Nuevo caso de cuidados neandertales: un niño con síndrome de Down

Nuevo caso de cuidados neandertales: un niño con síndrome de Down

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Es claro que el número de casos conocidos de cuidados entre humanos en el pasado irá creciendo exponencialmente. El foco que este estudio ha adquirido en los últimos años es decisivo, y el desarrollo de la bioarqueología del cuidado es una importante palanca para conseguirlo. Desde nuestro grupo de investigación sobre la bioarqueología del cuidado en español, estamos orgullosos de contribuir a ello, y los resultados que estamos comenzando a obtener son prometedores. La prudencia a la hora de emprender este tipo de trabajos es comprensible, siempre que su exceso no genere barreras para la investigación.

Acabamos de conocer a un niño neandertal que vivió más de 6 años con síndrome de Down. Como referencia, tengamos en cuenta que la esperanza de vida al nacer para niños con síndrome de Down era de 9 años a principios del siglo XX. Aquel individuo requirió cuidados continuos por parte de otros miembros del grupo, además de los proporcionados por su madre. Y no tuvo la posibilidad de devolver la asistencia recibida, o tal vez sí, en forma de cariño y amor.

Este trabajo es notable, dado que parte de un modestísimo fragmento de hueso temporal, de unos 5 cm. Es un buen ejemplo del potencial de esta disciplina, y del valor que tiene para identificar lecciones sobre este extraordinario comportamiento en el pasado. Con ello, podemos cambiar nuestra percepción sobre nuestros antepasados (directos y primos), dotándoles de una imagen más «humana».

El fósil analizado es CN-46700, un fragmento de la porción petromastoidea derecha de un hueso temporal. Proviene de Cova Negra (Xàtiva, España), está datado entre 276-143 ka (miles de años), e identificado como Homo neanderthalensis. La combinación de las distintas malformaciones que presenta el hueso indica que el individuo tuvo síndrome de Down. Este niño tendría problemas en su crecimiento físico y cognitivo. El desarrollo psicomotor quedaría afectado debido a la hipotonía generalizada, la hiperlaxitud de los ligamentos, y un control postural, equilibrio y locomoción deficientes. Habría tenido problemas en la adquisición del habla, el aprendizaje exploratorio y el desarrollo de habilidades comunicativas y sociales. Los problemas del oído le habrían causado sordera, vértigo y desequilibrio. Adicionalmente, la hipotonía generalizada causa que más del 80% de los bebés con síndrome de Down tengan problemas de succión en la lactancia materna. En sus más de 6 años de vida, aquel niño neandertal probablemente requeriría que otros miembros del grupo ayudaran a la madre en cuidarle. A este niño se le apodado Tina, si bien no se puede determinar su sexo.

Aunque el trabajo no utiliza explícitamente la metodología de la bioarqueología del cuidado, sí aborda elementos clave de las etapas 2 y 3 de la misma, para evaluar las características clínicas y sus impactos funcionales, e identificar la necesidad de cuidados de atención directa hacia el niño, dando como resultado un caso realmente inspirador para futuras investigaciones en este ámbito.

Por ejemplo, con un mayor conocimiento y apoyo en el contexto, la profundización en la etapa 3 permitiría desarrollar el modelo de cuidados que el niño recibiría, consideración también la adaptación del grupo a su condición. En la etapa 4 se podrían discutir las implicaciones de estas acciones, tomando en cuenta otras referencias en el Paleolítico medio, incluidos varios otros neandertales con evidencias de haber recibido cuidados, así como referencias históricas y etnográficas.

Previamente se había publicado evidencia genética de seis casos de trisomía 21 (síndrome de Down) y un caso de trisomía 18 (síndrome de Edwards) en individuos infantiles o perinatales entre 9855 genomas humanos prehistóricos e históricos de todo el mundo. Todos esos individuos recibieron rituales funerarios y cuidados enterramientos, en algunos casos con objetos excepcionales, indicando un reconocimiento como miembros de la comunidad, en contraste con las prácticas funerarias más comunes de su época, que eran de cremación. Sin embargo, debido al cortísimo tiempo que vivieron, no se puede argumentar la posibilidad de haber recibido cuidados en vida, distintos a los de la crianza.

Referencia: Conde-Valverde, M. et al. (2024). The child who lived: Down syndrome among Neanderthals? Science Advances.  Sigue leyendo

Tiempo entre fuegos neandertales: posibles lecciones sobre su comportamiento

Tiempo entre fuegos neandertales: posibles lecciones sobre su comportamiento

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El nuevo estudio sobre los hogares del yacimiento neandertal de El Salt (Alcoy, España) puede suponer un avance significativo sobre el conocimiento de la actividad de los grupos humanos en la zona durante el Paleolítico medio.

La unidad X de este yacimiento es un palimpsesto, caracterizado por una gran densidad de materiales arqueológicos y paleontológicos superpuestos de distintas actividades sucesivas, en el que destaca un conjunto de seis hogares datado en unos 52 ka por termoluminiscencia. El análisis por paleomagnetismo de estos fuegos a lo largo de los últimos diez años ha generado un resultado muy interesante. En general, con esta técnica se analiza la dirección paleomagnética que queda preservada en los materiales que fueron calentados. Así, los hogares son potenciales registros de la dirección del campo magnético terrestre en el momento en el que se enfriaron por última vez. En este trabajo, la novedad es que no se han buscado fechas absolutas sino intervalos temporales relativos entre los distintos fuegos. De esta forma, combinando paleomagnetismo y arqueoestratigrafía, el equipo ha logrado averiguar la separación mínima entre cada uno de esos fuegos con una gran precisión, siendo de al menos 20-25 años en dos casos, 70-85 años en un caso, y 85-105 años en otro caso. En total, la secuencia temporal es de al menos 200-240 años.

Implicaciones para entender el comportamiento espacial

Hasta ahora, normalmente se asumía que las ocupaciones humanas en esta zona serían frecuentes y temporalmente poco distanciadas entre sí, pero este estudio demuestra que la distancia entre las ocupaciones en realidad pudo ser de varias décadas e incluso de más de un siglo. Los neandertales podrían estar usando el territorio de forma extensa y ocupar este sitio de forma menos frecuente de lo que se pensaba. Tal vez algunos grupos ni siquiera llegarían a conocerse.

Sin embargo, no debemos olvidar que estos resultados informan sobre el tiempo mínimo entre fuegos, y no necesariamente entre ocupaciones, pues entre fuego y fuego pudieron existir varias ocupaciones. No se puede demostrar ni descartar si se marchaban del yacimiento entre las quemas. Futuras investigaciones podrán cruzar esta nueva información con los resultados de otras disciplinas (análisis de la lítica, análisis de la fauna, arqueología espacial, micromorfología de suelos, etc.), y determinar con más detalle cuántas ocupaciones hubo dentro de la secuencia, y si se observa alguna evidencia de abandono entre ellas.

Lo que sí está narrando este nuevo trabajo es que, para unos pocos centímetros de profundidad de sedimento en los que se incluyen estos fuegos y demás materiales asociados, ha pasado un tiempo considerable, de al menos 200 años. Normalmente, en este tipo de conjuntos suele asumirse que los materiales son sincrónicos o de momentos muy cercanos en el tiempo, y esto tiene implicaciones importantes a la hora de comprender el comportamiento humano, tal vez de forma sesgada, como si se tratara de un único grupo cultural y una práctica. Hasta ahora, no se tenía una evidencia cuantitativa del tiempo que podría estar promediado en este tipo de depósitos con tanta precisión.

Agradecimiento: a Ángela Herrejón, por la información facilitada.

Referencia: Herrejón-Lagunilla, Á., Villalaín, J.J., Pavón-Carrasco, F.J. et al. (2024). The time between Palaeolithic hearths. Nature.  Sigue leyendo

La Dama de Cavillon

La Dama de Cavillon

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La Dama de Cavillon es posiblemente uno de los enterramientos prehistóricos más espectaculares visualmente. Se trata de una mujer que vivió hace unos 24.000 años, en el periodo epigravetiense, caracterizado por el clima fresco y seco propio del final del periodo glacial Würm, correspondiente a la máxima expansión del hielo. El entorno estaba formado por estepas habitadas por manadas de caballos y uros y bosques poblados de ciervos. Su grupo vivía cerca de la costa, y se dedicaba a la caza, la pesca y la recolección. El desgaste de sus dientes indica una alimentación rica en carnes y pescados.

El esqueleto fue hallado en 1872 por el arqueólogo Emile Riviére en la Grotta del Caviglione (Italia), de la cual tomó su nombre, situada en Balzi Rossi, bajo el acantilado de Baousse Rousse, en Liguria, junto a la frontera franco-italiana. En este complejo hay otras muchas cavidades de ocupación paleolítica.

En vida, sería un individuo alto (1,72 m) y robusto (unos 67 kg), lo que hizo interpretarse inicialmente como masculino. Tenía unos 37 años al morir, y estaba enterrado sobre el lado izquierdo, con las manos hacia la cabeza y las piernas dobladas. Su radio izquierdo presenta una fractura curada. El enterramiento estaba completamente cubierto por ocre. Lo más destacado del mismo es el objeto que cubre su cabeza: un tocado o gorro de malla donde estaban ensartadas unas 300 conchas de Cyclope neritrea, perforadas para estar unidas entre sí, con un borde compuesto por 35 caninos de ciervo.

Cabeza de la Dama de Cavillon. Crédito: Roberto Sáez

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Una década de conocimiento de evolución humana

Una década de conocimiento de evolución humana

Hoy este blog sobre evolución humana cumple diez años. Estudiar y describir la evolución humana es sensacional, es una aventura narrativa que se despliega a través de milenios, en la que cada trimestre añadimos al menos una veintena de capítulos. Se suele decir que determinados fósiles o descubrimientos obligan a reescribir buena parte de esta aventura. En realidad, sabemos que esto no es así, que los giros inesperados no hacen cambiar todo lo anterior de una historia, sino que la completan de una manera más rica y la hacen más emocionante. Vamos sumando páginas en el libro de nuestra propia historia biológica, intentando entender nuestro desarrollo en la naturaleza, nuestra resiliencia y supervivencia, y nuestras fortalezas y debilidades que nos han llevado a ser lo que somos. Queremos saber qué nos diferencia de otros animales. Nos entendemos superiores en cuanto a capacidades para adaptarnos, desarrollar tecnología, colaborar, cuidarnos unos a otros. Nuestra evolución se ha apoyado mucho más en explotar la inteligencia social que en colmillos y garras. Pero también nos miramos en el espejo de otros animales que se parecen a nosotros y en ocasiones utilizan habilidades similares, signo de que seguimos sintiendo un vínculo con nuestra historia evolutiva. Además, al estudiar nuestros orígenes también podemos obtener algunas pistas sobre nuestro futuro, anticipando los factores que moldean nuestra especie para seguir evolucionando, sin olvidar nuestra relación de interdependencia con el medio natural. Cuando ocurren catástrofes naturales, vuelven a llamarnos con más fuerza la humildad y la responsabilidad que tenemos para cuidarnos y conservarnos, para guardar nuestro legado evolutivo.

En estos diez años hemos obtenido más evidencias de que otras especies humanas como Homo erectus y H. neanderthalensis también se adaptaron y triunfaron, sobreviviendo cientos de milenios, más de lo que llevamos existiendo los H. sapiens. Los primeros existieron hasta hace 100.000 años en la isla de Java. Los segundos sufrieron constantes mermas en su población debido a las condiciones climáticas que impidieron una mayor estabilidad en su expansión por el continente europeo. La baja diversidad genética de nuestros primos humanos, junto con el aumento de la presión demográfica que ejercía nuestra especie, terminaron por hacerles desaparecer. Eso sí, antes de ello neandertales y sapiens se cruzaron en repetidas ocasiones, influyendo en decenas de regiones de nuestro genoma, y condicionando determinadas funciones de esos genes, algunas beneficiosas para nuestra especie, como mejoras en nuestro sistema inmunitario, y otras no tanto, como la predisposición a la esquizofrenia y el autismo.

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El protagonismo de los cuidados en la evolución humana

El protagonismo de los cuidados en la evolución humana

¿Cuándo comenzamos a cuidarnos entre los humanos? ¿Cómo se encuadra este comportamiento en nuestra evolución? Los orígenes de los cuidados están estrechamente vinculados al desarrollo de comportamientos que consideramos emblemáticamente humanos: en particular, nuestra disposición a cooperar por un bien mayor y nuestras habilidades de organización social. Explorar cuándo y por qué surgió este rasgo es un reto apasionante, y debe hacernos reflexionar sobre el impacto que su estudio debe producir, y produce, en la ciencia y en la sociedad actual.

Conferencia impartida en la VI Jornada Nacional sobre Evolución y Neurociencias organizada por la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU y la Red de Salud Mental de Bizkaia (Bilbao, 26 abril 2024):

Conferencia El protagonismo de los cuidados en la evolución humana