Paleoantropología: novedades 1er trimestre 2024

Paleoantropología: novedades 1er trimestre 2024

Cerramos este primer trimestre del año reseñando 33 novedades que hemos conocido en el ámbito de la paleoantropología:

  • A partir de las roturas, astillas y grietas en 421 dientes de primates procedentes de la Depresión de Fayum, pertenecientes a cinco géneros de (Aegyptopithecus, Parapithecus, Propliopithecus, Apidium y Catopithecus) que vivieron hace 29-35 Ma (millones de años), se sugiere que la gran mayoría corresponde a una dieta basada en frutas blandas, y no en alimentos duros como semillas y nueces (sólo el 5%, 21 dientes, tenían astillas, una cifra baja en comparación con la tasa de rotura de dientes entre los primates vivos, que oscila entre el 4 y el 40%). También se sugiere que los animales comían principalmente en los árboles (en el suelo a menudo se come accidentalmente arena, lo que suele dañar a los dientes) [+]. Investigaciones anteriores indicaban que dos de esos géneros (Apidium y Aegyptopithecus) comían alimentos duros, lo que podría explicarse si sus dientes eran menos propensos a astillarse por algún motivo no estudiado.
  • La morfología de la unión esmalte-dentina en Homo habilis es primitiva: el hipodigma H. habilis parece tener más en común con Australopithecus que con Homo posteriores [+].
  • 30 nuevos restos craneodentales procedentes de las excavaciones entre 2014 y 2017 en la Unidad P de Kromdraai, se asignan a Paranthropus robustus (aunque son más antiguos que su holotipo TM 1517), son comparables en forma y tamaño a los especímenes de Drimolen (como DNH7), refuerzan el dimorfismo sexual significativo dentro de P. robustus, y contribuyen al perfil biodemográfico de la especie: la notable prevalencia de crías (es decir, individuos juveniles antes de la aparición de los molares permanentes) refleja los perfiles de mortalidad natural observados en los chimpancés salvajes, sugiriendo una mayor semejanza en los procesos de acumulación en Kromdraai Unidad P y Drimolen que en Swartkrans [+].

Nuevos restos de Paranthropus robustus de la Unidad P de Kromdraai. Crédito: Braga y Grine (2024)

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Castores, rinocerontes, denisovanos, Gigantopithecus y Homo antecessor

[English version below]

La paleoproteómica es una disciplina de secuenciación de proteínas procedentes de especímenes antiguos, que está comenzando a explotarse de manera más extendida en los últimos años. Permite trazar relaciones evolutivas comparando entre individuos las proteínas que cumplen la misma función, de forma similar a como hace la genómica comparando regiones genéticas equivalentes. Como las proteínas son más estables que el ADN y no se degradan tan rápidamente, en algunos materiales fosilizados muy antiguos sí se pueden recuperar y estudiar proteínas, pero no ADN. Por ejemplo, los restos humanos más antiguos de los que se ha podido analizar el genoma son los de Sima de los Huesos (Atapuerca), de 430 ka (miles de años), mientras que ya se han estudiado proteínas de otros restos humanos de casi 1 Ma (millón de años), y ya hay intentos con restos de 1,77 Ma. Por tanto, esta técnica viene a ayudar a donde la paleogenómica no llega. Veamos varios casos destacados:

  • El cráneo de castor gigante Castoroides ohioensis. Datado en unos 12.000 años, fue encontrado en 1845 y estaba expuesto en el New York State Museum. El análisis publicado en 2016 de proteínas conservadas en los cornetes nasales, permite conocer la ubicación de esta especie dentro de Castoroidinae y su parentesco con otros representantes de esta subfamilia.
  • También se ha publicado en 2019 el estudio taxonómico de distintas aves a partir de las proteínas de los huesos de especies extinguidas (dodo, Raphus cucullatus, y alca gigante, Pinguinus impennis), así como de otros especímenes más recientes de distintas especies.
  • Un rinoceronte del género Stephanorhinus que vivía en Dmanisi hace 1,77 millones de años, conservaba proteínas en su esmalte dental que han ayudado a situarlo filogenéticamente como un grupo hermano del clado formado por el rinoceronte lanudo (Coelodonta antiquitatis) y el rinoceronte de Merck (Stephanorhinus kirchbergensis).
  • Se ha podido confirmar el vínculo filogenético de Gigantopithecus con Pongo, gracias al estudio de seis proteínas preservadas en el esmalte y la dentina de un molar de Gigantopithecus blacki de 1,9 Ma encontrado en la cueva china de Chuifeng. Los linajes de Gigantopithecus y del orangután (su pariente actual más cercano) se separaron hace unos 10 Ma. Ese molar ha proporcionado los restos moleculares más antiguos que se han podido secuenciar de un fósil.
  • También en 2019 se publicó una mandíbula denisovana de 160.000 años, hallada en en la cueva Karst Baishiya en Xiahe (China) a 3280 metros de altitud. Su pertenencia a dicha población humana se pudo determinar a partir de las proteínas de uno de sus molares.
  • Finalmente, en abril 2020 se ha publicado el estudio proteómico de un diente de Homo antecessor, un primer o segundo molar inferior permanente (espécimen ATD6-92) de unos 800 ka, el proteoma más antiguo de un hominino que se ha podido presentar hasta la fecha, que viene a reforzar la ubicación de este taxón muy relacionado (grupo hermano) con el último ancestro común de sapiens, neandertales y denisovanos.

En este mismo estudio sobre Homo antecessor también se analizó un primer molar superior (D4163) de un hominino de Dmanisi datado en 1,77 Ma, sin resultados concluyentes, pero su antigüedad genera una enorme expectativa sobre la posibilidad de investigar las proteínas conservadas en el esmalte dental, el tejido más duro en el esqueleto de los mamíferos, y obtener grandes resultados para enriquecer nuestro conocimiento sobre las relaciones filogenéticas en la evolución humana.

Abusando del tópico, esto es solo el comienzo… Los resultados satisfactorios que proporciona la paleoproteómica para la revisión de nuestra filogenia, está ya empujando a investigadores a explotar más esta disciplina. Uno de los retos será averiguar por fin qué fue Homo erectus, taxón que abarca una diversidad de especímenes procedentes de grandes regiones de Asia y África (si incluimos a Homo ergaster) y una enorme línea temporal de más un millón y medio de años.

He consultado a José María Bermúdez de Castro su opinión sobre si será aplicable la paleoproteómica sobre algún otro resto de Homo erectus, y si podríamos esperar una relación entre los erectinos asiáticos y Homo antecessor:

Estoy convencido de que ya se están haciendo análisis con otros dientes, y H. antecessor entrará en la comparativa. Los próximos años serán divertidos y habrá más de una sorpresa. Ya se encontraron proteínas en un rinoceronte de Dmanisi, así que también las habrá en los humanos. Es una lástima que el diente analizado [Welker F et al, 2020] era un trozo muy roto y contaminado. Por supuesto, hay una relación entre H. erectus y H. antecessor, porque comparten un antecesor común. Pero estoy convencido de que hay que ir muy atrás en el tiempo para encontrarlo. Quizá haya que llegar hasta la época de Dmanisi. Lo veremos, seguro.

Arriba izda: dientes ATD6-92 de Homo antecessor (Gran Dolina) y D4163 de Homo erectus (Dmanisi). Crédito: Welker F, Ramos-Madrigal J, Gutenbrunner P et al (2020). The dental proteome of Homo antecessor. Nature / Figuras b y c: mandíbula denisovana de Xiahe. Crédito: Chen F. et al (2019). A late Middle Pleistocene Denisovan mandible from the Tibetan Plateau.

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Paleoantropología: novedades 4º trimestre 2019

Termina un año asombroso en cuanto a novedades. El último trimestre no ha decepcionado, sumando otras 22 que resumo a continuación. En total han sido ¡101 noticias! las que he ido destacando en este blog durante 2019. Pero vamos al grano…

  • Comenzamos por una de las últimas, con gran impacto mediático. Casi un siglo después de su hallazgo, los materiales de Homo erectus de Ngandong (isla de Java, Indonesia) han podido ser datados con precisión en 108-117 ka, empleando distintos métodos directos (series de uranio, luminiscencia y ESR) sobre los fósiles de los mamíferos del yacimiento. Sus dataciones iniciales fueron difíciles debido a la compleja estratigrafía del terreno y a la pérdida de información en la excavación original. Con la cronología revisada, estarían entre los representantes más recientes que existieron de Homo erectus, aunque no se puede afirmar que sean los últimos (ni siquiera en la propia isla de Java). Eso sí, por entonces los humanos modernos aún no habían alcanzado la isla, lo cual quita opciones a una posible coexistencia de ambas especies en este lugar [+info].

Cráneos hallados en Ngandong, Java, Indonesia. Crédito: Tim Schoon / University of Iowa

  • Otra revisión de los fósiles de Java, en este caso de 75 molares de homininos y de Pongo de Sangiran y Wajak, muestran una variabilidad que correspondería a la coexistencia y ocupación paralela de la isla de Java por 4 grupos distintos de homininos durante la transición del Pleistoceno inferior al medio [+info].
  • Vamos hacia atrás en el tiempo. A partir del tamaño de las cavidades del cráneo asociadas a las arterias de suministro, se ha estimado la tasa de flujo sanguíneo en partes del cerebro vinculadas con determinadas funciones cognitivas, dando como resultado una tasa mayor en los grandes simios actuales que en las especies de Australopithecus que tenían cerebros de igual o mayor tamaño. Si esto implica una mayor inteligencia en los grandes simios actuales, es algo difícil de afirmar porque realmente la «inteligencia» depende de muchos factores… [+info].

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Gigantopithecus, orangutanes y paleoproteómica

Gigantopithecus, orangutanes y paleoproteómica

Este artículo resume nuestro conocimiento sobre el mayor primate que ha existido. El estudio de su morfología tradicionalmente relacionaba a este ser con los ponginos, cuyos únicos representantes actuales son los orangutanes (existen tres especies de ellos) y, gracias a la paleoproteómica, en 2019 se ha confirmado ese vínculo filogenético de Gigantopithecus con Pongo. Comencemos un pequeño viaje por el este asiático…

Comparación Nutcracker Man (Paranthropus boisei, izda) vs. Gigantophitecus blacki (centro) vs. Humano moderno (dcha). Foto: Roberto Sáez

Un poco de historia

  • El primer hallazgo fue en 1935, cuando el paleoantropólogo alemán Ralph von Koenigswald se topó con un molar fósil de gran tamaño en una farmacia de Hong Kong, que identificó como perteneciente a una especie primate desconocida. En los siguientes cuatro años encontró tres molares más en Hong Kong y Guangzhou. Con ellos, definió una nueva especie Gigantopithecus blacki.

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