Resiliencia de los neandertales en Prado Vargas y el rebautizo de Vera, en realidad niño

Resiliencia de los neandertales en Prado Vargas y el rebautizo de Vera, en realidad niño

El yacimiento de Prado Vargas, situado en el complejo kárstico de Ojo Guareña (Burgos, norte de la península ibérica), aporta información clave sobre las últimas poblaciones neandertales antes de la llegada de Homo sapiens a la región. Un estudio de carácter interdisciplinar (Navazo et al., 2021) reconstruye la vida cotidiana y las tradiciones culturales de estos grupos combinando análisis de estratigrafía, cronología, polen, fauna, industria lítica y restos humanos.

El nivel arqueológico más relevante, N4, se ha datado mediante OSL y radiocarbono entre 54,7 y 39,8 ka (miles de años), por tanto en el MIS 3, un periodo de intensos cambios climáticos. Este nivel se interpreta como un palimpsesto producto de ocupaciones recurrentes, probablemente estacionales (verano-otoño), cuando la cueva permanecía seca. Entre los hallazgos destaca un diente deciduo de un niño neandertal, evidencia directa de la presencia de individuos jóvenes en el grupo.

El mencionado diente es un deciduo inferior izquierdo (PV-1360) de un individuo de unos 9-10 años, que lo perdió de manera natural antes de la muerte. Inicialmente se le apodó Vera, que es el nombre de la nieta de Beni, dueño del prado donde se encuentra el yacimiento.

Su conservación ha permitido estudiar las proteínas del esmalte. El esmalte dental funciona como un sistema cerrado, protegiendo las proteínas originales durante decenas de milenios. Entre ellas destaca la amelogenina, codificada por dos genes parálogos: AMELX en el cromosoma X y AMELY en el cromosoma Y. Gracias a la espectrometría de masas aplicada a un pequeño fragmento de esmalte (unos 30 mg), fue posible detectar péptidos exclusivos de AMELY, lo que certifica que el individuo poseía un cariotipo XY. Es decir, cromosómicamente era un individuo masculino.

Este trabajo (Carrillo-Martín, 2025), presentado en el congreso de la ESEB (Evolutionary Society for Evolutionary Biology), constituye un nuevo ejemplo significativo de cómo la paleoproteómica puede suplir la ausencia de ADN en fósiles antiguos, aportando información biológica esencial, como la determinación del sexo o las relaciones filogenéticas.

Ahora bien, ¿cómo rebautizar al joven neandertal…? Yo propondría Vero, a partir del latín verus («verdadero»), para celebrar la determinación de su sexo cromosómico y, en breve, su certificación molecular como neandertal, gracias de nuevo a su proteoma.

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Skhul 1: un cráneo infantil con indicios de hibridación

Skhul 1: un cráneo infantil con indicios de hibridación

Una reevaluación morfológica del cráneo infantil Skhul 1, procedente de Monte Carmelo (Israel), se suma a la colección de individuos potencialmente híbridos de Homo sapiens y Homo neanderthalensis. Este individuo pertenece al magnífico conjunto de restos humanos encontrados en las cuevas de Skhul y Qafzeh en la década de 1930 por Theodore McCown y Dorothy Garrod. En aquellas excavaciones se recuperaron los esqueletos de 7 adultos y 3 niños, en apariencia enterrados intencionalmente, así como varios huesos aislados atribuidos a otros 16 individuos, junto con restos de fauna e industria lítica Levallois. Tradicionalmente, los restos humanos se han considerado como representantes de H. sapiens, aunque algunos especímenes muestran determinados rasgos que siempre han despertado dudas. De hecho, originalmente los restos de Skhul, junto con los de la cueva próxima de Tabun, se consideraron una transición entre neandertales y humanos modernos (McCown y Keith, 1937-1939).

Skhul 1 fue el primer fósil descubierto en la cueva. Se trata del cráneo de una niña de 3 a 5 años. Su antigüedad se estima en unos 140 ka (miles de años). El nuevo estudio (Bouvier et al., 2025) combina técnicas de escaneo microtomográfico, reconstrucción digital y análisis morfométrico para examinar su anatomía, dentro de un marco ontogenético en comparación con una muestra de cráneos infantiles de H. sapiens modernos, neandertales y H. erectus.

Cráneo Skhul 1. Crédito: Israel Hershkovitz/Tel Aviv University.

El volumen endocraneal reconstruido se estima en torno a 1100 cc, un valor elevado para su edad cronológica, en el extremo superior del rango conocido para humanos modernos infantiles (1050–1150 cc a esa edad), y parcialmente solapado con valores de neandertales subadultos.

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La importancia del cráneo de Kocabaş en el registro fósil hominino

La importancia del cráneo de Kocabaş en el registro fósil hominino

Aunque el cráneo de Kocabaş no suele ocupar titulares, su relevancia en la historia evolutiva humana es indiscutible. Se trata de un fragmento de calvaria datado en 1,1-1,3 millones de años (Ma) (Lebatard et al., 2014). Atendiendo a sus características morfológicas, fue clasificado como Homo erectus por Kappelman et al. (2008), confirmado por Vialet et al. (2012). Se encontró en un bloque de travertino extraído de una cantera cercana al pueblo homónimo, en la provincia de Denizli, en Turquía.

Estamos contemplando a un especimen de Homo erectus a las puertas de Europa, en un contexto de gran carencia de fósiles humanos en el registro de entre hace 1,5 y 1 millón de años. Casi podemos contar los especímenes disponibles con los dedos de una mano. Por ejemplo, en África tenemos los cráneos OH 9 (1,2 Ma), BOU-VP-2/66 en Daka, Etiopía (1 Ma) y Buia en Eritrea (1 Ma). En Eurasia, tenemos fósiles en cuatro sitios españoles: Sima del Elefante en Atapuerca (fragmento facial de 1,1-1,4 Ma y mandíbula de 1,1-1,3 Ma), Barranco León en Orce (diente de 1,4 Ma), Gran Dolina en Atapuerca (la colección de Homo antecessor, de 0,9 Ma) y Cueva Victoria en Cartagena (una falange de 0,9 Ma). Después de estos, son más recientes los fósiles asiáticos de Zhoukoudian LC (0,75 Ma), Sangiran 17 (0,79-1,45 Ma) y Nankin 1 (0,63 Ma).

El cráneo de Kocabaş está compuesto por tres fragmentos del hueso frontal y los parietales. Las superficies endocraneales presentan una excelente conservación. Rasgos típicos que tiene de H. erectus son: marcada constricción postorbital, toro supraorbitario bordeado posteriormente por un surco supratoral que muestra, en su borde inferior, una muesca y tubérculo supraorbitario, y líneas temporales en una posición media alta delimitando una zona frontal infratemporal con una protuberancia clara. También son típicos de erectus el desarrollo de las impresiones vasculares y cefálicas, y la anchura mínima del frontal y la máxima del parietal. El toro supraorbitario masivo de Kocabaş, con un espesor central de 18 mm, se sitúa entre los valores superiores para Homo erectus, cercano al de especímenes asiáticos como Sangiran 17. Además, es indicativo de que el individuo podría haber sido masculino.

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Adaptaciones de las manos en Australopithecus y Homo

Adaptaciones de las manos en Australopithecus y Homo

La comparación de las manos casi completas que se han podido recuperar de Australopithecus sediba (1,95 millones de años) y de Homo naledi (241-335 miles de años) permite observar cómo estas dos especies se adaptaron a sus entornos en el sur de África de distintos modos, equilibrando el uso de herramientas, el procesamiento de alimentos y la locomoción (Syeda et al., 2025).

Aunque ninguno de los dos homininos se ha asociado todavía directamente con herramientas de piedra, varios aspectos de la morfología de las manos y de las muñecas de ambos sugieren que poseían una destreza manual mucho más similar a la de los humanos que a la de los chimpancés o gorilas actuales. Es decir, aquellas manos probablemente manejaron herramientas.

En el caso de Homo naledi, cerca de la mano de uno de los cuerpos hallados en la antecámara Hill (contigua a la cámara de Dinaledi, en el sistema de cuevas Rising Star) se halló un artefacto de piedra que, según plantean en su preprint Berger y otros (2025), podría haber sido utilizado para realizar grabados parietales en forma de líneas cruzadas y formas geométricas. Aunque este objeto puede ser natural y no un producto de la talla de herramientas (Martinón et al., 2024), tampoco se descarta que H. naledi lo adoptara como útil. En todo caso, sorprende su asociación con el esqueleto, en contacto directo con el mismo.

Tanto H. naledi como Au. sediba son especies que conservan ciertos rasgos morfológicos de apariencia simiesca, sobre todo en las extremidades superiores. Estos rasgos les resultarían ventajosos para escalar o trepar, aunque no se puede determinar si realmente lo hacían, o tal vez esa morfología está reflejando los remanentes evolutivos de un ancestro escalador o trepador. 

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La Dama de Cavillon

La Dama de Cavillon

[English version below]

La Dama de Cavillon es posiblemente uno de los enterramientos prehistóricos más espectaculares visualmente. Se trata de una mujer que vivió hace unos 24.000 años, en el periodo epigravetiense, caracterizado por el clima fresco y seco propio del final del periodo glacial Würm, correspondiente a la máxima expansión del hielo. El entorno estaba formado por estepas habitadas por manadas de caballos y uros y bosques poblados de ciervos. Su grupo vivía cerca de la costa, y se dedicaba a la caza, la pesca y la recolección. El desgaste de sus dientes indica una alimentación rica en carnes y pescados.

El esqueleto fue hallado en 1872 por el arqueólogo Emile Riviére en la Grotta del Caviglione (Italia), de la cual tomó su nombre, situada en Balzi Rossi, bajo el acantilado de Baousse Rousse, en Liguria, junto a la frontera franco-italiana. En este complejo hay otras muchas cavidades de ocupación paleolítica.

En vida, sería un individuo alto (1,72 m) y robusto (unos 67 kg), lo que hizo interpretarse inicialmente como masculino. Tenía unos 37 años al morir, y estaba enterrado sobre el lado izquierdo, con las manos hacia la cabeza y las piernas dobladas. Su radio izquierdo presenta una fractura curada. El enterramiento estaba completamente cubierto por ocre. Lo más destacado del mismo es el objeto que cubre su cabeza: un tocado o gorro de malla donde estaban ensartadas unas 300 conchas de Cyclope neritrea, perforadas para estar unidas entre sí, con un borde compuesto por 35 caninos de ciervo.

Cabeza de la Dama de Cavillon. Crédito: Roberto Sáez

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