Situada cerca de Escobedo de Camargo (Cantabria, norte de España), la cueva El Pendo tiene una gran diferencia respecto al resto de cuevas cántabras: consiste en una única gran sala de impresionantes dimensiones, 22 m alto, 45 m ancho y 80 m largo. El aporte de agua se produce de forma transversal y no vertical, por lo que la cueva carece de espeleotemas.
Un derrumbamiento sucedido hace entre 9000-1500 años cambió su forma radicalmente. En la actualidad, varios metros del vestíbulo exterior están bajo rocas, donde antes estarían protegidos por una enorme visera, lugar en que se desarrollaría buena parte de la actividad humana. A pesar del derrumbamiento, el aporte de luz desde la boca de la cueva es actualmente notable, y sería mayor durante su ocupación en el Paleolítico.
De entrada, su forma, dimensiones e iluminación ya le dan a la cueva un carácter muy especial, algunos dirían mágico, que ayuda a entender las consideraciones que describiré en este post.

Cueva El Pendo. Vista completa desde la verja de entrada, con el friso de las pinturas al fondo y el yacimiento hacia la mitad de la sala. Foto: eldiario.es
En el interior se han realizado intervenciones arqueológicas durante 100 años, desde finales del XIX hasta los años 1990s.
Corte de Sautuola y los años 50
Marcelino Sanz de Sautuola realizó una pequeña excavación en 1878, un año antes de descubrir las pinturas de Altamira, identificó el yacimiento arqueológico y extrajo numerosos materiales importantes. Esto motivó a Herminio Alcalde del Río a realizar a principios del siglo XX una prospección buscando arte rupestre como en Altamira, y descubre en 1907 los únicos grabados conocidos hasta ahora en la cueva: dos figuras grabadas (al menos una de ellas un ave), en la parte más profunda de la cavidad. Pero ni Alcalde del Río ni luego Jesús Carvallo en los años 20 descubren pinturas.
Se excavó de nuevo en los años 50 por un equipo internacional dirigido por Julio Martínez Santa-Olalla, lo que permitió identificar de forma completa el registro de la cueva: 33 niveles arqueológicos que van desde los 84 Ka (Musteriense) hasta el último nivel de hace 9 Ka (Aziliense), por encima del cual hay una costra estalagmítica que de hecho facilitó su conservación.
Por encima, en la Edad del Bronce hacia el 1500 a.C. la cueva se vuelve a ocupar y, por encima de los bloques desparramados, hay enterramientos con ofrendas depositadas.
Corte de Carvallo
En la década de 1920 el Padre Jesús Carvallo realizó una excavación donde extrajo material de mucha calidad y arte mueble, en tal cantidad que le permitió en 1926 fundar el llamado entonces Museo de Prehistoria de la Provincia de Santander, actual Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria. Se trataba de un único nivel atribuido al Magdaleniense Superior Final Cantábrico, del que se recuperaron los materiales más vistosos y se generó muchísimo material desechado como escombrera de la excavación.
Objetos de arte mueble icónicos son la figurita llamada venus de El Pendo, una espátula decorada en forma de pez, y un bastón perforado con dos ciervas grabadas.

Bastón perforado (foto: El Diario Montañés) y colgante en asta de cérvido llamado «Venus de El Pendo» (foto: cuevas.culturadecantabria.com)
En definitiva, el yacimiento arqueológico de la cueva ha permitido el estudio detallado de determinados niveles, pero los estudios de conjunto no son posibles por la remoción de los niveles debido al aporte de agua, y por la difícil correlación estratigráfica entre los cortes de Sautuola y de Carvallo, que están separados 10-15 metros. Los niveles más destacables son:
- En los niveles del Musteriense, miles de restos acumulados en 5 m: útiles de sílex, cuarcitas y ofitas, fabricados por los neandertales para cazar y procesar caballos, bisontes y ciervos, y para la recolección de frutos.
- En los siguientes niveles ya asociados a los humanos modernos, aparecieron numerosos buriles, raspadores, puntas… e innumerables restos de ciervo, animal base de la dieta. El nivel inferior es rico en útiles (356) y se ha clasificado en ocasiones como Solutrense, sin embargo su posición estratigráfica presenta problemas de identificación y puntos de contacto con capas más antiguas, por lo que estos niveles se asocian más al Auriñaciense Tardío y al Gravetiense (González Echegaray y otros, 1980).
- En los niveles más modernos, asociados al Magdaleniense Superior, 200 objetos de arte mueble, entre ellos 11 bastones perforados. Además del sílex, también son numerosos los útiles en hueso y asta: azagayas, arpones, agujas de coser, punzones, espátulas… En total 763 útiles.
El friso de las pinturas

Gran cierva nº 7. Cierva tamponada nº 5. Cierva nº 2. Reproducciones Museo de Altamira. Foto: Roberto Sáez
En los años 90 se vuelve a intervenir y es cuando aparecen las pinturas pero, a pesar de que se estaban buscando, no se descubrieron por casualidad hasta la finalización de los trabajos, porque estaban cubiertas de una costra oscura de líquenes. Eso ocurrió el 21 de agosto de 1997.
Todas se concentran en una pared única de unos 20 metros de ancho al fondo de la cueva, y es visible desde toda la cavidad ya desde su entrada. Son 24 figuras de animales, la mayoría ciervas, un caballo y varios signos (puntos, discos y líneas) con las siguientes características:
- El color es siempre el rojo y se emplean dos técnicas: de trazo tamponado y tinta plana, prácticamente la mitad de las figuras se pintan con cada técnica. Además, en cuatro ciervas se utiliza el volumen de la propia roca. En dos ciervas se marca el cambio de coloración del pelaje en la zona escapular.
- Se entienden como un conjunto homogéneo pintadas hace entre 20-28 Ka. Tradicionalmente se asociaban a unos 20 Ka, en el Solutrense cuando se suele usar el tamponado para pintar ciervas rojas como en Covalanas, pero las dataciones en cuevas asturianas de la costra superpuesta a las pinturas, indican una antigüedad mayor de entre 24-28 Ka.
- Las figuras principales conforman una escenografía conjunta: varias ciervas tienen la cabeza en alto y las orejas estiradas en posición de alerta, y dos ciervas posiblemente están huyendo, en las que además se utiliza un efecto óptico para expresar magistralmente un movimiento según el punto de observación.
En realidad el panel sería posiblemente más amplio. Es probable que parte de la decoración cayera con el derrumbe, ya que una cierva está justo en el borde inferior actual de la pared, con una pata tal vez cortada por el mismo. Para ver más fotografías y los calcos de las figuras recomiendo acceder aquí.
¿Un lugar muy especial?
- Desde el nivel inferior, que es el divertículo donde se encuentran los grabados, hasta la pared de las pinturas hay una altura de varios metros, por lo que se requirió alguna estructura para llegar a pintarlas. Esto demuestra una selección especial de esa pared.
- El nivel de suelo estaría bastantes metros bajo el actual, bajo el derrumbe. Actualmente los rayos de sol en invierno entran hasta pocos metros del panel, por lo que se piensa que llegarían hasta la pared antes del derrumbe, probablemente de forma particular en el solsticio de invierno.
- Las pinturas están ubicadas para verse desde lejos, desde el lugar de habitación. Y tienen un “efecto de llamada”: doy fe de que atrapan la mirada desde 70 m nada más entrar en la cueva.
- Ya hemos visto que el lugar de habitación tuvo una concentración anormal de arte mueble.
- Además, la cueva no es un lugar visible desde lejos, no es un sitio privilegiado de control del valle o de captación de recursos.
Por todo ello, la función de la cueva podría haber sido un lugar de agregación o reunión en momentos temporales de diferentes grupos que normalmente vivían separados el resto del año, para intercambiar recursos alimenticios, población, lazos culturales, posibles ceremonias, o fortalecer alianzas. Aunque es una hipótesis de trabajo muy difícil de evaluar a través del registro arqueológico.
“… debió ser una caverna muy bien iluminada; y dada la relativa sequedad de la misma, su amplitud y excelente situación reuniría inmejorables condiciones de habitabilidad” […] “ durante el verano, cuando el Sol asciende hacía el cénit […], que [el yacimiento] queda en completa oscuridad y da la sensación de ser un rincón inhabitable e impropio de vivienda humana. Mientras que durante el invierno, a medida que el Sol desciende en el horizonte, hacia el Sur, penetra por la bocaza de la caverna en tal cantidad, que da luz y calor hasta más de cincuenta metros al interior, convirtiendo aquel tenebroso antro (de verano) en alegre galería o salón natural en la temporada invernal” (Carballo, 1960: 23, 30-31).
Hola Roberto, enhorabuena por este y el trato de artículos, soy un fiel seguidor.
En este artículo dices que en la excavación no aparecen ni chatelperroniense, ni solutrense, pero luego también hablas de que se han encontrado unos cuadros bastones de mando solutrense e incluso las pinturas se creen solutrense. Cual es periodo no representado, gravetiense?
Saludos y sigue así
luisinno@hotmail.com
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Hola Luis, muchas gracias por seguir mis artículos y por tus comentarios. He revisado el párrafo sobre los niveles e incluido la referencia de González Echegaray para completar la información. Espero que esté más claro, a tu disposición para lo que precises. Un cordial saludo.
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¡Chico!, tienes unos comentaristas con un nivelazo que cualquiera se atreve a decir nada.
Uff, tratas tantos temas que tendré que elegir por dónde enfoco el comentario… en cualquier caso, ¿no es increíble que la mayoría de las cuevas con restos prehistóricos importantes, al menos más conocidas, estén mayoritariamente en el norte?, a lo mejor es sólo una equivocada impresión mía, pero es que son las que se me ocurren en este momento.
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La reflexión es buena. Efectivamente hay otras cuantas cuevas de similar antigüedad por toda España, algunas de la importancia de Nerja (Málaga) o Parpalló (Valencia), por poner solo un par de ejemplos. Pero la concentración en el norte de España y sur de Francia es notable. Hay un buen artículo de National Geographic, que dice «[…] ¿Por qué allí? ¿Por qué entonces? Las propias cuevas constituyen de por sí una pista: son más profundas y extensas que las de los valles alemanes del Ach y del Lone y que los abrigos rocosos de África […] Es posible que la explosión de creatividad que contemplamos en las paredes de estas galerías se inspirase hasta cierto punto en la profundidad y oscuridad del entorno, o mejor dicho, en el juego de luces y sombras». Este es el enlace completo: http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/los-primeros-artistas_8754 El arte pintado sobre abrigos rocosos con luz solar es muy abundante en todo el arco mediterráneo de la Península, y posterior al arte rupestre paleolítico del norte.
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