El cuidado a los niños en la prehistoria: la población de Man Bac

El cuidado a los niños en la prehistoria: la población de Man Bac

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El individuo 9 de Man Bac (M9) vivió hace unos 4000 años en el norte de la actual Vietnam. Era un hombre que murió a los 20-25 años; pertenecía a un grupo neolítico de pequeño tamaño que habitaba un entorno fluvial y costero. Su economía predominantemente era de caza y recolección, combinada con horticultura. Entre los restos de recursos alimenticios hallados, hay tanto acuáticos como terrestres, pero no hay rastro de consumo de arroz, a pesar de que sí se ha encontrado en otros sitios del delta del Río Rojo.

El cuerpo de M9 presentaba la fusión de las vértebras C1-T3, fusión de la articulación sacro-iliaca, atrofia ósea extrema, pero ninguna evidencia de traumas o infecciones. Padeció tetraplejia adquirida entre los 12-14 años, debida a una complicación congenital llamada Síndrome Klippel-Feil. Fue enterrado de forma distinta al resto de miembros del grupo, en posición flexionada N-S, mientras que lo normal en el grupo era supina E-O. También se hallaron dos vasijas asociadas al enterramiento.

Con esto, acabamos de resumir la primera etapa del método de la Bioarqueología del Cuidado, en la que hemos documentado los restos esqueletales, sus patologías, el tratamiento funerario, y el contexto ecológico y de modo de vida del grupo. Veremos que M9 es un sujeto idóneo para ilustrar este método en acción, y que aplicó en detalle Lorna Tilley (2015) para este esqueleto.

Seguimos con la segunda etapa, que corresponde a la identificación de los impactos clínicos y funcionales, y su severidad, que permiten evaluar la necesidad de cuidados que pudo requerir M9. Como características clínicas identificadas, M9 tuvo con certeza una parálisis parcial del tronco superior y parálisis completa del tronco inferior, tortícolis y osteoporosis; muy probablemente padecería otros síntomas ligados a su enfermedad, como el sistema inmunitario debilitado, disfunciones cardiovasculares, gastrointestinales y respiratorias, fallo renal y úlceras por presión, y posiblemente episodios de dolor y depresión. Los impactos funcionales de su inmovilidad eran notables, por la incapacidad absoluta para las actividades esenciales; de igual forma, en las actividades instrumentales sería incapaz de desarrollar cualquier actividad con demanda física. La supervivencia de unos 10 años con estos problemas derivados de su tetraplejia significa un caso claro de necesidad de cuidados.

¿De qué tipo serían esos cuidados? La tercera etapa del método consiste en esbozar el modelo de cuidados aportados a M9. Este se compondría, por una parte, de acciones de atención directa continua e intensiva (enfermería), la observación regular de su estado de salud, el cuidado de su higiene (limpieza de desechos, baño, protección del tegumento, etc.), su alimentación (tal vez incluyendo la preparación de una dieta especial, ocasional o frecuentemente), el mantenimiento de su hidratación y la regulación de su temperatura corporal, el masaje y la colocación postural para estimular funciones orgánicas y prevenir las úlceras por presión, y el tratamiento específico de éstas cuando aparecieran. Por otra parte, el grupo tendría que realizar un esfuerzo para involucrar al individuo en la actividad social, y superar el importante requerimiento psicológico de sus cuidados.

El sitio de Man Bac en la actualidad, señalando el lugar del yacimiento mencionado en el artículo. Crédito: Tilley y Oxenham (2011)

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El Complejo del Humo: ocupación humana ininterrumpida desde el Achelense

El Complejo del Humo: ocupación humana ininterrumpida desde el Achelense

El Complejo del Humo se encuentra al este de la ciudad de Málaga, en un contexto de numerosos enclaves arqueológicos con siete yacimientos concentrados a lo largo de tan solo medio kilómetro lineal. Recibe su nombre por la mayor de las cuevas, la Cueva del Humo, aunque el lugar es también conocido con la denominación de Cuevas de La Araña, nombre de la barriada malagueña donde se encuentra.

Se trata de un sistema kárstico que presenta abrigos, cuevas, acantilados y rasas de origen marino, que conservan un conjunto de yacimientos arqueológicos de extraordinaria relevancia. Los datos obtenidos durante más de cuatro décadas de estudio arrojan una ocupación ininterrumpida del lugar por distintos grupos humanos (preneandertales, neandertales y Homo sapiens) desde el Achelense hasta la actualidad. Durante las ocupaciones pleistocénicas del lugar, los humanos verían un paisaje muy distinto y cambiante debido a las fluctuaciones del nivel del mar y su relación con la línea de costa. En cualquier caso, las evidencias hablan de una continua y estrecha relación de las comunidades humanas con el mar. Los objetos resultantes de aquella actividad antrópica hallados hasta ahora, algunos ya presentados, incluyen varias piezas realmente únicas y cientos de materiales pendientes de analizar y publicar.

Recreación paleoambiental del Complejo Humo en base a dataciones y datos palinológicos. Comparativa con el aspecto actual.

Recreación paleoambiental del Complejo Humo en base a dataciones y datos palinológicos. Comparativa con el aspecto actual. Disponible en el Centro de Interpretación de los Yacimientos Arqueológicos de la Araña.

Los primeros trabajos arqueológicos documentados fueron llevados a cabo por Miguel Such en 1917-1918, aunque las excavaciones arqueológicas comenzaron en 1942 con José Sánchez Montes. Desde los años 1980, gracias a la labor y al tesón del arqueólogo Julián Ramos y sus colaboradores, los yacimientos de La Araña y su entorno se han transformado. Sin embargo, tras más de un siglo de explotación minera de las calizas del entorno, ha desaparecido gran parte del cantal sobre el que se asienta el Complejo del Humo y, con ello, numerosos yacimientos arqueológicos. A día de hoy, a pesar de estar declarado Bien de Interés Cultural (BIC), los yacimientos de La Araña no cuentan con un entorno de protección arqueológica declarado. Pese a las dificultades administrativas, el enclave está limpio, desescombrado, ha rendido miles de piezas arqueológicas y datos científicos, y cuenta con una estratigrafía documentada y consistente. A lo largo de un siglo, el Complejo Humo ha dado, y sigue dando, materiales del Achelense, Musteriense, Paleolítico superior, Neolítico y Calcolítico.

Vista aérea del BIC de la Araña y localización de algunos sitios mencionados en el artículo

Vista aérea del BIC de la Araña y localización de algunos sitios mencionados en el artículo. Crédito: Asociación Yacimientos Arqueológicos de La Araña

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Paleoantropología: novedades 2º trimestre 2023

Paleoantropología: novedades 2º trimestre 2023

En este segundo trimestre del año, el ritmo de publicación de novedades en paleoantropología ha sido realmente alto. Rescato 45 de ellas para elaborar este resumen:

  • Dos nuevos trabajos paleontológicos y paleoecológicos en el este africano, analizan cómo era el hábitat donde evolucionaron los hominoideos ancestros de los primeros homininos. Aunque se suponía que su ecosistema era predominantente selvático hace más de 10 millones de años (Ma), se ha encontrado que más bien sería una sabana con zonas boscosas, un entorno más seco e irregular. Así, parece que tenemos que buscar el origen de la sabana africana mucho antes antes de lo esperado, con una abundancia de hierbas tipo C4 hace entre 21 y 16 Ma [+]. Esto reabre el debate sobre la evolución morfológica de los hominoideos y el aumento muscular de sus extremidades traseras, observada en el simio más antiguo de la región, Morotopithecus (nombre tomado del sitio Moroto II de Uganda), similar a la de los simios actuales, lo que sería una adaptación a bosques abiertos y estacionales en una transición hacia los orígenes de la locomoción bípeda [+]. 

Reconstrucción tradicional y nueva del hábitat de los hominoideos. Crédito: L. M. MacLatchy et al (2023).

  • Un estudio sobre el cúbito de 17 especímenes de homininos (Sahelanthropus, Ardipithecus, Australopithecus, Paranthropus y Homo primitivos), junto con cúbitos de Homo sapiens y de simios extinguidos, concluye que los fósiles TM 266 (asignado a Sahelanthropus tchadensis) y OH 36 (a Paranthropus boisei) se diferencian de otros homininos por encontrarse dentro del morfoespacio de la marcha con nudilleo (knucle-walking). Los autores del trabajo se cuestionan que S. tchadensis fuera un bípedo obligado; más bien podría ser un homínido del Mioceno tardío con adaptaciones para caminar con nudilleo [+].
  • Se ha logrado crear un modelo digital de la estructura muscular de la parte inferior del cuerpo del esqueleto de Lucy (Australopithecus afarensis), de 3,2 Ma, para comprobar su locomoción en vida. Para ello, se emplearon resonancias magnéticas y tomografías computarizadas de las estructuras musculares y óseas de humanos modernos para trazar las trayectorias musculares, usaron los modelos virtuales del esqueleto de Lucy para recomponer las articulaciones, reconstruyeron 36 músculos, y recrearon sus movimientos en vida. La mayoría de los músculos eran mucho más voluminosos en Lucy que en los humanos modernos. Por ejemplo, los músculos del muslo constituían el 74% de su masa, frente al 50% en los humanos modernos. Los músculos extensores de la rodilla de Lucy, y el efecto de palanca que permitirían, confirman que tenía la misma capacidad de enderezar las articulaciones de la rodilla que los humanos modernos. Una vez más, vemos que Lucy era bípeda [+].
  • Y, precisamente, los tres Australopithecus afarensis que dejaron las huellas del sitio G de Laetoli hace 3,66 Ma, eran relativamente grandes e iban un poco más rápido de lo que se había estimado anteriormente. Un gran australopiteco (160-170 cm) iba seguido a la misma velocidad por dos individuos de menor tamaño (un posible macho de 140 cm y una hembra o juvenil de 120 cm) [+].
  • Una revisión sobre la locomoción en los homininos y su evolución desde el Mioceno superior hasta el Plioceno superior, muestra la retención de ciertos rasgos en hombros y extremidades en Au. afarensis y Au. africanus (ya después de ser bípedos habituales) relacionados con actividades arbóreas que resultaban clave para alimentarse, criar y evitar depredadores. Muchos de estos rasgos persistieron hasta la aparición de Homo erectus [+].

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Romito 2: un caso de enanismo en el Paleolítico superior estudiado con la Bioarqueología del Cuidado

Romito 2: un caso de enanismo en el Paleolítico superior estudiado con la Bioarqueología del Cuidado

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Romito 2 es el esqueleto de un individuo masculino que vivió hace unos 11.500 años en la región de Calabria, al sur de Italia. Su edad al morir era de 17-20 años. Fue mencionado inicialmente por Graziosi (1963) y Messeri (1966), pero su primer estudio en profundidad fue publicado por Frayer et al (1987) y Frayer et al (1988). Tilley (2015) analizó el individuo bajo el método de la Bioarqueología del Cuidado (BdC) aplicando la herramienta estructurada del Índice del Cuidado (Tilley y Cameron, 2014).

Este esqueleto se halló muy bien conservado (un 75%), y lo primero que llama la atención de él es la baja estatura, de 110-120 cm. Además, muestra distintas patologías, como la desproporción de sus extremidades y anomalías en los brazos, muñecas, manos, pies, vértebras y cráneo. La etiología de talla baja, macrocefalia y displasia ósea corresponden a una forma extrema de enanismo llamada displasia acromesomélica.

Su cuerpo formó parte de un enterramiento doble. Junto a él, se depositó también una mujer de 25-30 años (Romito 1), aparentemente con los brazos de él sobre ella. La estatura de la mujer Romito 1 era de 144 cm, y se trata de uno de los individuos más pequeños y gráciles del Paleolítico superior europeo. Aunque se ha propuesto un posible motivo ritual del enterramiento doble por la característica común del pequeño tamaño de ambos, esto no se puede determinar, ni tampoco un vínculo genético entre los dos. Asociado a Romito 2, se colocaron dos cuernos de uro (Bos primigenius), uno en la parte superior y otro en la parte inferior de su cuerpo.

Su contexto indica que estos individuos pertenecían a un grupo pequeño de cazadores-recolectores del Paleolítico superior que vivía en un terreno montañoso, en el cual tenía alta movilidad. Su dieta era abundante en carne, si bien también tenían episodios frecuentes de carencia nutricional.

Con esto, acabamos de resumir la primera etapa del método de la BdC, en la que hemos documentado los restos esqueletales, sus patologías, el tratamiento funerario, y el contexto ecológico y de modo de vida del grupo. La segunda etapa corresponde a la identificación de los impactos clínicos y funcionales, y su severidad, que permiten evaluar la necesidad de cuidados que pudo requerir Romito 2.

Los impactos clínicos ciertos que afectaron a Romito 2 fueron su enanismo extremo, la extensión limitada de los brazos (no podía doblarlos más de 130°), la limitación de la pronación y supinación de sus brazos, y la deformación de manos y pies. Muy probablemente, Romito 2 tuvo un retraso del desarrollo motor durante la infancia, carencia de movilidad y resistencia, y reducida capacidad de agarre y manipulación. Es probable además que sufriera momentos de dolor neuropático y complicaciones cardiovasculares, respiratorias y endocrinas.

Estos problemas no impedirían a Romito 2 realizar actividades esenciales diarias, como el acceso a alimentos y agua sin ayuda, comer y beber, gestionar su higiene personal, manipular objetos, y la movilidad en distancias cortas. Sin embargo, tendría restricciones para llevar a cabo ciertas actividades instrumentales, demandas básicas del modo de vida de su grupo como la participación en algunas tareas económicas (caza) y domésticas (trabajo sobre piedra, hueso y madera), la movilidad en los terrenos difíciles donde vivían, y tal vez el aprendizaje y aplicación del conocimiento. Por tanto, en aquel grupo claramente existió una necesidad de cuidados a Romito 2.

¿De qué tipo serían esos cuidados? La tercera etapa del método consiste en esbozar el modelo de cuidados aportados al individuo. Probablemente Romito 2 no requeriría acciones de ayuda directa, pero sí una adaptación del grupo a los problemas que podría tener en su desarrollo, movilidad y participación en las actividades económicas y sociales. Es posible que se necesitara extender la crianza en el periodo inicial de su infancia, para compensar los retrasos en el desarrollo motor. Superada la infancia, el grupo aceptó las diferencias funcionales físicas del individuo y se ajustó a ellos, revisando las expectativas ordinarias de un miembro del grupo. Las evidencias de su dieta, la misma que el resto del grupo, y las características de su enterramiento indican una plena inclusión social. Es también posible que el grupo buscara la posible adopción de estrategias alternativas para la participación del individuo en sus actividades económicas, tales como buscar plantas o leña.

Con todo ello, llegamos a la cuarta y última etapa. ¿Cuál es la interpretación que podemos realizar de los cuidados que recibió Romito 2, bajo las perspectivas grupal e individual? Por una parte, en un grupo pequeño con economía de subsistencia, mantener a un individuo incapaz de contribuir por igual está expresando una cohesión interna, y capacidad y disposición para gestionar la asignación de tareas y los recursos escasos. Por otra parte, es improbable que el enanismo se conociera anteriormente, así que la «aceptación de la diferencia» sugiere una flexibilidad social y cognitiva del grupo, donde todos los miembros del grupo son parte de un todo indivisible, y las diferencias individuales son secundarias. Para el individuo, los constantes retos físicos que afrontó en un entorno vital tan duro, sugieren una notable resiliencia.

Bioarqueología del Cuidado

La BdC es una línea de trabajo que aborda la identificación y análisis de evidencias de discapacidad y de cuidados entre humanos en el pasado, a partir de los indicadores físicos de los restos de individuos que sugieren un periodo de supervivencia con patologías graves y/o limitantes funcionalmente. Junto con los contextos cultural, social y ecológico de dichos individuos, permite inferir aspectos de un comportamiento notablemente vinculado a los seres humanos como es el cuidado, así como de las habilidades sociales que emplearon en su grupo para adaptarse a aquella situación. Sigue leyendo

¿Enterramientos y grabados rupestres realizados por Homo naledi?

¿Enterramientos y grabados rupestres realizados por Homo naledi?

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Actualizado septiembre 2025

Parece que ha pasado más tiempo, pero han sido pocos años desde que conocimos a la especie Homo naledi en septiembre de 2015. Naledi es un nombre africano que viene de la tribu sudafricana de Sesotho y significa «estrella», por la denominación Rising Star del sistema de cuevas donde se descubrió. Desde entonces, el registro fósil de esta especie se ha ido enriqueciendo, y se compone de más de 2000 huesos y dientes, que representan a un mínimo de 15 individuos.

Su datación es de 241-335 ka (miles de años), una antigüedad parecida a la de los primeros especímenes de Homo sapiens en África. Estos otros humanos, Homo naledi, eran pequeños (150 cm y 45 kg) y también tenían un cerebro llamativamente pequeño (466-560 cc) en comparación con otras especies humanas: Homo erectus (entre 727-1220 cc), Homo sapiens (1350 cc como promedio), Homo neanderthalensis (1450 cc como promedio). Se trata de un tamaño en un rango similar al cerebro de Homo floresiensis (426 cc).

Homo naledi es una asombrosa especie, que tendría muy cerca a otros grupos humanos en el mismo paisaje, pero que se distinguiría de ellos notablemente en su tamaño corporal y en su cabeza. Pero ¿y en su inteligencia? ¿Cómo podemos «medir» la inteligencia de aquellos humanos con un cerebro pequeño?

Para tomar pistas, tenemos que volver a las cuevas de Rising Star. Allí tenemos al menos una veintena de cuerpos en el fondo de un conjunto de galerías complejas, algunas realmente estrechas, sin ninguna evidencia arqueológica que indique que aquellos homininos vivían en esas cámaras. Los estudios geológicos no han hallado otras posibles aperturas antiguas hacia aquellos lugares; parece que el acceso a ellos nunca fue fácil. Es más, pocos restos de otros animales se han hallado allí dentro, por ejemplo, de búho.

Así, la hipótesis que se maneja es la del depósito deliberado de los cuerpos en aquellos lugares complicados, lo que ha llevado a trabajar en dos cuestiones durante los últimos años:

1) ¿Pudo tener aquel depósito un carácter simbólico?

2) ¿Emplearon fuego, para poder realizar semejante actividad en la profundidad de la cueva?

Veamos lo que conocemos a día de hoy sobre estas cuestiones.

¿Homo naledi enterraba?

Se han descubierto varias zonas distintas con datos geológicos y anatómicos que sugieren la remoción de tierra para cavar hoyos y depositar a los cuerpos de Homo naledi flexionados.

En la cámara Dinaledi, una concentración de huesos (Dinaledi Feature 1) contiene 83 partes identificables del cuerpo de un adulto y, sobre él, varias de otro individuo (al menos tres fragmentos en contacto con el cuerpo anterior). Además, una segunda concentración (Dinaledi Feature 2) está separada 20 cm de la primera y parece ser de un individuo juvenil, pero está pendiente de excavar.

En la antecámara Hill, contigua a Dinaledi, existe otra concentración de 90 fragmentos óseos y 51 dientes, que pertenecen a 4 individuos infantiles, de los que la conservación de uno de ellos parece indicar que estaba en posición flexionada y que tendría unos 13 años de edad al morir. En su mano o cerca de ella, hay una interesante roca con estrías o líneas de posible modificación o desgaste, que está en estudio. Además, está el esqueleto parcial de otro infantil, y los cráneos parciales de otros dos.

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