Piltdown: el fraudulento eslabón perdido en la evolución humana

Piltdown: el fraudulento eslabón perdido en la evolución humana

El Hombre de Piltdown, supuesto eslabón entre humanos y simios, es uno de los fraudes más sonados en la historia de la paleontología, y de la ciencia en general.

  • ¿Cómo pudo durar más de 40 años hasta descubrirse?
  • ¿Por qué Piltdown era un buen candidato a «eslabón perdido»?
  • ¿Quién o quiénes fueron sus creadores?
  • ¿Qué aportan las nuevas tecnologías al estudio de aquellos huesos?

En esta charla hacemos un breve recorrido por esta historia tan extraña, qué ciencia hay detrás del fraude, quiénes son los sospechosos, y qué lecciones nos deja.

Microcharla impartida para el Club de Ciencia Boadilla (18 noviembre 2022). Inscrita en la Semana de la Ciencia y la Innovación Madrid 2022.

La Bioarqueología del Cuidado: Index of Care

La Bioarqueología del Cuidado: Index of Care

La investigación en la BIOARQUEOLOGÍA DEL CUIDADO identifica y analiza evidencias de discapacidad y cuidados relacionados con la salud en el pasado, y es multidisciplinar, contextualizada y basada en casos de estudio. A partir de los indicadores físicos de los restos humanos que sugieren un periodo de supervivencia con patologías graves y/o limitantes funcionalmente, esta metodología recorre cuatro etapas secuenciales de análisis que van desde la descripción, pasando por la inferencia, hasta la interpretación:

  • Etapa 1 – recopila información sobre el sujeto, su patología y sus modos de vida.
  • Etapa 2 – evalúa el impacto de la discapacidad y establece si es probable que requiera cuidados.
  • Etapa 3 – obtiene un «Modelo del Cuidado» que probablemente se prestaría.
  • Etapa 4 – explora las implicaciones más amplias de estos cuidados para el grupo y para los agentes y las identidades individuales.

En cualquier cultura, la decisión de prestar cuidados, la decisión de aceptarlos y la forma que adoptan estos cuidados pueden proporcionar una ventana a conocer los valores, creencias, conocimientos, habilidades, y la organización social y económica de todos los implicados (ya sea directa o indirectamente). La bioarqueología del cuidado examina aspectos de las vidas y de los modos de vida de los que cuidaron y de los que fueron cuidados, que de otro modo podrían permanecer invisibles.

El Índice del Cuidado (Index of Care) es un instrumento en línea para ayudar a los investigadores a reflexionar a través de la bioarqueología del cuidado. Proporciona herramientas para tener en cuenta las variables biológicas y arqueológicas relevantes, articular conceptos clave como «discapacidad», «cuidados» y «agentes», facilitar la ordenación y el análisis de las evidencias, y ayudar a conseguir rigor y transparencia en todo el proceso de investigación. Podemos pensar que sabemos lo que constituía una discapacidad que requería cuidados en el pasado, pero es fácil subestimar la capacidad de una persona para hacer frente a los efectos de la enfermedad. Cuando es relevante, el Índice sugiere la máxima prudencia en la evaluación e interpretación.

El Índice contiene cuatro pasos que corresponden a las etapas de la bioarqueología del cuidado, y proporcionan la explicación al material que abarcan. El Índice no es prescriptivo: la mayoría de sus componentes son abiertos, la mayor parte de la información que se busca es cualitativa, la mayoría de sus datos entrantes tienen formato de texto, y se fomenta la reflexión. Publicado en 2014, el Índice ya se ha empleado en muchos estudios de bioarqueología del cuidado. 

Qué no es

El Índice del Cuidado no contiene una fórmula para analizar la discapacidad y el cuidado, y no pretende generar «respuestas». Al igual que cada experiencia individual de la enfermedad es única, también lo es cada caso de estudio de su cuidado. Si hay respuestas disponibles, depende del investigador encontrarlas. El Índice es un instrumento que ayuda en este proceso. No hay restricciones a su aplicación: los investigadores pueden optar por emplear solo algunos pasos o herramientas, o pueden simplemente utilizar las herramientas como recordatorio de cuestiones a tener en cuenta. El Índice del Cuidado pretende ser flexible para satisfacer las necesidades de los usuarios, y para ser empleado sólo en la extensión en que los usuarios se sientan cómodos con el contenido y la dirección. 

Grupo de investigación

El enfoque de la bioarqueología del cuidado se ha aplicado en distintas investigaciones en América, Europa y Asia-Pacífico, y se ha creado un grupo en idioma español con los objetivos de:

  1. Crear consciencia y difusión entre la comunidad científica hispanohablante sobre la metodología de la bioarqueología del cuidado, y sobre la base de datos que contiene los casos de estudio de cuidado en la prehistoria.
  2. Fomentar la identificación de nuevos casos de estudio.
  3. Facilitar materiales y presentaciones sobre la metodología y sobre el Índice del Cuidado en idioma español.
  4. Organizar conferencias y foros de discusión sobre la materia.
  5. Ayudar a difundir la bioarqueología del cuidado entre el público general hispanohablante.

Animamos a cualquier persona interesada en participar, para que escriba su propuesta a Lorna Tilley y Roberto Sáez.

Más información

Index of Care site: http://www.indexofcare.org/

Paleoantropología: novedades 3er trimestre 2022

Paleoantropología: novedades 3er trimestre 2022

Dejamos atrás el tercer trimestre de 2022, con una recopilación de 18 novedades publicadas en este periodo:

  • Basándose en una veintena de características morfológicas y biomecánicas estudiadas, Sahelanthropus tchadensis parece confirmarse como un bípedo habitual hace unos 7 millones de años (Ma) cuando caminaba sobre el suelo y también sobre las ramas de los árboles, mientras que los huesos del antebrazo indican que era cuadrúpedo para trepar a los árboles, pero de manera distinta al chimpancé y al gorila [+info].

Restos poscraneales de Sahelanthropus tchadensis: fémur TM 266-01-063, y cúbitos TM 266-01-358 y TM 266-01-050 / crédito: Guillaume Daver et al, 2022. Cráneo TM 266-01-060-1 / crédito: Roberto Sáez.

  • De acuerdo a un estudio experimental, las primeras técnicas para fabricar herramientas de piedra hace 2,6 Ma pudieron reinventarse sin necesidad de una transmisión cultural. Esta pudo haber comenzado mucho más tarde [+info].
  • La revisión de 23 dientes poscaninos de diferentes cuevas sudafricanas, atribuidos a Homo tempranos, muestra que solo 4 de ellos pueden ser atribuidos sin ambigüedad (3 de Swartkrans y 1 de Sterkfontein), mientras que otros 3 de Sterkfontein se aproximan más a Homo y el resto tienen más rasgos australopitecinos [+info].
  • Un modesto molar encontrado en el nuevo sitio de Qvemo Orozmani, a unos 20 km de Dmanisi (Georgia) constituye el resto humano más antiguo de Eurasia fuera de Dmanisi, ya que se le estima una datación de similar de 1,77-1,84 Ma a los restos de este sitio [+info].

Orozmani: molar encontrado en 2022 (foto: REUTERS/David Chkhikvishvili).

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Un ejemplo clásico de evolución: la tolerancia a la lactosa. ¿Por qué surgió?

Un ejemplo clásico de evolución: la tolerancia a la lactosa. ¿Por qué surgió?

Es raro que bebamos leche. Una vez termina el amamantamiento de las crías, los mamíferos dejan de beber leche y abandonan esta actividad infantil. Pero los humanos adultos no dejamos de hacerlo, sobre todo en sociedades occidentales, y algunas de África, del sureste asiático, de Oriente Medio y Norteamérica. Parece mentira, pero en realidad la mayoría de humanos adultos actuales ni siquiera tiene la capacidad de digerir la leche, ni la han tenido casi todos los humanos que han existido antes.

¿Cuál es el motivo? Nuestro gen LCT codifica una enzima llamada lactasa que permite digerir la leche. La leche tiene un azúcar llamado lactosa, y en nuestro estómago la lactasa divide en dos la lactosa produciendo glucosa y galactosa. Pues bien, tras el destete, cuando la actividad del gen LCT se reduce en un individuo, este pasa a ser intolerante a la lactosa.

Hace pocos milenios, apareció una mutación genética que mantiene la producción de lactasa en adultos, proporcionándoles la tolerancia a la lactosa. Es uno de los ejemplos clásicos para ilustrar que la evolución humana continúa. Esta adaptación ha permitido a un tercio de la población mundial consumir leche no fermentada de otros animales. Mientras tanto, las personas intolerantes a la lactosa, si consumen leche de otros animales, acaban sufriendo molestias que en principio no son graves: hinchazón y dolor de vientre, vómitos, diarrea, flatulencia… Esto lo provoca la falta de lactasa, o su actividad reducida, que hace que la lactosa no se digiera en el intestino delgado, de modo que llega al colon donde se encuentra con bacterias que pueden descomponerla y fermentarla, produciendo acumulación de gas y los síntomas descritos.

La narrativa clásica sitúa la aparición de esta mutación hace entre 5000-10000 años, y su expansión de forma gradual asociada al aumento de consumo de leche de los animales domesticados en el modo de vida neolítico, es decir, una coevolución gen-cultura. Por ejemplo, hace más de 7000 años la leche ya formaba parte de la alimentación en pueblos de Turquía, Rumanía y Hungría, y hace 6000 años en las islas británicas. Esto se puede detectar en los residuos de grasas lácteas que quedan en los poros de los recipientes arqueológicos. Además, según modelos matemáticos que aúnan evidencias genéticas y arqueológicas, hay una distribución significativa de los genes de la persistencia de la lactasa por el noroeste europeo, lo que se asume como una posible ventaja para los humanos de aquella región: beber leche podría haber compensado la falta de sol y sus niveles más bajos de vitamina D, necesaria para asimilar el calcio. Desde hace 3000 años, con el inicio de la Edad de Bronce, la expansión de esta mutación por Eurasia va tomando la amplitud que conocemos en la actualidad. Sigue leyendo

El resto humano más antiguo de Eurasia fuera de Dmanisi

El resto humano más antiguo de Eurasia fuera de Dmanisi

[English version below]

Orozmani. Recordemos este nombre desde ahora. Se trata de un yacimiento a 20 km de Dmanisi, en Georgia. Todo buen seguidor de la evolución humana reconoce Dmanisi como un sitio clave, ya que allí aparecieron cinco fabulosos cráneos y multitud de restos poscraneales e industria lítica de aspecto olduvayense datados en 1,8 millones de años (Ma). Es decir, estos restos constituyen la presencia humana más antigua fuera de África. Pero, tras Dmanisi, los trabajos de excavación por toda Europa apenas nos habían proporcionado un puñado de yacimientos con restos líticos en el entorno de los 1,5 Ma. Eso sí, otros conjuntos aparecidos en Asia superan ese umbral y llegan hasta los 2 Ma, como el de Shangchen, al norte de China, fechado en 2,1 Ma. Realmente los primeros Homo salieron a Eurasia «al poco» de evolucionar en África.

Los siguientes restos humanos más antiguos fuera de África son los del sitio israelí de ‘Ubeidiya (una vértebra lumbar inferior muy robusta de 1,5 Ma), Orce (un diente deciduo de Barranco León) y Atapuerca (una flamante cara parcial hallada en verano de 2022 en Sima del Elefante) en España, ambos de 1,4 Ma, y la calota de Kocabaş (1,1-1,3 Ma) en Turquía.

Desde 2019 se viene investigando en un nuevo sitio en Qvemo Orozmani, a unos 100 km al suroeste de la capital Tbilisi, que tiene evidencias de presencia hominina de una antigüedad estimada similar a la de Dmanisi (1,77-1,84 Ma). Lo estudia un equipo liderado por Giorgi Bidzinashvili del Museo Nacional de Georgia. En las primeras excavaciones se recuperaron artefactos líticos y huesos de fauna, y se observó el enorme potencial del lugar para el entendimiento de la dispersión de los primeros Homo fuera de África y la ocupación del sur del Cáucaso.

Ahora, se anuncia el hallazgo de un molar que pasa a ser el fósil humano más antiguo de Eurasia tras la colección de Dmanisi. Esperemos su publicación y, sobre todo, la comparación con los dientes de Dmanisi, para entender un poco más la morfología de aquellos Homo erectus que poblaban por Europa, y que seguramente tenían antepasados africanos no mucho más atrás en el tiempo, mientras otros grupos erectinos seguían desarrollándose en paralelo en África, hasta dar origen a nuestro linaje sapiens más de un millón de años más tarde. Sigue leyendo