que tienen los primates actuales con ese tipo de alimentación. Los isótopos en los dientes indican más bien la presencia de tallos e hierbas. Este trabajo refuerza otros anteriores con similares conclusiones para Paranthropus boisei. Hace tiempo que ya sabemos que mi querido Nutcracker Man no era realmente un cascanueces. De hecho, entre los Homo la tasa de fracturas en los dientes es más elevada, probablemente asociada a la acción de piedras o arena, por el empleo de dientes para otras tareas aparte de la alimentación [+info].
  • Continuando con P. robustus, se ha presentado una nueva herramienta de hueso asociada con restos de parántropos en el sitio Cooper’s D (Sudáfrica), datado en 1,0-1,4 millones de años (Ma), y que contiene 7 restos de P. robustus y 50 herramientas líticas. Se une al conjunto de 102 útiles óseos en distintos sitios sudafricanos (Sterkfontein, Swartkrans, Kromdraai y Drimolen) [+info].
Herramienta de hueso de 1-1,4 Ma

Herramienta de hueso de 1-1,4 Ma de Cooper’s D. Crédito: Hanon et al (2021)

  • Un nuevo yacimiento en la Garganta de Olduvai, denominado DS (David’s Site) permite observar la organización espacial de los primeros humanos hace 1,84 Ma. Acumulaban materias primas, basaltos que seleccionaban de buena calidad, realizaban las mismas funciones en las tres grandes áreas del sitio, y no había solapes entre las zonas de talla y las zonas de percusión [+info].
Percutor de David's Site

Percutor de David’s Site. Cortesía de Fernando Díez-Martín

  • Y siguiendo en Olduvai, con ayuda de algoritmos de inteligencia artificial un estudio concluye que hace 1,84 Ma los homininos de los sitios FLK Zinj, DS y PTK eran cazadores (depredadores) y no carroñeros (cleptoparásitos) [+info].
  • El crecimiento del cuerpo y del cerebro en el proceso evolutivo dentro del género Homo puede explicarse en relación con el clima, según un trabajo que combina datos de más de 300 fósiles con modelos paleoclimáticos que consideran temperatura, precipitación y otras condiciones. La temperatura guarda una fuerte vinculación con el tamaño del cuerpo: los cuerpos más grandes generan más calor pero pierden relativamente menos, porque la superficie no crece en la misma proporción. Esta correlación de cuerpos pesados con climas fríos se conoce ya en otros mamíferos. En cuanto al cerebro, este órgano atravesó presiones selectivas distintas a las del tamaño del cuerpo. Los resultados no muestran una asociación del tamaño del cerebro con la temperatura, sino con climas más estables y las necesidades dietarias para mantener un cerebro grande, también vinculadas a cambios de comportamiento que influyeron en el tamaño cerebral para cazar de manera más compleja en entornos más abiertos, y desarrollar actividades sociales y tecnológicas [+info].

Sigue leyendo

Las huellas neandertales de la playa de Matalascañas

Las huellas neandertales de la playa de Matalascañas

[English version below]

Tal vez un lugar donde raramente pensaríamos sobre evolución humana es la playa de Matalascañas (Huelva), una preciosa costa de 5 km junto al Parque Nacional de Doñana, en el suroeste de España. Allí se ha descubierto un yacimiento con cientos de icnitas (huellas fosilizadas) de distintas especies, 87 de ellas dejadas por neandertales tempranos hace unos 296 ka (miles de años). Esta es la nueva datación publicada en octubre de 2022, tras la estimación inicial de 106 ka dada para una capa superior. De todas las huellas, 31 están longitudinalmente completas.

¿Qué sabemos de este hallazgo? Resumo a continuación las principales ideas que nos comparte para este blog Eduardo Mayoral, catedrático de Paleontología en la Universidad de Huelva y coautor de estos estudios, publicados en Scientific Reports:

  • Son 87 huellas humanas, que fueron dejadas en torno a zonas encharcadas, y afortunadamente quedaron rápidamente enterradas. Hay otras muchas huellas de fauna (ciervo, jabalí, elefante, uro, lobo) que se publicaron en julio 2020.
  • El estudio arrancó con el hallazgo de las huellas de esos grandes vertebrados que habían quedado expuestas gracias a la erosión, hasta que identificaron como humanas algunas de ellas. En esta zona, la costa va retrocediendo por la dinámica cambiante de vientos y corrientes oceánicas.
  • Se trata de un yacimiento efímero. Queda enterrado por las mareas, y cada temporal desgasta una parte de terreno, dejando expuestas nuevas huellas (y erosionando otras).
  • Las huellas se encuentran bajo una capa de dunas fosilizadas (eolianitas), con una datación segura de 296 ka mediante luminiscencia (OSL). Los grupos humanos que ocupaban la península ibérica probablemente eran grupos de neandertales tempranos. La línea de costa se encontraba a 20 km mar adentro de la actual.
  • Constituyen las huellas humanas más antiguas del Pleistoceno superior encontradas hasta ahora. Lo siguiente en antigüedad son 257 huellas de 80 ka en Le Rozel, Normandía, publicadas en 2019. Son las huellas del linaje neandertal más antiguas en la península ibérica. Solo se conocía una huella en Gibraltar de 28 ka.
  • Aunque se hallaron a partir de junio de 2020, las huellas todavía se conservan bastante bien, porque las mareas también hacen que se cubran rápidamente con arena que las protegen. No ocurrió lo mismo con las huellas de Happisburgh, en el sur de Inglaterra, de unos 850 ka, halladas en 2013 y asociadas con Homo antecessor, que desaparecieron en unos pocos días tras quedar expuestas.
  • La morfología de la pisada se corresponde bien con el pie neandertal. El 70% son de adolescentes (15 individuos) o niños menores de 10 años (7 individuos), y hay muy pocas de adultos (9). Esta proporción se parece a la del yacimiento de Le Rozel (un grupo pequeño con mayoría de infantiles).
  • La estatura promedio es de 1,44 m, con una medición mínima que corresponde a 1,04 m y una máxima a 1,88 m. Teniendo en cuenta una posible dispersión morfométrica intraindividual de las huellas, el número mínimo de individuos se ha calculado en 3.
  • A partir de las huellas también se ha definido una nueva especie de jabalí extinto, Suidichnus galani, publicado en diciembre 2020, que pesaba 300 kg y era el triple de grande que el actual cerdo ibérico, posible descendiente de aquél.

Sigue leyendo

Las huellas de White Sands: el viaje de dos humanos hace 12.000 años

Las huellas de White Sands: el viaje de dos humanos hace 12.000 años

Tenemos un largo camino por delante de varios kilómetros. En otras circunstancias podríamos tomárnoslo con calma, pero a este gran lago también acuden tigres dientes de sable, lobos, bisontes, mamuts y perezosos. No es una zona segura: vayamos rápido, todo recto, sin rodeos. Llevaré al niño en brazos para evitar riesgos. Esta arena blanda junto al lago no es un terreno fácil para la caminata. Me he resbalado en algunas ocasiones, y hemos tenido que esquivar algunos charcos. Llevamos ya casi la mitad de camino, pero el niño pesa y mis brazos ya duelen. Le bajo al suelo, para que se mueva un poco mientras mi espalda descansa. Pero no podemos parar demasiado. Vuelvo a cogerle y continuamos, pero sigue intranquilo, y más adelante nos detenemos otras dos veces, esta vez menos tiempo. Al fin llegamos. Dejo al niño con el grupo y regreso. Decido hacerlo por el mismo camino, que nos fue bien a la ida. Es curioso, por aquí han cruzado un perezoso y un mamut hace poco. No me sorprende, pero sí me preocupa, porque me doy cuenta de que el perezoso se ha detenido junto a nuestro rastro y se ha levantado sobre sus patas traseras olfateando algo, así que los depredadores pueden estar al acecho también. Acelero para volver cuanto antes.

Todo esto sucedió hace entre 11.500 y 13.000 en lo que hoy es el parque nacional White Sands en Nuevo México, Estados Unidos. Aunque me he permitido alguna licencia en la narración, esta pudo ser la historia real de dos humanos durante unas horas. ¿Cómo podemos saberlo?

Conocemos el poder de conocimiento que nos dan los fósiles, un testimonio de muerte de los especímenes a los que pertenecieron. En no pocas ocasiones, además de proporcionar información sobre su muerte, en realidad nos dicen mucho más sobre su vida: si eran robustos, altos, esbeltos, achaparrados, si recibieron cuidados que les permitieron recuperarse de determinadas lesiones, qué tipo de locomoción tenían, si sus manos eran capaces de tallar herramientas complejas, si todavía tenían facilidad para trepar a los árboles, cómo era su canal de parto, qué tamaño tenía su cerebro, y otros indicativos sobre su potencial inteligencia, como la forma de sus regiones cerebrales, e incluso cómo era el riego sanguíneo en ellas. Pero existen otros elementos que dan un testimonio directo de un momento específico en la vida de aquellos seres: son las huellas que dejaron al caminar, llamadas icnofósiles o icnitas. Increíblemente, se han conservado huellas de homininos tan antiguas como las de Laetoli (Tanzania, 3,66 millones de años, dejadas por australopitecos) y las de Ileret (Kenia, 1,5 millones de años, dejadas por Homo erectus). Sigue leyendo