Paleoantropología: novedades 2º trimestre 2025

Paleoantropología: novedades 2º trimestre 2025

Me había propuesto en este trimestre ser realmente estricto en el número de novedades seleccionadas. Os aseguro que lo he sido, a pesar de lo cual han sido 48 las que recopilo. Estamos en un tiempo fantástico para la paleoantropología.

  • Las tasas de cicatrización de heridas humanas son tres veces más lentas que en primates no humanos, las cuales, a su vez, son similares a las de otras especies animales como roedores. Matsumoto-Oda y colaboradores se plantean la desventaja evolutiva que pudo haber supuesto la pérdida del vello corporal. A diferencia de los grandes simios, los humanos experimentaron en su evolución un aumento en la densidad de las glándulas sudoríparas y una disminución en la densidad del vello corporal, acompañado del engrosamiento del tejido subcutáneo como forma alternativa de protección interna. Esto habría contribuido a la evolución de tasas de cicatrización más lentas, que pueden dificultar el acceso a los alimentos, reducir la capacidad de evadir depredadores e influir sobre las necesidades de energía para la reparación de tejidos, el crecimiento y la reproducción. Es posible que el desarrollo del cuidado a individuos mayores y discapacitados entre humanos, así como el uso de plantas medicinales, mitigaran la desventaja evolutiva de la cicatrización tardía de las heridas.
  • Los primeros Homo (incluyendo H. habilis y H. rudolfensis) y Paranthropus boisei son propuestos como los fabricantes de útiles olduvayenses (Williams et al., 2025). Los primeros miembros del género Homo siguen siendo los principales candidatos para la fabricación y el uso del Olduvayense a lo largo de su rango temporal más amplio (c. 3,25-1,6 Ma, millones de años) pero, considerando que el Olduvayense pudo darse hasta hace 1,2 Ma, P. boisei sería el principal candidato para la producción de los artefactos posteriores.
  • Tras conocer el sexo biológico del espécimen Sts 63 (Australopithecus africanus) del Miembro 4 de Sterkfontein gracias a su proteoma conservado en un diente (Madupe et al., 2025), ahora han seguido el mismo camino cuatro especímenes de Paranthropus robustus de Swartkrans, de unos 2 Ma: son los dientes SK 830, SK 835, SK 850 y SK 14132. El estudio de la proteína amelogenina ha podido determinar que dos de los dientes tenían la variante específica de los machos (Madupe et al., 2025). Además, el polimorfismo de un solo aminoácido y la variación en la forma de la unión esmalte-dentina indicaron subgrupos potenciales presentes dentro de P. robustus. Anteriormente, se tenía identificada una variante genética única para la proteína polishina en dicha especie, pero este estudio mostró variaciones entre los cuatro individuos analizados. Esto podría reflejar dinámicas poblacionales complejas, microevolución o la presencia de grupos o taxones distintos.
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Adaptaciones de las manos en Australopithecus y Homo

Adaptaciones de las manos en Australopithecus y Homo

La comparación de las manos casi completas que se han podido recuperar de Australopithecus sediba (1,95 millones de años) y de Homo naledi (241-335 miles de años) permite observar cómo estas dos especies se adaptaron a sus entornos en el sur de África de distintos modos, equilibrando el uso de herramientas, el procesamiento de alimentos y la locomoción (Syeda et al., 2025).

Aunque ninguno de los dos homininos se ha asociado todavía directamente con herramientas de piedra, varios aspectos de la morfología de las manos y de las muñecas de ambos sugieren que poseían una destreza manual mucho más similar a la de los humanos que a la de los chimpancés o gorilas actuales. Es decir, aquellas manos probablemente manejaron herramientas.

En el caso de Homo naledi, cerca de la mano de uno de los cuerpos hallados en la antecámara Hill (contigua a la cámara de Dinaledi, en el sistema de cuevas Rising Star) se halló un artefacto de piedra que, según plantean en su preprint Berger y otros (2025), podría haber sido utilizado para realizar grabados parietales en forma de líneas cruzadas y formas geométricas. Aunque este objeto puede ser natural y no un producto de la talla de herramientas (Martinón et al., 2024), tampoco se descarta que H. naledi lo adoptara como útil. En todo caso, sorprende su asociación con el esqueleto, en contacto directo con el mismo.

Tanto H. naledi como Au. sediba son especies que conservan ciertos rasgos morfológicos de apariencia simiesca, sobre todo en las extremidades superiores. Estos rasgos les resultarían ventajosos para escalar o trepar, aunque no se puede determinar si realmente lo hacían, o tal vez esa morfología está reflejando los remanentes evolutivos de un ancestro escalador o trepador. 

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Paleoantropología: novedades 1er trimestre 2022

Paleoantropología: novedades 1er trimestre 2022

Cerramos el primer trimestre de 2002 con una nueva recopilación de 29 novedades en paleoantropología, por orden de cronología del objeto de estudio:

  • El análisis de los patrones de atención visual asociados a la exploración sensorial de herramientas paleolíticas, indica que las regiones más funcionales de las herramientas son consideradas más significativas y atraen más atención. En los cantos tallados o choppers, estas zonas son el centro y la región superior, en los bifaces la zona de atención está entre la base y la punta y, en general, la superficie tallada de ambas herramientas atrae más atención que la superficie natural o cortical [+info].
  • Los esferoides son herramientas cuya función es bastante desconocida, y se empleaban en el Olduvayense, el Achelense e incluso el Musteriense. Un nuevo estudio de arqueología experimental indica que seguramente las extracciones de material para dar lugar a los esferoides eran producto de golpes deliberados y complejos que formaban parte del proceso de talla, indicando una notable capacidad cognitiva. Los esferoides no eran subproductos, y además requerían de una selección de materias primas específicas que probablemente se convirtió en una norma cultural que perduró cientos de milenios [+info].
  • Hace unos 2,03 Ma (millones de años), los homininos en Ewass Oldupa (Etiopía) superaron importantes retos ecológicos sin modificar sustancialmente su tecnología olduvayense, indicando la suficiencia y resiliencia de aquellos grupos, que empleaban eficazmente sus recursos tecnológicos básicos [+info].
  • Se ha presentado un nuevo conjunto de sitios olduvayenses que contienen herramientas talladas en roca volcánica (traquita) y restos de fauna principalmente de hipopótamo. Con una antigüedad de ~1,8 Ma, se encuentran en la caldera del volcán Kilombe (Kenia), que se formó hace 2,5 Ma. La actividad de homininos en un paisaje escarpado y en altura es indicativa de la variedad de entornos que explotaron [+info].

Sitios y artefactos olduvayenses en el volcán Kilombe. Crédito: Gowlett et al (2022).

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La cueva de Cudón y la complejidad del poblamiento humano en el cantábrico: una hipótesis fascinante

La cueva de Cudón y la complejidad del poblamiento humano en el cantábrico: una hipótesis fascinante

La cueva de Cudón (Miengo, Cantabria) forma parte de una nueva vía de investigación para el estudio de un conjunto de cuevas con pinturas rojas en Cantabria, que consisten en discos, puntos, trazos, manchas y otros signos no figurativos, muy distintos a las icónicas representaciones de animales en otras cavidades, entre los que abundan los bisontes, caballos y ciervos. Este enfoque de estudio fue abierto por Ramón Montes en Cudón, en 2011 y, a partir de él, Roberto Ontañón coordina desde 2013 en Cantabria un amplio trabajo de documentación gráfica de cuevas con pinturas rojas análogas.

En Cudón el registro pictórico es enorme. A pesar de ser relativamente desconocida, se trata del yacimiento con más y mejores pinturas rojas premagdalenienses de Cantabria, además de ser una cueva de gran complejidad por su longitud (2 km) y su geología (bastantes galerías bajas y zonas escondidas). En total, se han levantado 900 unidades gráficas. Corresponden a gestos artísticos en general, pero no se puede descartar que también haya transferencias de manos pintadas o de ropas manchadas de ocre que rozan la pared. En algunos casos, resulta difícil discriminar el hecho intencional artístico de lo que no es intencional pero que sucede en relación con aquél.

Por tanto, Cudón es un gran santuario de este tipo de arte paleolítico de pinturas rojas, bien fechado en el Gravetiense pleno (aprox. 26.000 años BP, 29.000-30.000 Cal BP) mediante cuatro dataciones por radiocarbono. En esta cronología está conviviendo, y tal vez compitiendo, con el arte mucho más espectacular de las grandes ciervas tamponadas, animales de tinta plana y otras pinturas rojas premagdalenienses de Covalanas, La Pasiega, El Castillo, El Pendo, etc. El 90% de su registro son pinturas rojas, y el resto son elementos negros, algunos morados, pequeños grabados entre los que se cuentan numerosos «macarronis» (grabados digitales hechos sobre pared arcillosa) y dos manos en negativo superpuestas, una horizontal y otra vertical, con posibles restos de una tercera.

Es sorprendente que, en una cueva de 900 pinturas paleolíticas con una gran diversidad de elementos, no haya ninguna representación animal, ni siquiera parcial, aun teniendo paredes lisas y grandes, óptimas para pintar. Ramón Montes lo explica para este blog: «Pensamos que es un arte con entidad propia, es decir, quien produce ese arte no quiere pintar animales. Esta es una corriente que conviviría con otras tradiciones naturalistas durante el Paleolítico superior cantábrico. No sabemos si esto responde a razones artísticas, culturales o religiosas, pero intuimos que se trata de un poco de todo, porque las explicaciones sencillas en arqueología funcionan mal». Hay otras 20 cuevas identificadas a partir de 2013 en el sector central de la cornisa cantábrica (entre los ríos Sella y Nervión), que tienen un arte parecido a la amplia referencia de Cudón, pero en formatos más reducidos y compactos, con menor número de elementos. Probablemente también son del Gravetiense, aunque solo una de ellas está datada, la cueva del Calero (en algo más de 25.000 años BP).

Cudón: signos en el techo del vestíbulo (izd), puntos y vulva bicolor (dch). Foto cortesía de Ramón Montes

¿Qué significa este arte? 

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Tres nuevas manos pintadas descubiertas en la cueva de Altamira

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El 26/01/19 se celebró la conferencia “Handpas. Las manos de la cueva de Altamira” impartida por el coordinador del proyecto europeo “Handpas Project. Manos del pasado” Hipólito Collado y la subdirectora del Museo Nacional de Altamira Carmen de las Heras.

Se presentaron los resultados de la investigación del citado proyecto con especial atención a las novedades que el estudio del arte rupestre de la cueva de Altamira ha arrojado.

Respecto a las manos de Altamira, las principales novedades son la localización de varias manos que ya habían sido identificadas por investigadores como Breuil y Obermaier y que debido a su mal estado de conservación no se habían podido ubicar, y la identificación de varias manos que no se conocían, todo ello gracias a las nuevas técnicas de análisis digital de imágenes que permiten ver lo que el ojo no ve.

Así, con estos últimos estudios, conocemos en la cueva de Altamira un total de nueve manos, todas ellas pintadas, de las que dos están realizadas por impresión de la mano sobre la roca (manos en positivo), y otras siete son siluetas, es decir pintando o soplando pintura a su alrededor (manos en negativo). Respecto a su localización ocho de ellas se encuentran en el techo de los polícromos y una de ellas en la Galería Final.

En el techo de polícromos, donde tres de las manos son perfectamente visibles, existen otras cinco, todas ellas en negativo, prácticamente invisibles a nuestra vista.

Entre las inéditas, la que denominamos “mano 3” está aerografiada en color negro y se ha podido identificar incluso la huella del antebrazo; así mismo la “mano 4” está aerografiada, en color rojo violáceo, estando muy perdida y por ello solo se pueden observar tres de los cinco dedos.

Respecto a la mano ubicada en la Galería Final, además de su peculiar ubicación en lo más profundo de la cavidad, presenta la peculiaridad de estar realizada en color negro y ser de pequeño tamaño, por lo que se puede considerar una mano infantil (de un niño o niña de entorno a 7 u 8 años pues su longitud es de 8 cm.).

Todos estos trabajos de localización e identificación han sido realizados sobre las imágenes fotográficas de Pedro Saura.

Fuente: Museo de Altamira (Facebook). Reproducido con permiso de la dirección del Museo.

Manos Altamira. Hands Altamira

Manos pintadas en la cueva Altamira. Painted hands in Altamira cave. Credit: Pedro Saura, Museo Nacional de Altamira

Three new painted hands discovered in the Altamira cave 

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