The Top 10 hominin #FossilFriday tweets of 2021

The Top 10 hominin #FossilFriday tweets of 2021

It is time for year-end lists… And below is a very personal one, with my 10 favorite hominin #FossilFriday tweets published in 2021, from number 10 to 1.

What is a ‘FossilFriday’? Every Friday, people post pics of interesting fossils using the hashtag #FossilFriday, mainly on Twitter. This can be about famous specimens, odd fossils, museum collections, scientific papers, blog posts, rare photos, etc. I love to join & tweet about hominin fossils. One more time -8 years already- let’s start the top 10 of 2021!

10. A Neandertal foot from El Sidrón, still embedded in the rock. By Tom Higham @tommyhigham

El Sidrón Neandertal foot Sigue leyendo

Nuevas huellas en Laetoli, pero de otro hominino diferente

Nuevas huellas en Laetoli, pero de otro hominino diferente

[English version below]

Seguramente todos hemos oído hablar de las huellas de Laetoli: un conjunto de unas 70 icnitas (huellas fosilizadas) asignadas a tres individuos de Australopithecus afarensis que caminaban hace 3,66 Ma (millones de años) sobre un suelo de ceniza volcánica, rápidamente endurecido y cubierto por nueva ceniza, lo que permitió conservar este tesoro hasta su hallazgo en 1978 por Mary Leakey y su equipo. Estas huellas dejadas a lo largo de 27 metros (denominado sitio G) permitieron confirmar el caminar totalmente bípedo de estos homininos antepasados de Lucy: pisaban apoyando bien el talón, recorriendo el arco del pie e impulsando el paso finalmente con los dedos, en concreto fuertemente con el pulgar.

Lo que tal vez no sea tan popular es que 26 años después, en 2014 se halló otro conjunto de icnitas en el sitio S, a tan solo 150 metros del anterior, compuesto por 14 huellas dejadas por otros dos individuos (13 de uno y 1 de otro), a lo largo de 32 metros. Estas son virtualmente contemporáneas a las dejadas por los australopitecos del sitio G. Comparando las características de las pisadas, parece que los autores fueron también Australopithecus afarensis. Otros muchos animales dejaron sus huellas en Laetoli (mamíferos como bóvidos, jirafas, équidos, rinocerontes, etc. además de aves e insectos), hasta en 33 sitios distintos que se venían estudiando desde principios de los años 1970s.

Así, pocos sabrán que 2 años antes del primer hallazgo, en 1976 se había excavado un camino de icnitas en otro de esos sitios, el A, entre las que había 5 seguidas que también habían levantado sospechas sobre una posible autoría de homininos. Sin embargo, su forma presentaba dudas y también se planteó que pudo hacerlas un oso joven erguido sobre sus patas traseras. Como pronto se encontraron las famosas huellas indiscutibles del sitio G, las dudosas del A quedaron un tanto olvidadas.

Por fin, un nuevo trabajo ha excavado y «rescatado» de nuevo aquellas huellas del sitio A, limpiando su relleno por completo. Gracias a su estudio y la comparativa con otras huellas humanas, de chimpancé y de osos caminando erguidos, con formas del pie similares a las huellas de Laetoli, sus investigadores confirman la autoría prehumana de las mismas. «[Los osos] no pueden caminar con una marcha similar a la de las huellas del sitio A, ya que la musculatura de su cadera y la forma de sus rodillas no permiten ese tipo de movimiento y equilibrio», indica Jeremy DeSilva, coautor de este estudio. Los talones de los osos se estrechan y sus dedos y pies tienen forma de abanico, mientras que los pies homininos tienen una forma más rectangular y un dedo pulgar prominente. Por tanto, no fueron osos sino homininos bípedos los que dejaron ese rastro. Curiosamente, ese individuo estaba cruzando una pierna sobre la otra al caminar, lo que se ha identificado como una acción para restablecer el paso balanceado, tal vez por una irregularidad del terreno.

Huellas de Laetoli

Huellas de Laetoli A3 (izda, por Jeremy DeSilva) y G1 (dcha, por Eli Burakian/Dartmouth).

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Dikika, la niña australopiteca

<English version below>

Tras el niño de Taung, uno de los homininos infantiles más famosos es Dik-1-1, un esqueleto casi completo de Australopithecus afarensis de 3,3 millones de años (Ma). Fue encontrado entre 2000 y 2003 en el sitio de Dikika cerca de Hadar (Etiopía), por Tilahun Gebreselassie, del equipo de Zeresenay Alemseged, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig. Bernard Wood llamó a este hallazgo «A precious little bundle«, un precioso pequeño puñado de huesos. Se tardaron seis años hasta conseguir separar los huesos del sedimento cementado donde se encontraban. Lo apodaron Selam (que significa Paz en amárico) e incluso Lucy’s baby, aunque en los últimos tiempos se ha generalizado un mayor uso del alias Dikika’s Baby o Niña de Dikika.

Los huesos conservados de la Niña de Dikika representan prácticamente todas las partes del esqueleto, y nos proporcionan una información valiosísima sobre la ontogénesis de su especie. A continuación resumo el conocimiento que nos ha dejado este pequeño individuo:

  • A partir de su dentición se ha estimado una edad de entre 3 y 4 años en el momento de su muerte. Toda la dentición decidua estaba presente, y las coronas de los primeros molares no habían erupcionado pero estaban plenamente formadas.
  • Su cráneo tiene similitudes con otros Australopithecus infantiles, como el propio Taung-1 o el afarensis juvenil AL 333-105. Su capacidad craneal era 235 cc, y se estima que habría alcanzado 425 cc de adulto.
  • El cerebro de Au. afarensis muestra un desarrollo lento, aproximándose al de los humanos, pero la dentición tiene un desarrollo más rápido y próximo de los simios africanos. Se encontraría alrededor del fin del periodo de lactancia.
  • Conserva el hueso hioides, que es muy difícil de encontrar fosilizado. El hioides de Selam tiene una cavidad en su base que sirve como saco de aire, como en Pan, mientras que este hueso es plano en Homo. Es decir, emitiría sonidos más parecidos a los de un chimpancé que a los de un humano.
  • Era un ser bípedo, según expresan la posición del foramen magnum y los huesos de las piernas.
  • Sin embargo, la escápula y los huesos curvados de las manos y los pies indican que conservaba cierta vida arbórea, capacidad para trepar y de balanceo, tal como se ha observado en otros especímenes de su especie. El entorno donde vivió se componía de praderas herbáceas y bosques de galería.
  • La morfología y organización de su columna vertebral presenta una forma transitoria hacia la humana y menos afín con la de los simios africanos. Tiene 7 vértebras cervicales y 12 vértebras torácicas como los humanos (los simios africanos tienen 13).

La región de Dikika está rodeada por tres grandes áreas de conocida riqueza de fósiles homininos:

  • Hadar, tan solo 10 km al norte, lugar del hallazgo de Lucy y de La primera familia (un grupo fosilizado de 17 individuos de Au. afarensis).
  • Gona al oeste, donde apareció una colección útiles líticos de 2,5 Ma.
  • Middle Awash al sur, zona de múltiples hallazgos de homininos de diversos periodos, como Ardi (Ardipithecus ramidus, 4,4 Ma), Bodo (Homo rhodesiensis, 600 ka) o Herto (Homo sapiens, 160 ka).

Más información:

  • Alemseged, Zeresenay et al. «A juvenile early hominin skeleton from Dikika, Ethiopia». Nature volume 443, pages 296–301 (21 September 2006 [link].
  • Madison, Paige, «The Discovery of The Dikika Baby Fossil as Evidence for Australopithecine Growth and Development». Embryo Project Encyclopedia (2015-02-02). ISSN: 1940-5030 [link].
  • Ward, Carol V. «Thoracic vertebral count and thoracolumbar transition in Australopithecus afarensis». PNAS, 2017 [link].
  • The Afar Triangle, by Paige Madison | Nutcracker Man [link]. 
Niña de Dikika

Niña de Dikika. Esqueleto y detalle de cráneo y columna vertebral. Crédito: Zeray Alemseged

Dikika, the Australopithecine girl 

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Kadanuumuu, un australopiteco extraordinario (pero no tan famoso)

En 2010 vio la luz Kadanuumuu, el esqueleto más completo de un macho de Australopithecus afarensis, que permitió añadir una pieza fundamental al puzle del conocimiento de esta especie, sumándose a Lucy (1974), a la “primera familia” compuesta por 17 individuos hallados en el sitio AL 333 (1975), a Dikika (2003), y otros fósiles más fragmentarios.

Kadanuumuu

Credit: Haile-Selassie, Y. et al (2010). An early Australopithecus afarensis postcranium from Woranso-Mille, Ethiopia. PNAS July 6, 2010. 107 (27) 12121-12126; doi.org/10.1073/pnas.1004527107

KSD-VP-1/1 es la identificación de este esqueleto, hallado en 2005 en Woranso-Mille (Etiopía), y datado en 3,58 millones de años (Ma), unos 0,3 Ma más antiguo que los otros australopitecinos mencionados antes. Su apodo significa “Hombre Grande” en la lengua afar. Lamentablemente, no se han encontrado ni cráneo ni dentición asociados a él.

Hasta ese hallazgo se caracterizaba a los autralopitecinos del este de África como seres bípedos (pero con posibles diferencias entre su locomoción y la bidepación moderna), que poseían una pelvis humana y unos brazos menos adaptados a la vida arbórea que los del sur de África. Ahora, con Kadanuumuu se encontraron algunas partes del esqueleto desconocidas hasta entonces en su especie. En conjunto, sus restos indican que este individuo tenía una postura erguida y una locomoción bípeda eficiente, más similar a la moderna de lo que sugieren otros especímenes. En concreto, los principales aportes morfológicos de este nuevo individuo son:

  • La única tibia completa en el registro fósil de Au. afarensis, que muestra unas piernas relativamente largas y una proporción entre extremidades inferiores y superiores menos simiesca de lo que se pensaba. El alargamiento de las piernas pudo ya comenzar un millón de años antes de los primeros Homo, y dos millones antes del desarrollo completo que observamos en Homo ergaster como el Chico de Turkana.
  • Las costillas no indican una disposición cónica del tórax como en Lucy, sino una anchura más uniforme y moderna.
  • Las seis vértebras cervicales también sugieren un cuello fuerte y una sujeción del cráneo similar a la de los humanos modernos.
  • La clavícula y la escápula indican una posible forma transicional de la articulación del hombro, con menor adaptación a la vida arbórea y mayor hacia funciones de manipulación.

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