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Cuando pensamos en los primeros representantes de nuestro género Homo, hay una tendencia normal a situarnos en el este de África, debido al número y relevancia de los hallazgos en distintos sitios del Gran Valle del Rift. Este inmenso territorio se extiende desde el llamado Cuerno de África en el noreste, abarcando la región del Triángulo de Afar, la cuenca del lago Turkana, que se divide en una rama occidental y otra oriental, y llega hasta Malawi.
Allí, desde los años 1960, un grupo excepcional de buscadores de fósiles ha tenido un importante papel en muchos hallazgos, tanto de homininos como de otros primates, en distintas campañas coordinadas principalmente por miembros de la familia Leakey en las primeras décadas. De hecho, de los Leakey recibieron una formación con foco particular en anatomía, para ayudarles a identificar piezas fragmentarias, dado que en muchas ocasiones se encontraban solos en el campo.
Los miembros de este grupo, apodado Hominid Gang, fueron descubriendo decenas de fósiles entre los que se cuentan algunos especímenes icónicos sobre los que ya he escrito en el blog: KNM-ER 1470 (Homo rudolfensis), descubierto en 1972, ER 3733 (Homo ergaster) en 1975, WT 17000 Black Skull (Paranthropus aethiopicus) en 1985, varios fósiles de Australopithecus anamensis desde 1994… Y muchos otros que conforman una enorme lista imposible de recopilar aquí, aunque como excepción me gusta recordar a ER 1808, una Homo ergaster encontrada en 1973 por Kamoya Kimeu (miembro del Hominid Gang): su patología ósea le otorga un protagonismo singular en mi libro «Evolución humana: Prehistoria y origen de la compasión», como algunos recordaréis. Sigue leyendo