¿Un cuerpo evolucionado para la carrera o para la marcha?

¿Un cuerpo evolucionado para la carrera o para la marcha?

Tal como ocurre en todos los aspectos de la evolución (humana o no humana), tampoco sigue patrones lineales el crecimiento del cuerpo en el género Homo. El tamaño corporal es un factor determinante para comprender la estrategia adaptativa de las especies humanas que nos precedieron. Conocemos la historia general sobre el incremento notable del tamaño corporal de nuestros ancestros, desde el pequeño cuerpo de los autralopitecinos, seguido por un tamaño similar, prácticamente indistinguible del anterior, en el cuerpo de Homo habilis, hasta el más alto y esbelto de Homo erectus.

Para empezar, hemos de considerar dos aspectos que rompen esta narrativa. Por el lado de los australopitecinos, vamos conociendo algunos individuos con un cuerpo muy grande. Por ejemplo, de los tres Australopithecus afarensis que dejaron huellas en el sitio G de Laetoli, dos individuos tenían una estatura baja (120-140 cm), pero el otro medía 160-170 cm, que no está nada mal. Y la estatura del Au. afarensis apodado Kadanuumuu (150-160 cm) tampoco se parece nada a la de Lucy (100-110 cm). Por el lado de los erectinos, el Chico de Nariokotome tampoco tendría un cuerpo tan esbelto como pensábamos, sino más achaparrado como el neandertal.

Además de estos casos, el número de estimaciones de la estatura y la masa corporal de los homininos tampoco ha sido suficiente para determinar patrones claros a largo plazo e interacciones entre estos componentes de tamaño. La historia evolutiva de nuestro cuerpo parece estar caracterizada por la existencia de patrones temporales complejos de variación de su tamaño, con algunas fases rápidas de crecimiento y otros periodos de estabilización (Will et al, 2017). Los aumentos puntuales podrían corresponder a eventos de especiación, a una proliferación diferencial de taxones de gran tamaño, y a la extinción de poblaciones de pequeño tamaño.

En todo caso, observando centenares de especímenes de distintos taxones, los primeros Homo tienen una masa corporal y una estatura promedio significativamente mayores que los australopitecos, pero conservan una diversidad considerable en la que hallamos numerosos individuos con tamaño corporal pequeño. En los Homo posteriores, a partir de hace 1,6 Ma surge la estatura moderna promedio, pero la masa corporal sigue una trayectoria evolutiva distinta, de forma que no se incrementa consistentemente hasta el Pleistoceno medio, hace entre 0,5 y 0,4 Ma, tal vez asociada al incremento de grasa como consecuencia de la expansión hacia latitudes más altas. Sigue leyendo

Kadanuumuu, un australopiteco extraordinario (pero no tan famoso)

En 2010 vio la luz Kadanuumuu, el esqueleto más completo de un macho de Australopithecus afarensis, que permitió añadir una pieza fundamental al puzle del conocimiento de esta especie, sumándose a Lucy (1974), a la “primera familia” compuesta por 17 individuos hallados en el sitio AL 333 (1975), a Dikika (2003), y otros fósiles más fragmentarios.

Kadanuumuu

Credit: Haile-Selassie, Y. et al (2010). An early Australopithecus afarensis postcranium from Woranso-Mille, Ethiopia. PNAS July 6, 2010. 107 (27) 12121-12126; doi.org/10.1073/pnas.1004527107

KSD-VP-1/1 es la identificación de este esqueleto, hallado en 2005 en Woranso-Mille (Etiopía), y datado en 3,58 millones de años (Ma), unos 0,3 Ma más antiguo que los otros australopitecinos mencionados antes. Su apodo significa “Hombre Grande” en la lengua afar. Lamentablemente, no se han encontrado ni cráneo ni dentición asociados a él.

Hasta ese hallazgo se caracterizaba a los autralopitecinos del este de África como seres bípedos (pero con posibles diferencias entre su locomoción y la bidepación moderna), que poseían una pelvis humana y unos brazos menos adaptados a la vida arbórea que los del sur de África. Ahora, con Kadanuumuu se encontraron algunas partes del esqueleto desconocidas hasta entonces en su especie. En conjunto, sus restos indican que este individuo tenía una postura erguida y una locomoción bípeda eficiente, más similar a la moderna de lo que sugieren otros especímenes. En concreto, los principales aportes morfológicos de este nuevo individuo son:

  • La única tibia completa en el registro fósil de Au. afarensis, que muestra unas piernas relativamente largas y una proporción entre extremidades inferiores y superiores menos simiesca de lo que se pensaba. El alargamiento de las piernas pudo ya comenzar un millón de años antes de los primeros Homo, y dos millones antes del desarrollo completo que observamos en Homo ergaster como el Chico de Turkana.
  • Las costillas no indican una disposición cónica del tórax como en Lucy, sino una anchura más uniforme y moderna.
  • Las seis vértebras cervicales también sugieren un cuello fuerte y una sujeción del cráneo similar a la de los humanos modernos.
  • La clavícula y la escápula indican una posible forma transicional de la articulación del hombro, con menor adaptación a la vida arbórea y mayor hacia funciones de manipulación.

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