Nuevos interrogantes en el Pleistoceno Medio Europeo

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Dos estudios publicados recientemente contribuyen de manera notable al (confuso) conocimiento que tenemos sobre la evolución humana durante el Pleistoceno Medio Europeo.

En 2010, Aida Gómez-Robles estudió la colección de dientes de los preneandertales de la Sima de los Huesos (SH) en Atapuerca. Tan solo 9 años después, se conoce mucha más información sobre aquellos humanos, principalmente: 1) La datación de los fósiles, establecida en unos 430 ka (Arnold LJ et al, 2014). 2) Gracias a la paleogenética, la confirmación de la relación de los homininos de SH con el linaje neandertal, lo cual ya indicaban muchos rasgos anatómicos. 3) Los dientes de SH son muy derivados, tienen un aspecto muy alejado del que se esperaría para un neandertal temprano, o una especie próxima al ancestro común de neandertales y humanos modernos. De hecho, algunos rasgos como la reducción del tamaño y la simplificación de la estructura se corresponden con neandertales muy  posteriores, en el entorno de hace 100 ka.

Gómez-Robles utiliza una serie de modelos cuantitativos para calcular el rango temporal en que los homininos de SH pudieron desarrollar esa morfología dental, asumiendo que la tasa a la que esos neandertales tempranos evolucionaron sería constante y similar a la observada en otros homininos. La autora considera que, aunque es posible que los de SH evolucionaran mas rápido, eso no es lo observado en muchas otras especies de homininos. Incluso en especies como los parántropos, con una dentición muy derivada, esa tasa evolutiva es muy homogénea. Considerando dicha tasa, la divergencia entre neandertales y humanos modernos ocurriría hace un mínimo de 800 ka.

Sin embargo, el estudio del genoma neandertal indica una divergencia del linaje sapiens alrededor de hace 600 ka. ¿Qué implicaciones tiene la diferencia entre ambas estimaciones? Por una parte, los estudios genéticos tienen también una serie de asunciones como la tasa de mutación (indicativa de la rapidez y consistencia de los cambios genéticos acumulados a lo largo del tiempo), que pueden hacer variar los resultados de manera significativa. Por otra parte, el estudio anatómico puede estar indicando que la diferenciación morfológica (la divergencia en cuanto a fenotipos dentales de neandertales y sapiens) precede a la separación genética de ambas especies, según indica Gómez-Robles. Es decir, su anatomía indica que esos grupos ya estaban en direcciones evolutivas distintas, hay patrones de divergencia muy claros antes de la separación genética que, además, sabemos que tampoco fue total (hubo hibridaciones).

En el segundo estudio a que me refiero, Antonio Rosas y otros colegas plantean que la morfología craneal de los homininos del Pleistoceno Medio Europeo responde a una misma especie. Por tanto, hay una unicidad dentro de la diversidad que existe en las caras y en las mandíbulas de los homininos de Arago, Mauer, SH, Montmaurin… Para los autores, buena parte de esa diversidad puede explicarse por factores que vemos en nuestra especie y en otros simios, que se traducen en individuos con las caras más largas (dolicofacial) y otros con las caras más anchas (braquifacial).

Por tanto, a la vez que había grupos presapiens evolucionando en África, imaginamos que también habría preneandertales evolucionando en Europa, pero nos seguimos preguntando por los detalles detrás de esa dinámica evolutiva… Cuántos grupos humanos habitaron Europa durante el Pleistoceno Medio, cuál era la relación entre ellos, si se mezclaron, cuáles se extinguieron y cuáles sobrevivieron, cuántas especies representan, y cuáles son sus especies antepasadas. ¿Representan una sola especie politípica, Homo heidelbergensis? ¿Su anatomía era efectivamente previa a la separación genética de Homo neanderthalensis y Homo sapiens? ¿Es Homo heidelbergensis una especie «nicho» exclusivamente europea, y Homo antecessor el antepasado de ambos linajes hace 1 millón de años? Seguiremos atentamente la evolución del conocimiento en este apasionante periodo.

A model resulting from the successive pairwise similarity inclusion analyses in which only one polytypic species of Homo is recognized in the Middle Pleistocene of Europe. Source: Rosas A et al (2019). Tempo and mode in the Neandertal evolutionary lineage: A structuralist approach tomandible variation. Quaternary Science Reviews, fig. 8.

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Sobre el origen de los homininos y de Homo sapiens, en «A Ciencia Cierta»

Enlace al podcast del programa A Ciencia Cierta 31/01/2018 en CV Radio, dirigido por Antonio Rivera. Participo hablando de los orígenes de los homininos y de nuestra especie Homo sapiens.  A partir del minuto 2:05 y hasta el 22:20.

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Sahelanthropus tchadensis

Sahelanthropus tchadensis, reconstruction of TM 266-01-060-1. Photo credit: Smithsonian National Museum of Natural History

Neandertales y cromañones

Cro-Magnon

La pequeña localidad de Les Eyzies-de-Tayac-Sireuil, en el suroeste de Francia, tal vez no es muy conocida. Sin embargo, está situada en un área rocosa de gran importancia prehistórica, con varios yacimientos declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. El más conocido de ellos es el abrigo de Cro-Magnon.

Allí, en 1868 el geólogo Louis Lartet descubrió cinco esqueletos con un aspecto muy moderno. Cro-Magnon 1 se halló en asociación a conchas perforadas, huesos y dientes de fauna, útiles líticos y partículas de ocre que recubrieron el cuerpo, sugiriendo un enterramiento ritual.

El cráneo de Cro-Magnon-1 es muy redondeado y grande (cerca de 1600 cc) y tiene una cara totalmente moderna. La ausencia de dientes y la reabsorción de hueso mandibular indican una edad avanzada del individuo. Una infección fúngica le produjo hoyuelos en la cara y en el frontal. Perteneció a un individuo masculino que vivió hace entre 28.000-32.000 años.

Cromañon, Cro-Magnon 1

Cráneo Cro-Magnon 1. Muestra rasgos anatómicos típicos de los humanos modernos: forma globular, frente alta y vertical, mentón pronunciado, ancho máximo del cráneo hacia la mitad de los parietales. Destaca en este individuo la proyección de los huesos nasales, la forma particularmente alargada del cráneo, la forma bien definida y cuadrangular de las órbitas y el tamaño del proceso mastoideo. Crédito foto: Roberto Sáez

Los rasgos de Cro-Magnon contrastaban con el aspecto de los fósiles neandertales que estaban en pleno boom desde hacía pocos años, debido al hallazgo en 1856 de Neandertal-1 cerca de Dusseldorf, y la presentación de la especie Homo neanderthalensis por William King en 1864, que reunía a otros fósiles descubiertos antes que Neandertal-1 (Engis en Bélgica, Forbes’ Quarry en Gibraltar). También coincidía en el tiempo con la descripción de la industria lítica asociada a los neandertales desde 1860, fruto de los hallazgos en el abrigo de Le Moustier, situado a solo 10 km de Cro-Magnon.

Estaba naciendo un curioso binomio que trataba de contrastar “neandertales y cromañones” que perduró y, de hecho, lo recuerdo con cariño de mis primeras lecciones sobre Prehistoria en el colegio. Todavía hoy no es raro escucharlo.

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¿El origen de Homo sapiens hace más de 300.000 años?

El conjunto de fósiles de Jebel Irhoud, Marruecos, adquiere desde ahora una importancia mucho más destacada. Conocíamos los restos de varios individuos hallados en 1961 y 1962: dos cráneos adultos (incluyendo el fósil más icónico Irhoud 1, un cráneo casi completo), una mandíbula infantil, un húmero infantil y un fragmento de coxis.

Debido a su datación inicial de 160 Ka, la presencia de rasgos primitivos, y su asociación a herramientas descritas como musterienses, en 1962 inicialmente se sugirió que eran neandertales. Sin embargo, en las décadas siguientes el consenso científico se movió hacia que los especímenes de Jebel Irhoud eran Homo sapiens, que presentaban una combinación de rasgos arcaicos y rasgos derivados que se fueron desarrollando en distintas regiones de África (Hublin, 1985; Hublin, 1992; Bräuer, 1984; Rightmire, 1984).

Jebel Irhoud cráneo y mandíbula

Jebel Irhoud, reproducción cráneo y mandíbula. Crédito imagen: Philipp Gunz, MPI EVA Leipzig

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A Moroccan cradle for Homo sapiens?

By Chris Stringer, The Natural History Museum London. 

Many scientists accept that the human fossils from Omo Kibish and Herto in Ethiopia, dated between about 150-200,000 years ago represent the earliest known members of our species Homo sapiens. However, I now accept that evidence is building from both fossils and DNA that the modern human and Neanderthal lineages separated at least 500,000 years ago. In my view, the date of this divergence should mark the origin of these two groups, with the implication that there should fossils in Africa and Eurasia older than 200,000 years that lie on the respective lineages of modern humans and Neanderthals.

There is good evidence that this is true for the Neanderthals in Europe, since the Sima de los Huesos (‘Pit of the Bones’) fossils from Atapuerca can now be firmly placed on the Neanderthal lineage from both their anatomy and their DNA at around 430,000 years. Although we don’t yet have good ancient DNA evidence from Africa, I have suggested that fossils such as Florisbad (South Africa), Eliye Springs (Kenya) and Jebel Irhoud (Morocco) might well represent early or “archaic” Homo sapiens that existed before the full suite of modern human characteristics had evolved. Moreover, it is possible that earlier and neglected fossils from sites such as Salé and Thomas Quarries (Morocco), and Ndutu (Tanzania) could be even more ancient members of our species, Homo sapiens.

I used to argue that “anatomically modern humans” (including fossils that essentially look like us today) are the only group that should be called Homo sapiens. Now, I think that anatomically modern humans are only a sub-group within the species Homo sapiens, and that we should recognise the diversity of forms within early Homo sapiens, some of which probably went extinct.

When I set out on my PhD trip in 1971 to study and measure as many as possible of the early modern and Neanderthal skulls curated in European museums, there was one fossil that particularly intrigued me. This was the enigmatic cranium from Jebel Irhoud in Morocco, found a decade earlier, and described as an ‘African Neanderthal’, dated at about 40,000 years old. Imagine my disappointment when I arrived in a Paris museum and was told by an anthropologist that the specimen had just been returned to Morocco. Seeing my crestfallen face over coffee, another worker told me that the fossil was, in fact, locked in a cupboard in the first anthropologist’s room, but he would give me clandestine access to it for a short time the next morning. It was well worth the chicanery and the wait, for as soon as I saw the large but modern-looking face of Jebel Irhoud 1, I knew it was no Neanderthal – it completely lacked their puffed-out cheek bones, midfacial prominence, and enormous nose. But I couldn’t make much sense of Jebel Irhoud in my PhD conclusions as it was apparently too recent and therefore too close in age to actual early modern fossils from Israel and Europe to represent a potential ancestor for modern humans.

Jebel Irhoud 1

Jebel Irhoud 1 skull. Photo credit: Chris Stringer

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